domingo, 12 de octubre de 2014

The Walking Dead T4: Segunda parte

La comunidad de la prisión se ha disuelto, y sus integrantes vagan ahora sin rumbo aparente por un mundo plagado de caminantes no-muertos y de humanos todavía más peligrosos. Rick cree haber perdido a su familia, y sólo puede contar con su hijo Carl, quien se ha visto obligado a madurar de golpe. ¿Queda esperanza para los supervivientes?


Esta noche se estrena en Estados Unidos la esperada quinta entrega de The Walking Dead, la serie de la AMC basada en el exitoso cómic de Robert Kirkman, que en 2014 cumple diez años de vida. Nos toca, entonces, recordar qué panorama nos dejó el final de la anterior entrega: la derrota del Gobernador se saldó con la pérdida de personajes queridos y con el fin de la prisión. En la segunda mitad de la cuarta temporada, asistimos a varias historias paralelas que contaban el viaje de los distintos supervivientes hasta su reencuentro, dejándonos dos hechos destacables: el descubrimiento de la comunidad de Terminus y sus intenciones caníbales, y la entrada en escena del pintoresco trío formado por Abraham, Rosita y el científico Eugene, que prometen jugar un papel fundamental.


El tramo final de la cuarta temporada se basó así en los volúmenes 9, 10 y en el comienzo del 11 del cómic original, recogiendo la confianza que Rick deposita en su hijo y en Michonne, la contundente ejecución de dos jóvenes personajes, y el panorama rural desolado por el que deambulan los personajes. Hace tiempo que la serie decidió tomar un rumbo con notables variaciones respecto al cómic, y en este sentido sorprende el papel que están jugando personajes como Carol y Tyrese, en contraste con la ausencia de Andrea y Dale; y también la gran incorporación que supuso Daryl, uno de los personajes con más pliegues de la ficción.


Basta con echar un vistazo a su terrible segunda temporada para darse cuenta de que The Walking Dead no es una serie planeada al milímetro ni tan crítica o contundente como Breaking Bad, la joya de la cadena. Sin embargo, hay que reconocer que estamos ante un producto de entretenimiento televisivo de alta calidad, especialmente gracias a sus dos últimas temporadas. Se trata de una serie capaz de aprovecharse de las convenciones del género zombi (gore incluido) y de mantener el interés en el lado humano de los protagonistas, sus decisiones y viaje moral, como ya hicieran Robert Kirkman y Charlie Adlard en su obra magna. ¿Qué nos deparará la quinta temporada? La espera concluye en breve.


sábado, 4 de octubre de 2014

Ronda de reseñas: De inmigrantes, conductores y momentos de una vida

Comienza el último trimestre de 2014 y llega la época del año en que se estrenan buena parte de las películas más interesantes y distinguidas. Mientras esperamos con ganas el regreso de grandes cineastas con títulos como Perdida, Inherent Vice y Foxcatcher, hoy traemos tres películas bastante recomendables, cada una en su género.


The Immigrant llegó a las carteleras con una distribución irregular y un título tan vacuo como El sueño de Ellis. Estamos ante el nuevo trabajo de James Gray, interesante director estadounidense que escribe y dirige sus propios proyectos. En su breve carrera, Gray nos ha dejado pequeñas joyas marcadas por tensas relaciones familiares, las consecuencias del crimen, y los triángulos amorosos, además de por un estilo clásico y honesto que hemos disfrutado en La otra cara del crimen (The Yards), Two Lovers, y la que posiblemente sea su obra maestra, La noche es nuestra. En su nuevo trabajo, Gray narra la llegada de Ewa, una inmigrante polaca, a la Nueva York de los años 20, donde es repudiada por su familia y se ve obligada a vivir en las calles. Allí es extorsionada por Bruno, que la obliga a trabajar de prostituta si quiere volver a ver a su hermana, enferma de tuberculosis. La película resulta entretenida y destaca por su ambientación y la sordidez de los ambientes que retrata. La duración resulta algo excesiva, restándole contundencia a una historia en la que están presentes las tres constantes del cine de Gray; y se salva por la labor de dos granes actores: una sufrida Marion Cotillard y el habitual del director, Joaquín Phoenix, recuperado como gran intérprete gracias a este papel y al de la reciente Her. Les acompaña un correcto Jeremy Renner, cuyo personaje secundario no se luce tanto como sí hacía en The Town.


Vamos ahora con otro de los actores más destacados de la generación de Joaquín Phoenix. Nos referimos a Tom Hardy, intérprete británico que comenzó con un breve papel en la monumental serie Hermanos de sangre y que Christopher Nolan descubrió al gran público en Origen. Desde entonces ha alternado papeles en películas tan irregulares como Esto es la guerra o El caballero oscuro: La leyenda renace con su trabajo en pequeñas grandes películas que van afianzando su entrega interpretativa, como El topo y Warrior. Hardy regresa con fuerzas en 2014 con Locke, película escrita y dirigida por Steven Knight, guionista de la serie mafiosa británica Peaky Binders. La película cuenta con escasos recursos y narra, en tiempo real, el viaje en coche de un ingeniero a Londres. Gracias a las conversaciones que mantiene por el manos libres, descubriremos el motivo de su viaje, su pasado y las decisiones que le han llevado a cambiar el rumbo de su vida. Locke se alza como un ejercicio de estilo similar a Buried, una película de 90 minutos que mantiene el interés en un único personaje encerrado en un coche mientras emprende un viaje emocional. Un vehículo de lucimiento para Tom Hardy que le consagra como gran actor.


Si hablamos de viajes emocionales, no podemos pasar por alto Boyhood, una de las sorpresas del año. Se trata de la nueva obra de Richard Linklater, uno de los cineastas más influyentes que rondan el panorama independiente norteamericano (junto a Steven Soderbergh). Su carrera de dos décadas muestra una filmografía ecléctica e inquieta, en la que destacan la trilogía de Antes de... y clásicos generacionales como Dazed and Confused y Escuela de Rock. Linklater también es conocido por sus colaboraciones con compañeros tejanos como Ethan Hawke y el renacido Matthew McConaughey. En 2014 ha estrenado Boyhood, largometraje de tres horas que cuenta pinceladas de la vida de Mason desde los seis años hasta que es mayor de edad. Supone así un relato universal al mostrar momentos duros y claves en la vida de una persona, y también al combinarlos con maestría con las particularidades de crecer en el estado de Texas durante los últimos 12 años. En este aspecto destaca, por ejemplo, la cuidada selección de temas musicales en la película. El mérito de Boyhood es todavía mayor al haber sido rodada en tiempo real: mientras trabajaba en otros proyectos, cada año Linklater se reunía con el equipo de la película para rodar breves fragmentos, de modo que el paso del tiempo es todavía más realista. En el elenco sorprende la naturalidad de los debutantes Ellar Coltrane y Lorelei Linklater (hija del director), una recuperada Patricia Arquette y sobre todo el buen hacer de Ethan Hawke, que brilla cada vez que aparece en pantalla. Sin duda estamos ante una de las películas del año.
Ficha de la película.

