miércoles, 25 de julio de 2012

The Dark Knight Rises (El caballero oscuro: La leyenda renace)


*Este post contiene detalles de la trama de la película.

Ocho años después de la muerte de Harvey Dent, Gotham vive una era de paz nunca antes vista, Batman ha desaparecido y Bruce Wayne vive recluido en la soledad de su mansión. Sin embargo, la llegada de Bane a la ciudad, mercenario al frente de la Liga de las Sombras de Ra's Al Ghul que planea continuar la labor de su maestro, obliga al señor de la noche a volver a la acción sin darse cuenta de la amenaza a la que se enfrenta. En la hora más oscura de Gotham, Batman deberá resurgir de sus cenizas y pedir ayuda al comisario Gordon, la ladrona Catwoman y el joven e idealista policía John Blake para dar una última esperanza a los habitantes de su ciudad.

En la última década, Christopher Nolan se ha afianzado como uno de los pocos directores actuales capaces de combinar la espectacularidad de cine de los grandes estudios con historias que tomen en serio a los espectadores, los desafíen y los sorprendan al mismo tiempo que en ellas se desarrollan los conflictos de unos personajes torturados bien definidos. Gracias a películas como Insomnio, El truco final y Origen, Nolan ha conseguido el reconocimiento del público y de la crítica, además de que ha ido progresando como cineasta y se ha rodeado de un equipo técnico inmejorable. Además, el sello de Nolan también quedó presente en Batman Begins y El caballero oscuro, dos películas brillantes que abordan la mitología del hombre murciélago desde una óptica realista, siempre respetando los cómics y el desarrollo de los personajes. Con The Dark Knight Rises se cierra la trilogía de Batman, y debo reconocer que en esta ocasión no he quedado nada convencido con esta película, creo que a los guionistas, los hermanos christopher y Jonathan Nolan, se les ha ido la mano y no han respetado el espíritu de las dos partes anteriores.


A parte del lapso temporal de ocho años, un tanto excesivo, la película tiene un buen comienzo: nos presentan a dos nuevos villanos tan diferentes como Bane y Catwoman, reaparecen antiguos personajes como Lucius Fox y el comisario Gordon y Batman se ve obligado a volver a la acción en la escena del asalto al edificio de la Bolsa, en la línea de lo visto en las anteriores entregas. Todo bien hasta la primera pelea entre Bane y el murciélago, en la que queda clara la superioridad física del villano y que es bastante fiel a los cómics. No obstante, a partir de aquí comienzan los sinsentidos y continúan hasta el final de la película. 


El plan de Bane resulta bastante absurdo y nada definido, en el fondo quiere destruir Gotham siguiendo las directrices del malogrado Ra's Al Ghul, para lo cual va a detonar una bomba nuclear que la borrará de la faz de la Tierra; eso sí, antes dirige una pseudo-revolución en Gotham que instaura la anarquía en las calles (de la cual se extraen unas lecturas muy pobres acerca de la crisis actual) y homenajea a la saga de cómics Tierra de nadie. Mientras tanto, a Bruce Wayne (quien de la noche y la mañana ha perdido el control y la fortuna de Empresas Wayne) le encierran en una prisión-pozo en la que un anciano se dedica a curarle la espalda a golpes con un discurso nada elaborado acerca del miedo que echa por la borda lo conseguido en Batman Begins. A todo esto, el protagonismo de la película recae en John Blake, personaje introducido con calzador para lucimiento de Joseph Gordon-Levitt (quien no actúa nada mal), ya que su papel de policía honrado sería más propio de Gordon, que en esta entrega está bastante torpe y desdibujado. Continúa la película y, curiosamente, Bruce Wayne se recupera y escapa de la prisión poco antes de que estalle la bomba, nadie sabe cómo recorre medio mundo y llega a Gotham en un abrir y cerrar de ojos, listo para terminar con la revolución. Arranca el tramo final, y los absurdos giros argumentales se suceden sin piedad: una risible carga de la policía desarmada de Gotham contra terroristas mercenarios armados hasta los dientes, un combate torpe entre Batman y Bane, la revelación de que el villano no es más que un peón en manos de Talia Al Ghul, personaje superficial que tiene un final tan estúpido y precipitado como el de Bane; el "sacrificio" de Batman y la supuesta sorpresa de que el policía en realidad se llamaba John "Robin" Blake y de que se va a convertir en el heredero del señor de la noche.

