Cadence Lark, antigua niña prodigio y actriz infantil, ha perdido todo y vive bajo el escrutinio de unos medios de comunicación sin escrúpulos. Mientras tanto, una nueva superheroína se alza como un símbolo de esperanza para una gran ciudad decadente, pero sus buenas intenciones pronto son ensombrecidas por los ataques de furia con que detiene a los malhechores, y que son lo único que destaca la prensa de ella. Como contrapartida, una silueta avanza por las sombras destinada a convertirse en la némesis de "Furious".
En diciembre de 2013, el número 31 de la antología Dark Horse Presents acogió la primera aparición de Furious, cómic creado por el guionista Bryan JL Glass y el dibujante Víctor Santos. Su primer volumen, formado por el mencionado prólogo y una serie limitada de cinco números, ha supuesto una grata sorpresa, un cómic de superhéroes complejo y adulto, breve, conciso y con un acabado espectacular. Sus autores también han sido todo un descubrimiento. El estadounidense Bryan JL Glass comenzó trabajando con pequeños encargos para Marvel, y encontró su voz propia en el mercado independiente al crear junto a Michael Avon Oeming el cómic The Mice Templar, publicado por la editorial Image y que también dibuja Santons tras la marcha de Oeming. El trabajo de Glass en Furious bebe de la vuelta de tuerca al género de los superhéroes que ofrecieron sagas insignes como Watchmen o El regreso del caballero oscuro, y nos presenta a una superheroína primeriza de buenas intenciones a quien la sociedad malinterpreta. Glass también bucea en desarrollo de personajes, particularmente en la motivación de Furious como justiciera y en la trayectoria de la joven actriz Cadence Lark, que busca su lugar en el mundo después de una infancia de éxito y excesos y que nos recordará a ciertas ex-estrellas infantiles. En escasos seis números Glass consigue un cómic equilibrado, de prosa elaborada, acción fluida y personajes con los que simpatizar, una combinación que escasea en el cómic superheroico actual, más preocupado por grandes eventos anuales y por obligar al lector a seguir a la vez cinco series complementarias. Destaca también la influencia de la citada obra de Frank Miller en el retrato de una ciudad decadente y del papel que juegan los medios de comunicación en la trama.
Igual de sorprendente ha sido el trabajo del dibujante español Víctor Santos, cuya obra desconocía. Santos presenta una fuerte influencia del estilo de maestros de la animación como Alex Toth, Bruce Timm y Darwyn Cooke, así como del trazo sencillo y dinámico de artistas como Michael Avon Oeming, Mike Mignola y Frank Miller. En Furious, este estilo nos sacude a los lectores según pasamos cada página, pues presenciamos una narrativa enérgica y trepidante, capaz de alternar momentos de introspección con escenas perturbadoras (en el prólogo y en el tercer número) y con secuencias de acción vertiginosas (atención al número final, no da respiro). Santos se encarga también de las tintas y del color, y su descubrimiento me ha entusiasmado lo suficiente como para situar en los primeros puestos de mi lista de lecturas su trabajo en cómics como Pulp Heroes e Intachable: 30 años de corrupción.
Las interesantes tribulaciones de una superheroína primeriza y un relato complejo que cuenta con un apartado gráfico distinguido convierten a Furious en uno de los cómics más recomendables de lo que llevamos de 2014. La historia termina pero no concluye, así que esperamos con ganas el anuncio de un segundo volumen que siga las puertas abiertas. Mientras, intentaremos dar una oportunidad a The Mice Templar, cómic del que también se cantan alabanzas.