Y a vosotros, ¿qué películas os han sorprendido gratamente?

domingo, 28 de septiembre de 2014

Furious: La redención del héroe


Cadence Lark, antigua niña prodigio y actriz infantil, ha perdido todo y vive bajo el escrutinio de unos medios de comunicación sin escrúpulos. Mientras tanto, una nueva superheroína se alza como un símbolo de esperanza para una gran ciudad decadente, pero sus buenas intenciones pronto son ensombrecidas por los ataques de furia con que detiene a los malhechores, y que son lo único que destaca la prensa de ella. Como contrapartida, una silueta avanza por las sombras destinada a convertirse en la némesis de "Furious".

En diciembre de 2013, el número 31 de la antología Dark Horse Presents acogió la primera aparición de Furious, cómic creado por el guionista Bryan JL Glass y el dibujante Víctor Santos. Su primer volumen, formado por el mencionado prólogo y una serie limitada de cinco números, ha supuesto una grata sorpresa, un cómic de superhéroes complejo y adulto, breve, conciso y con un acabado espectacular. Sus autores también han sido todo un descubrimiento. El estadounidense Bryan JL Glass comenzó trabajando con pequeños encargos para Marvel, y encontró su voz propia en el mercado independiente al crear junto a Michael Avon Oeming el cómic The Mice Templar, publicado por la editorial Image y que también dibuja Santons tras la marcha de Oeming. El trabajo de Glass en Furious bebe de la vuelta de tuerca al género de los superhéroes que ofrecieron sagas insignes como Watchmen o El regreso del caballero oscuro, y nos presenta a una superheroína primeriza de buenas intenciones a quien la sociedad malinterpreta. Glass también bucea en desarrollo de personajes, particularmente en la motivación de Furious como justiciera y en la trayectoria de la joven actriz Cadence Lark, que busca su lugar en el mundo después de una infancia de éxito y excesos y que nos recordará a ciertas ex-estrellas infantiles. En escasos seis números Glass consigue un cómic equilibrado, de prosa elaborada, acción fluida y personajes con los que simpatizar, una combinación que escasea en el cómic superheroico actual, más preocupado por grandes eventos anuales y por obligar al lector a seguir a la vez cinco series complementarias. Destaca también la influencia de la citada obra de Frank Miller en el retrato de una ciudad decadente y del papel que juegan los medios de comunicación en la trama.


Igual de sorprendente ha sido el trabajo del dibujante español Víctor Santos, cuya obra desconocía. Santos presenta una fuerte influencia del estilo de maestros de la animación como Alex Toth, Bruce Timm y Darwyn Cooke, así como del trazo sencillo y dinámico de artistas como Michael Avon Oeming, Mike Mignola y Frank Miller. En Furious, este estilo nos sacude a los lectores según pasamos cada página, pues presenciamos una narrativa enérgica y trepidante, capaz de alternar momentos de introspección con escenas perturbadoras (en el prólogo y en el tercer número) y con secuencias de acción vertiginosas (atención al número final, no da respiro). Santos se encarga también de las tintas y del color, y su descubrimiento me ha entusiasmado lo suficiente como para situar en los primeros puestos de mi lista de lecturas su trabajo en cómics como Pulp Heroes e Intachable: 30 años de corrupción.


Las interesantes tribulaciones de una superheroína primeriza y un relato complejo que cuenta con un apartado gráfico distinguido convierten a Furious en uno de los cómics más recomendables de lo que llevamos de 2014. La historia termina pero no concluye, así que esperamos con ganas el anuncio de un segundo volumen que siga las puertas abiertas. Mientras, intentaremos dar una oportunidad a The Mice Templar, cómic del que también se cantan alabanzas.

jueves, 25 de septiembre de 2014

Una década de Perdidos

Septiembre es el mes de las series estadounidenses, el de la ficción televisiva. En estas fechas se estrenan numerosos proyectos, algunos de ellos bastante absurdos y otros interesantes. Comedias de situación, procedimentales policíacos, series de animación y hasta de superhéroes. Vivimos una nueva edad de oro de la ficción serializada, mientras que otro tipo de televisión cada vez se hunde más en su propia podredumbre. Canales como HBO y AMC apuestan por propuestas adultas y transgresoras que heredan los medios y recursos del cine. Así nos han dejado joyas como Hermanos de sangre, Breaking Bad y fenómenos sin precedentes como Juego de tronos y The Walking Dead, que además han contribuido a difundir las obras literarias en que se basan. Cuando se cumplen diez años del estreno de Perdidos el 22 de septiembre de 2004, conviene recordar lo que supuso aquella serie.


Perdidos cambió el modo en que muchos veíamos televisión. Por supuesto que tuvo sus predecesoras, que merecen ser reconocidas. Series como Buffy cazavampiros, Ally McBeal, los primeros pasos de la HBO que hoy conocemos con Los Soprano y Oz. Y también estuvo Twin Peaks años antes. Acostumbrados a los procedimentales interminables de policías, abogados y médicos que se saltaban todo el papeleo administrativo para jugarse las vidas de sus clientes en complicadas decisiones morales, y a la caspa de la televisión española que todavía perdura, Perdidos rompió esquemas. Recuerdo cuando vi el monumental episodio piloto, dirigido por un semi-desconocido JJ Abrams, por primera vez. No fue en septiembre de 2004, sino que tuve que esperar a que TVE lo emitiera durante la primavera de 2005. Cada episodio contaba. Perdidos mezclaba la temática de novelas clásicas como Robinson Crusoe y El señor de las moscas con un misterio de tintes de ciencia ficción. Y hacía que los personajes nos importasen. Les iríamos conociendo como a las personas de carne y hueso que nos rodean, poco a poco, y descubriríamos cómo estaban lejos de ser perfectos y los errores del pasado que les perseguían.



La primera temporada es, sencillamente, una obra maestra, perfecta en su desarrollo de las tramas, presentación del escenario y dosificación del misterio. Sí, el nivel de la serie no siempre se mantuvo y la dilatación de los sucesos hacía que esperásemos con más ganas los principios y los finales de temporada. Y el ansiado cierre no convenció a todos por igual. Pero la serie de la cadena ABC cambió para siempre cómo vivimos la ficción televisiva. En gran medida gracias a Internet. Se hablaba de Perdidos, no sólo entre amigos, sino que las comunidades virtuales estaban pobladas de hipótesis acerca de del misterio de la isla y sus personajes. Conocimos los spoilers y lo mucho que fastidia que te revelen uno. Y, por primera vez, empezamos a ver las series al ritmo original estadounidense. No podíamos aguantar la espera y encontramos una alternativa al maltrato y la desgana de las cadenas locales, que en algunos casos han respondido a la demanda y ahora series como The Walking Dead llegan a España con apenas horas de retraso respecto a su emisión original. 