Morgan Freeman tampoco se cree el final de la saga
El principal problema con el que me encontré a la hora de ver The Dark Knight Rises es que todos estos giros argumentales arriba mencionados, más que sorprender y atrapar al espectador, le sacan de la historia y hacen que lo que se nos está narrando en pantalla resulte inverosímil; lo cual no sucedía con las anteriores entregas, que por supuesto tenían sus giros y elementos irreales, como toda película y obra de ficción, pero estaban tan bien construidas y eran tan coherentes consigo mismas que conseguían asombrar y emocionar contando la historia de Batman. 


En The Dark Knight Rises me ha dado la sensación de que se les ha ido la mano demasiado con la historia, no sé si por lo alto que estaba el listón, el fenómeno que supuso El caballero oscuro, las presiones del estudio o las ganas de filmar una tercera entrega trascendente y épica, pero yo desde luego he quedado profundamente decepcionado con el cierre de la trilogía. Además, los personajes no resultan tan creíbles ni están tan bien perfilados como en las anteriores entregas: Alfred revela repentinamente a Bruce el secreto de Rachel de la anterior entrega, Blake (quien ya podría haberse llamado Dick Grayson para el "homenaje" que rinde a Robin como heredero del manto de Batman) adivina la identidad secreta de Bruce Wayne de forma incongruente, el plan y las motivaciones de Bane no están nada bien definidas, a parte de que no es más que un simple peón; Talia carece de profundidad y de la interesante relación con su padre y Bruce de los cómics; y lo más importante, Bruce Wayne jamás se jubilaría a tomar cafés en Florencia, su sentido de la culpabilidad y del deber y su relación con Gotham son tan fuertes que en cómics como El regreso del caballero oscuro y en la serie Batman Beyond le hemos visto ejerciendo como protector de Gotham ya anciano. Los únicos que me han convencido han sido Catwoman, con un enfoque interesante del personaje, y El Espantapájaros, y eso que apenas sale cinco minutos en pantalla.


Respecto al reparto, Nolan sabe rodearse de actores con mucho talento y potencial, aunque si lo más básico, la historia y el desarrollo de los personajes, falla, pocos pueden hacer estos grandes intérpretes con sus respectivos roles. Christian Bale no se luce tanto como en las dos anteriores entregas al dar vida a un Batman contradictorio y sin mucho desarrollo, mientras que Tom Hardy no consigue dar a su villano la complejidad y los matices necesarios a pesar de su trabajo físico y del acento británico exagerado del que dota a Bane, en buena parte debido a la máscara-bozal que le han puesto. Anne Hathaway está correcta sin más como Catwoman, el talento de Marion Cotillard se pierde con un personaje tan tramposo como es su Talia Al Ghul y Joseph Gordon-Levitt demuestra ser un actor que ha crecido mucho en los últimos años capaz de afrontar distintos papeles con la sobriedad necesaria. Gary Oldman no impresiona tanto como hizo antes con su retrato de Jim Gordon, muy desdibujado, y por suerte los veteranos Michael Caine y Morgan Freeman aportan su experiencia y enorme profesionalidad en cada fotograma en el que aparecen. Tampoco están nada mal Liam Neeson y Cillian Murphy en sus respectivos cameos, que aportan continuidad a la saga.


Aunque a nivel argumental no me haya convencido lo más mínimo, hay que reconocer que The Dark Knight Rises tiene una factura técnica impecable. Como escribía más arriba, Christopher Nolan se ha rodeado de un equipo técnico formado por grandes y reconocidos profesionales. En este aspecto destacan la edición de sonido, el montaje de Lee Smith y la fotografía de Wally Pfister, que siempre se mueve entre tonos ocres y azules. Tampoco está nada mal la banda sonora de Hans Zimmer (en esta ocasión han dejado fuera a James Newton Howard), quien repite las conocidas sintonías de las anteriores entregas y compone dos nuevos temas, uno para cada villano, con sus correspondientes variaciones.


