Detrás de la serie se encuentran J. J. Abrams, Jeffrey Lieber, Damon Lindelof y Carlton Cuse con sus planteamientos y desarrollos inquietantes (siendo los dos últimos los más vinculados a las temporadas finales), la eficaz dirección de Jack Bender y la extraordinaria banda sonora de Michael Giacchino; gracias a su contribución y la de muchos otros hemos podido disfrutar de una serie única y presenciar su impactante conclusión, que ha supuesto todo un homenaje a los años transcurridos además de un punto final memorable.
También hay que considerar el fenómeno social que ha supuesto. Con las crecientes intrigas y el misticismo que abunda en la serie, millones de seguidores de medio mundo se han volcado a compartir sus opiniones, hipótesis y teorías en Internet, plataforma fundamental para su difusión que ha propiciado su rápido intercambio junto a la elaboración de subtítulos por los propios fans (en muchas ocasiones de mayor calidad que los proporcionados por las cadenas oficiales) y que ha conducido al estreno simultáneo de su último episodio en un buen número de países, algo sin precedentes.
No son pocos los seguidores en desacuerdo con la última temporada en general, a la que acusan de no contestar las preguntas planteadas a lo largo de la serie. Sinceramente, en ningún momento de las temporadas anteriores se había respondido nada a las claras, por lo que ahora no iban a cambiar de parecer. Además, parte del éxito de la serie reside en su capacidad de sugerir en lugar de mostrar, dando a los espectadores un papel activo a la hora de involucrarse con la historia y elaborar su propia interpretación.
Aun así, esta entrega final nos ha dejado con nuevos grandes momentos (la secuencia del aterrizaje en LA del primer episodio, el suceso del submarino o la parte final cíclica) y con el desarrollo de personajes únicos con los que identificarnos, entre los que me gustaría destacar la progresiva evolución de Jack en las últimas temporadas y el contraste de John Locke, magistralmente interpretado por el actor Terry O'Quinn.
Ha llegado la hora de pararse a pensar en el viaje, de reencontrarnos con los personajes, de recordar los momentos que nos marcaron y también de despedirse. Hasta siempre, Perdidos.