Un amigo me preguntaba si el éxito de Perdidos era para tanto, y dudaba que una serie así tuviera tanta repercusión en la parrilla actual, donde pasaría desapercibida. Me temo que planteaba la pregunta equivocada. Sin un fenómeno como Perdidos no tendríamos la variada oferta de series de la que gozamos. Perdidos abrió la puerta a series como Breaking Bad, a presupuestos tan elevados como los de Juego de Tronos. Nos descubrió a JJ Abrams, quien trasladó su sentido del misterio y la aventura a películas tan recomendables como Super 8 y la revisión de Star Trek (su innecesaria secuela de Star Wars será otra historia). Difundió el trabajo del músico Michael Giacchino. Propició parodias como Pardillos. Y nos trajo a un plantel de personajes memorables con los que sentirnos identificados: Jack, Kate, Sawyer, Hurley, Locke, Sayid, Sun, Jin, Desmond, Charlie, Juliet, Ben. Los actores que les dieron vida han asumido el incierto destino de los intérpretes televisivos, pero la serie que protagonizaron permanece en la memoria de miles de seguidores en todo el mundo, diez años después de su estreno.

martes, 23 de septiembre de 2014

Jersey Boys: Cada uno lo recuerda a su manera


A finales de la década de 1950, cuatro jóvenes armados de ambición y talento se proponen escapar del barrio de clase trabajadora de Nueva Jersey dominado por la mafia donde crecieron. Lo conseguirán gracias a su música. Su grupo, The Four Seasons, pasa por una serie de pruebas hasta alcanzar el éxito, liderando los comienzos de la música popular en Estados Unidos. Pero el camino de la fama no es sencillo, y las tensiones entre los distintos miembros del grupo sólo traen complicaciones para The Four Seasons.

Jersey Boys adapta el musical homónimo que narra la trayectoria del grupo de música The Four Seasons. Desde su estreno, lleva años convertido en uno de los grandes éxitos de Broadway junto a El rey león o Wicked, se ha hecho con un premio Tony y ahora los propios autores del libreto, Marhsall Brickman (coguionista de Manhattan) y Rick Elice, se han dedicado a adaptar la obra a la gran pantalla. El encargado de orquestar el proyecto ha sido ni más ni menos que el legendario Clint Eastwood. Tras la irregular Más allá de la vida y la fragmentada J. Edgar, el creador de Malpaso expresó su deseo de filmar un musical, en particular una nueva versión de Ha nacido una estrella. Tras varios rumores, el proyecto se terminó paralizando, y entre tanto Eastwood protagonizó la ópera prima del productor Robert Lorenz, Golpe de efecto, y puso en marcha dos nuevas películas, entre ellas Jersey Boys.


En Jersey Boys, Clint Eastwood aprovecha la fuerza del relato del ascenso a la fama de The Four Seasons para contarnos una historia de éxitos y sombras, haciendo gala de su estilo de gusto clásico y de su formidable habilidad como narrador. La leyenda de la voz de Frankie Valli y los suyos guarda ciertas semejanzas con la de Uno de los nuestros y con el viaje de A propósito de Llewyn Davis, aunque es mucho más suave, por supuesto. Eastwood alterna resultones números musicales con la carrera artística de los integrantes de The Four Seasons, las rencillas entre los miembros del grupo, la profunda huella que deja en ellos su paso por un barrio dominado por la mafia, y el retrato de una época. El cineasta californiano cuenta con sus colaboradores habituales, como el productor Robert Lorenz, el director de fotografía Tom Stern y el editor Joel Cox. Se puede reprochar que la historia sea demasiado benévola, pero hay que reconocer que no estamos ante un filme del calado emocional de Mystic River o Million Dollar Baby, si bien Jersey Boys supone un nuevo trabajo disfrutable de un clásico.



La mayoría de protagonistas son actores primerizos que cumplen su papel con solvencia, y aquí se nota bastante la experiencia de Vincent Piazza en la serie Boardwalk Empire al ser el miembro de The Four Seasons con más tablas interpretativas. Curiosamente, el encargado de dar vida a Frankie Valli es John Lloyd Young, quien también lo encarnaba en el montaje de Broadway. El actor más veterano de la función es un recuperado Christopher Walken, mucho más acertado que en sus papeles más recientes y pequeños. La música y los falsetes de Valli son otro personaje más de la película, que cuenta con canciones que muchos reconoceremos aunque no estemos demasiado familiarizados con la carrera de The Four Seasons: al terminar la sesión, saldremos canturreando canciones como Sherry, Walk Like a Man, December, 1963, Rag Doll o Can't Take My Eyes Off You. Como curiosidad, hay que mencionar la aparición de un personaje que representa a un joven Joe Pesci, actor que fue amigo de los músicos protagonistas. Os recomiendo que leáis la reseña del amigo Néstor para profundizar en otros detalles de Jersey Boys y The Four Seasons.


Jersey Boys supone un curioso y acertado cambio de registro para Clint Eastwood, quien sigue haciendo gala de una nítida y ejemplar narrativa. Una película interesante y entretenida, un musical refrescante. Además, Eastwood ya ultima su siguiente trabajo, el thriller American Sniper, protagonizado por Bradley Cooper.

sábado, 20 de septiembre de 2014

Cómic en negro: Grima

Oxel Karnhus, un detective privado en horas bajas, recibe una inesperada llamada de su antigua novia de la universidad, quien le ruega que investigue el suicidio de su hijo. Por los viejos tiempos, Oxel revivirá los últimos días del joven e intentará llegar al fondo de una serie de suicidios encadenados.

Comenzamos una nueva sección en el blog, dedicada a uno de mis géneros favoritos, el negrocriminal, que tantas grandes experiencias nos ha dejado en los campos de la literatura y del cine. En ella hablaremos de diversas obras del noveno arte pertenecientes al mundo del crimen, los detectives privados y las mujeres fatales, al estilo de Sin City, de Frank Miller, o de 100 Balas, de Azzarello y Risso. 

En nuestra primera entrega tenemos Grima (The Creep), que pude leer gracias a la gentileza de Yota. Se trata de una miniserie de cuatro números que surgió de una historia breve publicada en la antología Dark Horse Presents. El guionista John Arcudi (AIDP) se une al dibujante Jonathan Case (Batman '66) para contarnos el caso que investiga Oxel Karnhus, antiguo policía de Nueva York que abandonó el cuerpo debido a la enfermedad de gigantismo que padece. Ahora se dedica a pequeños trabajos y escuchas, hasta que un antiguo amor le suplica que investigue el extraño suicidio de dos jóvenes. Esto llevará a Oxel al límite de su condición física y de su estado emocional, pues rebuscará en heridas pasadas y encontrará historias que le cambiarán para siempre.