Puede que The Dark Knight Rises resulte entretenida como taquillazo veraniego de buena factura a pesar de sus casi tres horas de duración, pero a mí desde luego que no me ha convencido como película ni como cierre de una saga que nos había ofrecido dos grandes filmes, había cambiado el modo de hacer cine de superhéroes y lo más importante, había respetado el espíritu de un icono de los cómics y de la cultura popular como es Batman. Lo poco que me ha gustado de este "renacimiento de la leyenda" ha sido más por nostalgia de las anteriores entregas del Batman de Nolan, por volver a escuchar la banda sonora en una sala de cine y por los homenajes tanto a Batman Begins como a El caballero oscuro que por la historia en sí que The Dark Knight Rises nos cuenta.

viernes, 20 de julio de 2012

¿Quién es Bane?


A principios de la década de los noventa, los responsables de la editorial DC Cómics todavía se preocupaban por encontrar nuevas formas de dar giros interesantes a sus personajes que los hicieran evolucionar y sorprendieran a los lectores, en vez de recurrir a reseteos absurdos. En este contexto, el editor Dennis O'Neil decidió poner a prueba a Batman planteando un desafío con el que Bruce Wayne nunca se había encontrado antes que le haría cuestionarse su papel como protector de Gotham. Así, O'Neil decidió unir las distintas cabeceras del señor de la noche en la saga titulada La caída del murciélago, en la que debutó un nuevo villano: Bane.

Creado por el guionista Chuck Dixon y el dibujante Graham Nolan, Bane nació en la república caribeña de Santa Prisca, en la isla prisión de Peña Duro, donde cumplía condena su madre. Cuando era sólo un niño, se quedó huérfano, de modo que creció enfrentándose a la adversidad y la inmundicia de la cárcel, recurriendo a la violencia para ganarse el respeto del resto de reclusos. Precisamente, fueron ellos quienes le contaron extrañas historias acerca de una ciudad que dominaba un hombre murciélago, leyendas que obsesionaron a Bane y se convirtieron en la motivación que le mantenía con vida. Durante años, se dedicó a cultivar su mente leyendo todo lo que cayera en sus manos; y también a ejercitar su cuerpo, potenciado por los efectos de la droga conocida como Veneno, con la que los dirigentes de la cárcel experimentaban. Cuando llegó el momento, Bane orquestó una fuga similar a la de El conde de Montecristo, y una vez fuera de prisión tenía muy claro su destino: Gotham.


Como buen estratega, Bane planeó con sumo cuidado el modo en que derrotaría a Batman y tomaría el control de Gotham: en lugar de ir directamente a por Bruce Wayne, decidió atacar el Asilo Arkham y liberar a todos los viejos enemigos del hombre murciélago. De este modo, durante las próximas semanas Bruce asumió uno de los mayores retos a los que se había enfrentando nunca al tener que defender su ciudad de psicópatas como El Joker, El Espantapájaros, Dos Caras, Scarface, El Sombrerero Loco, Hiedra Venenosa o Killer Croc, que campaban a sus anchas sembrando el caos. 

Guiado por su fuerza de voluntad férrea y con la inestimable ayuda de amigos como Alfred, Robin, Nightwing, Azrael, Jim Gordon y Harvey Bullock, Bruce se enfrentó a todos y cada uno de sus viejos enemigos, sintiendo la extenuación más absoluta. Justo en este momento, Bane, que había permanecido observando desde las sombras, lanzó su último y mortífero ataque contra Batman, quien sucumbió ante un villano que lo igualaba en fuerza e inteligencia. El murciélago estaba roto y Gotham era de Bane, pero los aliados de Batman no iban a rendirse tan fácilmente, como demostrarían en las sucesivas sagas tituladas La cruzada y La búsqueda, aunque eso ya es otra historia.