Grima es una pequeña gran lectura, un cómic en apariencia sencillo y modesto que esconde una trama honda y profunda. Un misterio que bucea en el patetismo del alma humana, las viejas heridas y el peso de las oportunidades perdidas. Su lectura no deja indiferente, y la atmósfera decadente y melancólica se respira en cada página envuelve el relato gracias a la cuidada narración de Arcudi y a la narrativa gráfica de Case, de un estilo escueto pero revelador.

La edición española de Grima corre a cargo de Planeta DeAgostini, y cuenta con las portadas de artistas como Ryan Sook, Mike Mignola y Frank Miller. Una modesta obra redonda.

lunes, 8 de septiembre de 2014

Mob City: Pequeña gran serie


A finales de los años 40, el veterano de la Segunda Guerra Mundial Joe Teague vuelve a Los Ángeles para encontrarse una ciudad que no reconoce, consumida por los pulsos de poder entre el departamento de policía para el que ahora trabaja y la mafia judía liderada por Bugsy Siegel. Teague recuperará fragmentos de su antigua vida mientras intenta decidir cuál de los dos bandos merece su lealtad.

El caso de la serie Mob City es, cuanto menos, curioso. Frank Darabont, responsable de la obra maestra Cadena perpetua, no se prodigaba demasiado en el cine desde que se despidiera con la pequeña joya de La niebla. A finales de 2010, el cineasta regresó a la primera plana del entretenimiento gracias a su labor como productor, guionista y director de la primera temporada de The Walking Dead, que adaptaba el famoso cómic de Robert Kirkman. La segunda temporada resultó demasiado irregular y carente de rumbo, y puede que esto, sumado a otros motivos no esclarecidos, propiciaran la nada amistosa marcha de Darabont de la ficción, que por suerte tomó un nuevo rumbo tras su despedida. Mientras los zombis arrasaban, Darabont se embarcó en otro proyecto televisivo: Mob City, adaptación de la novela L.A. Noir (independiente del logrado videojuego de Rockstar) que relata las actividades de la mafia en Los Ángeles durante la década de 1940. El proyecto tardó dos años en completarse, y finalmente se estrenó en el canal estadounidense TNT durante diciembre de 2013. La cálida acogida inicial de la audiencia dio paso a un cierre inaceptable para los exigentes estándares de la televisión norteamericana actual, lo cual propició la cancelación de la serie con sólo una temporada de seis episodios. 


Debido a esta turbulenta historia, tardé en decidirme en dar una oportunidad a la serie. Mi primera reacción al comenzar a verla fue el escepticismo. Mob City recurre a las convenciones clásicas del género negro, que sigue al pie de la letra sin darles vuelta de tuerca alguna como sí hacen otras ficciones (por ejemplo Fargo, tanto la película original como la reciente serie). Nos presenta a un protagonista de moral ambigua que se mueve entre dos mundos no tan distantes como aparentan serlo: el de los policías y el de los gángsters. Hay una mujer fatal que se alza como heroína, matones sanguinarios, soplones ambiciosos y jefes del crimen organizado convertidos en empresarios (¿o era al revés?). Además, curiosamente retoma personajes históricos pertenecientes al período que une otras dos ficciones recientes del género como son Boardwalk Empire y la penosa Gangster Squad


El comienzo de Mob City resulta tópico y anodino, si bien está rodado con soltura y goza de una puesta en escena eficiente. No alcanza los niveles de calidad interpretativa, de transgresión ni de diseño de producción de las ficciones estrella de canales como HBO, pero a medida que avanzan los seis episodios de Mob City, las tramas se enredan, los protagonistas muestran pliegues que les vuelven más interesantes, la violencia asciende, y todo concluye en un final de infarto que mezcla ficción con hechos históricos como son la creación de la División de Asuntos Internos y el destino de Bugsy Siegel. Con sólo media docena de capítulos, el nuevo trabajo de Frank Darabont nos deja una trama cerrada, un par de tiroteos resueltos con ingenio, y un reparto ajustado. En este punto cabe mencionar el trabajo simplón de los televisivos Neal McDonough (Hermanos de sangre), Milo Ventimiglia (Héroes) y de Robert Knepper (Prison Break) haciendo otra vez de malo, y el del amuleto de Darabont Jeffrey DeMunn (The Walking Dead). Quienes sí destacan y roban planos son la versión de Bugsy Siegel que compone un recuperado Edward Burns y la heroína de Alexa Davalos (La niebla), quien ojalá se prodigara más en el cine; mientras que Jon Bernthal (El lobo de Wall Street) aporta poco a su papel de tipo duro ambiguo. Como curiosidad, Simon Pegg aparece en un par de episodios a modo de cameo.


Tras una carrera accidentada, los aciertos de Mob City pesan más que sus puntos débiles. Su final prematuro le garantiza un puesto de honor en el grupo de las pequeñas series con corazón, junto a las también encomiables Lights Out (El declive de Patrick Leary) y Hatfields & McCoys. Una modesta ficción que reivindicar y disfrutar.


viernes, 29 de agosto de 2014

Crisis en los precios infinitos

Durante el mes de agosto de 2014, el amigo Moisés Oneyros ha celebrado un ciclo de charlas patrocinadas por fnac dedicadas al mundo de los cómics. Una de ellas fue una mesa redonda titulada ¿Cuál es el público del cómic?, en la que el editor de Marvel en España, Julián Clemente, y el dibujante y animador Víctor Gómez pusieron sobre la mesa varios aspectos relativos al punto en que se encuentra el noveno arte a nivel nacional. Uno de los temas más interesantes tratados, y que sin duda seguirá generando debate en el futuro cercano, fue el modo en que los niños se acercan a los cómics en la actualidad. En la charla se mencionó que las nuevas generaciones conocerán los cómics gracias al formato digital, a través de las tablets en particular, y se señaló que el motivo por el cual permanecerán alejados del papel tradicional será principalmente económico: la crisis económica ha borrado cerca de 10.000 kioscos de España, mientras que las editoriales apuestan por formatos de lujo, accesibles para pocos. Este último punto está estrechamente relacionado con la política editorial que siguen casas como Panini, quienes han protagonizado polémicas declaraciones las últimas semanas al defender su aumento de precios escudándose en las mencionadas lujosas ediciones.


Cuando empecé a coleccionar cómics como afición, fue gracias a los coleccionables semanales. Antes de su llegada, que coincidió con el comienzo de la ola de superpoducciones basadas en superhéroes, atesoraba las grapas y tomos desordenados que iba rescatando de los kioscos, pero el poder leer una etapa clásica en orden cronológico con cierta periodicidad cambió el modo en que veía los cómics, y aquello sucedió gracias a un formato asequible y popular. Leer la etapa de Chris Claremont, John Byrne y John Romita Jr. al frente de La Patrulla X fue una experiencia fascinante que atesoro. A este cómic mutante le siguieron las colecciones dedicadas a Los 4 Fantásticos de John Byrne, Spider-man de Roger Stern, Hulk de Byrne y Peter David, Daredevil de Frank Miller (otro de los cómics que te cambia para siempre) y los orígenes de la serie propia de El Castigador, todas ellas publicadas en tomos semanales de 80 páginas que no superaban los 3 €. Alrededor de esta época, Planeta DeAgostini y Fórum también pusieron en marcha la Biblioteca Marvel, pequeños tomos que recogían los orígenes de la Marvel dorada, en blanco y negro, eso sí. Gracias a ellos redescubrimos maravillas como Los 4 Fantásticos de Stan Lee y Jack Kirby, un cómic fundacional de todo un universo de ficción, Los Vengadores, Dr. Extraño, X-Men, Thor, y posteriormente a Spider-man y Daredevil. Además, este asequible y manejable formato se expandió a otros clásicos del cómic, como las historias de terror de EC y al Drácula de Marv Wolfman y Gene Colan, una delicia para los amantes de la novela original de Bram Stoker.


Alrededor de 2005, cuando Panini adquirió los derechos de Marvel, Planeta siguió apostando por los coleccionables, ahora dedicados a los personajes de DC con los que acababa de hacerse. De este modo, consiguió que muchos lectores recuperásemos etapas fundamentales, ya sin el dominio de Norma y sus tomos exclusivos (ediciones que todavía mantienen hoy en día, véase el universo de Hellboy). Los precios experimentaron cierto aumento, pues los cómics semanales de Batman llegaban a 3.50€; y los de Superman de John Byrne, a 4.50€ (y además presumían de una escandalosa resolución gráfica), pero se seguía apostando por dicho formato. Por otra parte, en sus comienzos, Panini optó por mantener esta política editorial, siguió recuperando clásicos con la Biblioteca Marvel, y con colecciones como Spider-man de John Romita (que cada vez echo más de menos); lanzó un coleccionable dedicado a los X-Men que continuaba justo donde terminó el de Planeta, y otro dedicado al Ultimate Spider-man de Bendis, recogiendo en esta ocasión material mucho más reciente. 


En este punto podemos empezar a hablar del fin de los coleccionables semanales tal y como los conocíamos, pues sencillamente dejaron de editarse. Planeta pasó a publicar tomos de 10 € dedicados primero al Batman post-Cataclismo, y después retapados del primer y del segundo coleccionable que curiosamente dejaban las sagas a medias, jamás autocontenidas en un mismo volumen, para que tuvieras que picar con el siguiente. En septiembre de 2010, Panini sorprendió con la puesta en marcha de Marvel Héroes, tomos quincenales que recogían diversas etapas populares de distintos personajes. Se distribuían en kioscos, costaban 10 € y revivían parte del espíritu del coleccionable al acercar conocidas sagas al gran público, como Asalto a la mansión de Los Vengadores, El Capitán América de John Byrne, o La Segunda Guerra de las armaduras de Iron Man. En mi caso particular, pude hacerme con parte del Daredevil de Ann Nocenti, interesante etapa de denuncia social que es imposible de encontrar en su edición original, y con el Spider-man de J.M. Straczynski y John Romita Jr., que había leído de prestado y considero la última gran etapa del arácnido. 


En la última década, gracias a la enorme influencia de las películas dedicadas a superhéroes y basadas en cómics en general, el tebeo ha pasado de ser una afición marginal a convertirse en un objeto de lujo presente en las grandes superficies, que ahora le reservan secciones cada vez más amplias (si bien la lectura de cómics todavía no se ha extendido ni aceptado socialmente tanto como nos gustaría a algunos). Las editoriales arriba mencionadas, a las que hay que sumar ECC, que ostenta los derechos de DC, han elegido recuperar etapas clásicas, tanto del cómic de superhéroes como de otros géneros, en formatos abusivos: tomos recopilatorios de alto número de páginas y de precios ridículos que pocos podemos permitirnos, sobre todo dadas las circunstancias económicas que seguimos atravesando. Las ediciones populares han caído en el olvido, y el público objetivo de los cómics clásicos se ha convertido en selectos coleccionistas, apartando por supuesto a los niños que mencionábamos al comienzo de este artículo. Una prueba de este fenómeno son los temibles Omni Gold de Panini, abominables volúmenes que recogen las primigenias etapas de X-Men, Thor o Spider-man y no bajan de 40€ por tomo. Algo similar ha pasado con la mencionada Marvel Héroes, línea cuyo concepto se ha tergiversado al transformarla en recopilatorios que tampoco bajan de los dos billetes azules, e incluso ascienden a 60 €, como Alpha Flight de John Byrne, de próxima publicación. 

El tochal de la discordia
El anuncio de esta absurdez ha levantado las críticas de los lectores más veteranos del lugar, y Panini ha respondido escudándose en el incremento proporcional de páginas y de precio. Puede que estén en lo cierto y que sea un precio "razonable" para el número de páginas que incluye el monstruoso volumen, pero, ¿por qué no pueden convivir las ediciones de lujo con las populares? Con semejantes tochos, ¿cómo vamos a conseguir que nuevas generaciones de lectores se acerquen a clásicos como Los relatos de Asgard, La saga de las drogas de Spider-man o Superman de John Byrne y descubran la satisfacción de leer cómics por afición? Y, volviendo al punto de partida, ¿qué niños van a convencer a sus padres o se van a sentir atraídos por las criticadas ediciones mastodónticas?


Al comentado estado de los cómics clásicos habría que sumar el precio de las novedades editoriales, cuyos volúmenes estándar no bajan del rango de los 15-20€. Además, si echamos un vistazo al mundo del cómic independiente, que ahora mismo ofrece el panorama más rompedor e interesante en Estados Unidos con la editorial Image a la cabeza, observamos el caos en que se ha convertido la publicación de estas series en España. Con la excepción del éxito de ventas de Los muertos vivientes, nunca sabemos con certeza si determinadas colecciones llegarán a publicarse, en qué formato o bajo qué editorial. 


Para terminar, me gustaría rescatar uno de los puntos comentados en la charla con la que abríamos este artículo. Probablemente, los niños que se convertirán en futuros lectores de cómics, y los nuevos lectores en general, se acercarán al medio gracias a las plataformas digitales. Aplicaciones como ComiXology ofrecen rebajas dedicadas a determinados autores o personajes, algo similar a lo que hace Marvel Infinity. Iniciativas como Thrillbent, capitaneada por Mark Waid, propone a los lectores pagar una suscripción de 4$ mensuales, el precio de una grapa americana, para acceder al creciente catálogo de sus nuevas series, que además experimentan con las posibilidades narrativas que ofrece el medio digital. ¿Habrá futuro para el cómic clásico en el panorama digital? Desde luego, se está terminando con el suyo en las ediciones impresas.

jueves, 21 de agosto de 2014

Guardianes de la galaxia: Epopeya cósmica

El terrícola Peter Quill sobrevive como cazarrecompensas bajo el nombre de Starlord, hasta que se topa con un misterioso orbe codiciado por entidades cósmicas como Ronan el Acusador y Thanos. A punto de desatar una guerra galáctica, Peter huye de sus perseguidores y une fuerzas con un grupo de granujas formado por Drax el Destructor, Gamora, Groot y Mapache Cohete. Han nacido los Guardianes de la galaxia.

Los aficionados al Universo Marvel cinematográfico nos quedamos perplejos cuando anunciaron en 2012 la puesta en marcha de una película dedicada a los Guardianes de la galaxia, un grupo de tercera división que protagonizaba irregulares aventuras futuristas. Además, la película se dedicaría a la última encarnación del grupo, que protagonizó una serie regular de culto escrita por Dan Abnett y Andy Lanning y publicada entre 2008 y 2011 en la que no faltaban el humor ni el espíritu de la aventura. La perplejidad ante semejante propuesta estaba también justificada por el estrepitoso fracaso de recientes películas cósmicas como los bodrios Green Lantern y John Carter. Los primeros avances fueron bastante alentadores, y su estreno en Estados Unidos convirtió a la película en un éxito instantáneo de publico y crítica. Por fin podemos disfrutar de ella en España, y me alegra poder reafirmar que estamos ante un nuevo triunfo de la fórmula de Marvel Studios, una película trepidante, divertida, en la que prima el entretenimiento respetuoso con los espectadores y fiel al espíritu de los personajes que adapta. Todo un logro en la era de las adaptaciones de cómics a la gran pantalla que refuerza el cambio y la aceptación que va experimentando el noveno arte. Si hace unos años le hubieran dicho al niño que leía cómics de Spider-man y X-Men a escondidas que un día oiría hablar de las Gemas del Infinito y de los Celestiales en una película, sinceramente no lo habría creído.


Los responsables de Marvel Studios, Joss Whedon y sobre todo Kevin Feige, han confiado en James Gunn para llevar a los Guardianes al cine. Gunn proviene del mundo de la serie B y es el responsable de los guiones de Amanecer de los muertos y de las horripilantes películas de Scooby Doo. Como director, debutó con la divertida pero cutre Slither, y después parodió a los superhéroes con Super, una versión de Kick-Ass más pasada de rosca. Con Guardianes de la galaxia, Gunn ha demostrado desenvolverse con soltura en el mundo de las superproducciones, de los grandes efectos especiales y del croma verde. Su puesta en escena y sentido de la aventura y del espectáculo se aproxima más al de George Lucas y Steven Spielberg, a quienes homenajea constantemente, que al de Michael Bay y sus horrorosos Transformers. De este modo, los Guardianes se suman al camino seguido por Los Vengadores de Whedon y Star Trek de JJ Abrams. Hay explosiones y batallas espaciales en la película, pero están rodadas con contención y dosificadas a lo largo de una historia dedicada a presentarnos a un nuevo grupo de personajes y el mundo que les rodea. 


Gunn ha escrito el guión junto a Nicole Perlman (Thor). Los dos han conseguido adaptar los cómics de Abnett y Lanning tomándose ciertas licencias como la identidad de Yondu y respetando el tono desenfadado, gamberro y aventurero de los Guardianes. La película conecta con los otros títulos de Marvel Studios gracias a las alusiones a Thanos y las gemas del Infinito, presenta elementos complejos del universo cósmico como Sapeincial, los Nova Corps y hasta los Celestiales, recupera la tecnología de El Señor de los Anillos para la animación de personajes digitales, y homenajea constantemente a Star Wars e Indiana Jones. Precisamente los guiños y referencias juegan un papel importante en esta película, que rinde tributo a la década de los 80 gracias a bromas relacionadas con Footloose y la banda sonora poblada de canciones de Blue Swede, Joan Jett e incluso los Jackson Five, ensombreciendo las partituras de Tyler Bates para la ocasión.


Como es habitual en las producciones de Marvel Studios, el reparto es variado y cumple con corrección. El protagonismo recae en el cómico en alza Chris Pratt (Parks and Recreation, La Lego Película) y de Zoe Saldana en su tercera saga espacial (Avatar), acompañados por un sorprendente Dave Bautista como Drax y por el excelente trabajo de Bradley Cooper y Vin Diesel prestando sus voces a Mapache Cohete y Groot, respectivamente. Los secundarios son todavía más eclécticos, pues aparecen el siempre genial Michael Rooker (The Walking Dead), Benicio Del Toro, Djimon Hounsou, John C. Reilly, Glenn Close y hasta Josh Brolin tiene un cameo como Thanos, mientras que Lee Pace (El Hobbit) da vida a Ronan, convertido en un terrorista fanático . Hablando de cameos, hay que destacar el del legendario Stan Lee quien, a pesar de no haber creado el cómic del grupo en cuestión, cuenta con una breve y canalla aparición en la película. También es recomendable permanecer atentos a las fugaces apariciones de personajes como Cosmo, Adam Warlock y a la divertida escena final.


En definitiva, estamos ante un éxito inesperado de Marvel Studios, una película disfrutable, sumamente entretenida que respeta tanto a los espectadores como el material en que se basa. Una superproducción con espíritu propio que nos hará reír y emocionarnos con las aventuras espaciales de sus protagonistas siguiendo la senda de Iron Man y Los Vengadores.


Para terminar, me gustaría dar las gracias a los amigos de Sensacine por el evento organizado el pasado día 11 en los Cines Callao. Un preestreno dedicado a los años 80 en el que pudimos desenfundar nuestro viejo walkman y disfrutar del ambiente, los cosplay y la película.



martes, 12 de agosto de 2014

Tributo a Robin Williams

Ayer, lunes 11 de agosto, nos sacudió la noticia del fallecimiento del actor Robin Williams. Una noticia trágica y súbita que ha conmocionado al mundo del cine y a los espectadores que lo admirábamos y respetábamos por su trabajo.


Conocido por su faceta cómica y su asombrosa capacidad para improvisar y poner voces, Williams despuntó como actor a finales de la década de 1980 gracias a películas como Good Morning, Vietnam! y al inmortal canto generacional El club de los poetas muertos, que nos invitó a muchos a leer a Walt Whitman y a apreciar la literatura desde otra perspectiva. Posteriormente, Robin Williams se convirtió en el amo y señor de los 90 y en uno de los actores mejor pagados de la industria, protagonizando cine familiar y comedias como Hook, Señora Doubtfire y la gran aventura Jumanji. Aunque también trabajó en películas de dudosa reputación durante esta década, como Más allá de los sueños o El hombre bicentenario, Williams demostró su talento para el drama con interpretaciones únicas como las de Despertares (junto a un impagable Robert De Niro) y El indomable Will Hunting, por la que ganó uno de los dos Oscars que se llevó este clásico moderno. También prestó su voz al mítico genio de Aladdin, apareció en Friends junto a Billy Crystal y colaboró con pequeños papeles en las películas de su amigo Kenneth Branagh como Morir todavía y la magistral Hamlet. Con la llegada del nuevo milenio, participó en Insomnio junto a Al Pacino y pronto su estrella dejó de brillar con fuerza. Williams empezó a trabajar en comedias menores y en películas de escasa trascendencia como El hombre del año y El mayordomo. Recientemente pudimos ver su regreso a la televisión en la serie de la CBS The Crazy Ones, una comedia sencilla y correcta cancelada prematuramente.


Sus compañeros de trabajo sólo tenían elogios para él, como demuestran los recientes comentarios que le han dedicado personalidades como Steve Martin, Conan O'Brien, Michael J. Fox, Steven Spielberg y el mismísimo presidente Obama, pues no somos pocos quienes crecimos con sus películas. Cuentan que, durante el rodaje de La lista de Schindler, Spielberg se hallaba al borde de una profunda depresión, y que Williams le llamaba por teléfono para gastarle bromas y animarle. Cuando Christopher Reeve sufrió el terrible accidente, Williams fue de los primeros en visitar a su viejo amigo en el hospital, haciendo pasarse por un médico ruso que venía a examinarle el recto. Anécdotas de este tipo dicen mucho de su carácter.


En un año marcado por el fallecimiento prematuro de Philip Seymour Hoffman (uno de mis actores favoritos) y por la despedida de Eli Wallach, el legendario Tuco, la pérdida de Robin Williams ha supuesto un duro golpe para el mundo del cine. Dicen que sufría depresión, tenía problemas con las drogas y el alcohol y que puede haberse quitado la vida. Su trabajo siempre será recordado, y sus películas seguirán inspirándonos. Dondequiera que esté, ojalá pueda seguir bromeando con sus amigos Christopher Reeve y John Belushi. Hasta siempre, Robin Williams, y gracias por tus películas.

domingo, 10 de agosto de 2014

¿Quiénes son los Guardianes de la galaxia?

Probablemente, muchos aficionados al Universo Marvel cinematográfico se estarán haciendo esta pregunta mientras esperan impacientes poder ver la nueva entrega del estudio responsable del éxito de Los Vengadores. Incluso puede que muchos lectores de cómics compartan también esta inquietud, pues estamos ante un grupo atípico y de trayectoria irregular. Para comenzar, reconozco no ser un gran entusiasta de las historias cósmicas, ni de Marvel ni de DC con Linterna Verde, sus guerras y múltiples anillos. Adoro las epopeyas espaciales por excelencia, como Star Wars y StarTrek, pero en cuanto a cómic de superhéroes se refiere, prefiero los ambientes urbanos y las batallas contra invasiones alienígenas a las guerras interplanetarias que se desarrollan en la otra punta de la galaxia y en las que intervienen personajes que poco tienen que ver con Spidey y compañía. Aun así, en el caso de Marvel he disfrutado de grandes sagas de fuertes componentes cósmicos, especialmente de las relacionadas con el imperio Shi'ar y el Fénix durante la legendaria etapa de Chris Claremont en X-Men, e incluso buena parte de las aventuras de Thor podrían considerarse cósmicas, dada su fusión de mitología con ciencia ficción.


Volviendo a los Guardianes de la galaxia, el grupo en cuestión nació en 1968. Fue creado por Arnold Drake y Gene Colan como un equipo de superseres capitaneado por el Mayor Vance Astro y Halcón Estelar que defendían la Tierra y sus proximidades en en el año 3007. Estos aventureros del siglo XXXI no gozaron de demasiado éxito y pronto pasaron a ser un grupo de personajes de tercera fila dentro de Marvel, aunque autores como Steve Gerber y el legendario Sal Buscema se encargaron de narrar sus intermitentes historias. Los Guardianes contaron con apariciones esporádicas, como por ejemplo su intervención en La saga de Korvac junto a los Vengadores, y finalmente desaparecieron por completo, sumidos en el olvido, durante la década de los 90.


Este aparente fin de la historia nos lleva hasta 2008. El tándem creativo formado por los guionistas Dan Abnett y Andy Lanning se propuso revitalizar el panorama cósmico de Marvel, lo cual consiguieron con la saga Aniquilación, en la que las hordas de pérfidos seres como Annihilus y Ultrón amenazaron con conquistar el universo. A su conclusión, un grupo de variopintos personajes se dieron cuenta de que el tejido mismo del espacio-tiempo corría el peligro inminente de desmoronarse, comenzando así el fin de nuestro universo, por lo que unieron fuerzas bajo el nombre de los Guardianes de la galaxia. El grupo estaba formado por personajes de distinta índole como Quasar, Adam Warlock, Cosmo (un perro espacial de la Unión Soviética), Bicho, Drax el destructor, Gamora (estos dos últimos creaciones de Jim Starlin, padre de Thanos, el titán loco), Mantis, Groot y Mapache Cohete (pintoresco personaje que nació en una miniserie de cuatro números de 1985 acerca de un mundo de animales parlantes dibujada por Mike Mignola), todos ellos capitaneados por el medio humano Peter Jason Quill, alias Starlord. Esta nueva encarnación de los Guardianes gozó de una serie propia en la que se enfrentaron a amenazas de distinta índole, siempre relacionadas con fisuras en el espacio-tiempo, como los fanáticos de la Iglesia Universal de la Verdad, los Skrull, una revuelta en la Zona Negativa, una guerra de reyes entre los Inhumanos y los Shi’ar, y finalmente lucharon contra Thanos. La serie siempre mantuvo un tono desenfadado, mezclando humor socarrón con ciencia ficción pura y aventura, y muchos consideramos que ésta es la etapa más recomendable para acercarse al grupo que hoy nos ocupa.


Al terminar su colección, algunos de los integrantes de los Guardianes murieron. A casi todos nos sorprendió Marvel cuando anunció en verano de 2011 la puesta en marcha de una película dedicada a estos personajes, a su última encarnación. En mayo de 2012, la Casa de las Ideas lanzó al mercado una nueva cabecera titulada Vengadores, ¡reuníos! en la que aprovechaba el éxito de la película y nos presentaba a un grupo con la misma formación, ahora dentro de continuidad. Escrito por Brian Michael Bendis y dibujado por Mark Bagley, este cómic nos presentó al Capitán América y los suyos enfrentándose a una nueva formación de Zodíaco, hazaña que les llevó a darse de tortas con Thanos y a conocer a unos recuperados de Guardianes de la galaxia, formados ahora por Drax, Gamora, Bicho, Groot, Mapache Cohete y un resucitado Starlord. Aunque intrascendente, esta saga de ocho números resultó sumamente entretenida y sentó las bases de la siguiente fase.


En medio del relanzamiento de Marvel Now!, la editorial publicó una nueva serie dedicada en exclusiva a los Guardianes en 2013. Destinada a revitalizarlos y a preparar el camino para la película, contó con Brian Michael Bendis, uno de los arquitectos de Marvel, al frente del guión. Esta nueva etapa comienza justo donde terminó la mencionada saga de Vengadores, ¡reuníos! Nos presenta al núcleo básico de los Guardianes, a quienes se les van uniendo personajes invitados que comprenden a Iron Man, Ms. Marvel, Veneno y hasta Ángela, de Neil Gaiman, mientras detienen a los Badoon (amenaza en la sombra desde los tiempos de Abnett y Lanning) o colaboran con los X-Men del pasado traídos al presente. Gracias a la labor de Bendis y de dibujantes de primera línea como Steve McNiven (El viejo Logan), Sara Pichelli (Spider-men) o Nick Bradshaw (Lobezno y la Patrulla X), este cómic goza actualmente de un notable éxito de ventas (los cómics gratis de Marvel de 2014 han estado dedicados a ellos y a Mapache Cohete), si bien resulta una serie algo insípida e insustancial debido a los argumentos alargados de Bendis, que convierten a los Guardianes en una versión espacial de sus Vengadores, y a la sucesión constante de bromas entre los personajes.


Las aventuras espaciales y cósmicas están garantizadas gracias a las múltiples etapas que ha vivido este pequeño grupo de defensores espaciales. Mientras esperamos con ganas su película, no es mal momento en absoluto para acercase a los cómics donde nacieron.

lunes, 4 de agosto de 2014

Ronda de reseñas: De hoteles, alienígenas y vampiros

Continuamos reanimando el blog. Si la semana pasada recopilábamos las reseñas de algunas de las películas destinadas a convertirse en los rompetaquillas de 2014, hoy damos un repaso a algunas de las últimas novedades del panorama independiente.


Empezamos con el esperado regreso de Wes Anderson con la particular El gran hotel Budapest. A estas alturas considero casi indiscutible que Anderson es, por méritos propios, uno de los jóvenes maestros surgidos del cine americano durante los últimos veinte años. Posee una excelente carrera plagada de películas de inconfundible sello personal que nos ha dejado obras maestras como Los Tenenbaums o Fantastic Mr. Fox. No obstante, el éxito comercial y el reconocimiento del público no le acompañó hasta el estreno de la entrañable Moonrise Kingdom en 2012. Ya consagrado con legiones de fans, Anderson vuelve con una película sumamente entretenida en la que pueden apreciarse la mayoría de las características de su cine: la trama se desarrolla como una serie de historias dentro de otras, la obsesión por los planos simétricos roza lo enfermizo y el uso de dioramas es un verdadero lujo. La película nos traslada a un hotel del Este de Europa a principios del siglo XX, cuando el gerente y su nuevo botones se ven envueltos en una sucesión de enredos y crímenes desesperados que tienen que ver con la herencia de una huésped ricachona. Se echa en falta el transfondo de las dinámicas familiares que pueblan las películas de Anderson, si bien en esta ocasión la relación paterno-filial ha sido sustituida por una de mentor-alumno entre la pareja protagonista y por escenas de sexo y violencia nunca antes vistas en la filmografía del director. También sorprende la ausencia de canciones pop, aunque no casaban demasiado con la ambientación. Aun así, Alexandre Desplat firma una banda sonora delirante que iguala a su trabajo en Moonrise Kingdom. Muchos de los habituales de Anderson se dejan ver en un reparto coral formado por Willem Dafoe, Adrien Brody, Jeff Goldblum, Edward Norton, Tilda Swinton y por supuesto Owen Wilson, Jason Schwartzman y el gran Bill Murray, a quienes se les suman Saoirse Ronan, Jude Law, Léa Seydoux, el debutante Tony Revolori y un recuperado Ralph Fiennes. El gran hotel Budapest hará las delicias de los incondicionales de Anderson y encandilará al resto, pues posiblemente estemos ante la primera gran película de 2014.



Bastante más desapercibida ha pasado Under the Skin, el nuevo trabajo del director británico Jonathan Glazer (Sexy Beast). Basada en la novela homónima de Michael Faber, la película nos cuenta la historia de una alienígena que se hace pasar por una atractiva mujer para atrapar hombres en Esocia y vender su carne a su raza extraterrestre (sí, es una versión más fina de Mal gusto, la ópera prima de Peter Jackson). Que nadie espere una película de grandes efectos especiales o un thriller tipo La invasión de los ladrones de cuerpos, pues estamos ante un filme abstracto en su ejecución. El ritmo de Under the Skin no es apto para todos los públicos, se recrea en los detalles y las repeticiones y en ocasiones puede llegar a aturdir y aburrir a los presentes. Por suerte, la historia presenta pinceladas interesantes acerca de una alienígena rebelde que descubre su propia humanidad mientras recorre los páramos escoceses. Acompañada de un reparto de desconocidos, Scarlett Johansson brilla con una interpretación contenida y sugerente.



Otra película que apenas ha gozado de distribución es Only Lovers Left Alive, el regreso de Jim Jarmusch. Todavía no he podido acercarme demasiado al trabajo de este autor, pero su nueva película supone un pequeño gran triunfo en su filmografía reciente. Nos narra la historia de una pareja de vampiros, curiosamente apodados Adán y Eva, al borde del hastío existencial debido a los siglos que llevan juntos y a la estupidez que observan en la raza humana del presente. Su anodina normalidad se altera con la llegada de la rebelde vampiresa Ava. Jarmusch compone una película interesante que recupera el concepto del vampiro clásico (nada de Crepúsculos baratos, por favor) en una trama que avanza a paso lento y está cargada de las más diversas referencias culturales (resultan impagables los nombres que adopta el médico que les proporciona sangre humana para su consumo). Puede hacerse demasiado larga, pues sobrepasa las dos horas y el tramo final se resiente. Aun así, merece la pena por recuperar a los vampiros como tal y por las divertidas interpretaciones de Anton Yelchin (Star Trek), Mia Wasikowska (Jane Eyre), Tilda Swinton y el cada vez más versátil Tom Hiddleston, alias Loki.