El debut de Bane en los cómics supuso una de las sagas más absorbentes y mejor construidas de Batman, además de una de las mayores amenazas a las que se haya enfrentado jamás el hombre murciélago, que contribuyó de manera fundamental a afianzar su posición como protector de Gotham. Esperemos que la intensidad de estos cómics haya quedado reflejada en la inminente tercera entrega de las adaptaciones cinematográficas de Batman dirigidas por Christopher Nolan.

lunes, 16 de julio de 2012

Los Vengadores Secretos, de Warren Ellis


Al comienzo de la Edad Heroica, Ed Brubaker y Mike Deodato crearon Los Vengadores Secretos como una colección paralela a las otras dos cabeceras de los héroes más poderosos de la Tierra. En ella, un grupo reducido de operaciones encubiertas actuaría en la clandestinidad para eliminar amenazas potenciales antes de que la seguridad del mundo estuviese en peligro. El primer arco argumental fue demasiado exagerado, con el grupo liderado por Steve Rogers de misión en Marte (no hay nada más discreto), pero por suerte la colección fue mucho más interesante a continuación, con la conspiración de Fu Manchú, el Consejo de las Sombras y el clon de Nick Furia como villanos principales. Sin embargo, Brubaker abandonó la serie, y los siguientes números dejaron mucho que desear, en gran parte debido a los cruces con la farragosa saga de Miedo Encarnado.

En los últimos meses, la llegada de Warren Ellis a la colección ha conseguido que los Vengadores Secretos tomen un rumbo inesperado. Durante los seis números que ha escrito, el guionista británico ha optado por episodios autoconclusivos, cada uno centrado en una amenaza potencial que el grupo de Steve debe eliminar con el máximo sigilo posible, acentuando así el carácter de grupo de operaciones encubiertas de este equipo de Vengadores. Además, cada cómic ha contado con un tono diferenciado del resto, con tramas que abarcan desde viajes interdimensionales a saltos en el tiempo, mundos que parecen sacados de un videojuego y guiños a películas como El diablo sobre ruedas y al terror cósmico del escritor H. P. Lovecraft. Para conectar todo, Ellis ha usado de hilo conductor al Consejo de las Sombras, enemigos jurados de estos Vengadores, obteniendo historias sumamente entretenidas que exploran el potencial de una colección como ésta. Tal vez lo único que no termine de convencer de esta etapa sea que Ellis no ha ahondado mucho en quiénes son los personajes y sus motivaciones (de hecho hasta se ha negado rotundamente a utilizar al divertido Hombre Hormiga), como sí que hizo en su brillante estancia al frente de los Thunderbolts.


Por si el planteamiento de esta serie no fuese lo suficientemente llamativo, Ellis ha contado con un dibujante distinto para cada número. El primero ha sido Jamie McKelvie, quien sale perdiendo en comparación con sus sucesores por el estilo cartoon demasiado simplón para el tono de la colección. Por suerte le sigue un más que correcto Kev Walker, que imprime rasgos más duros a los personajes, y luego llega David Aja para deslumbrarnos con su trazado limpio en un número en el que homenajea a los dibujos de Escher. Le siguen los oscuros y siempre cumplidores Michael Lark y Alex Maleev, y para cerrar la colección llega el genial Stuart Immonen, que aporta toda su calidad en cada página que dibuja. Además, Los Vengadores Secretos han contado con las portadas de un viejo amigo de Ellis, el elegante John Cassaday.


Después de una temporada dando tumbos, Warren Ellis ha llegado a Los Vengadores Secretos para aportar un nuevo y divertido enfoque que respeta el espíritu de este cómic y ofrece historias arriesgadas y muy adecuadas para el equipo de operaciones encubiertas de Steve Rogers, respaldadas por un equipo artístico de alto nivel. Tras la breve pero intensa estancia de Ellis en la colección, ahora pasa a las manos de uno de los guionistas en ascenso de Marvel, Rick Remender, ¿será capaz de entender a este supergrupo tan bien como Warren Ellis?

viernes, 13 de julio de 2012

The Amazing Spider-man: Versión Ultimate


La vida de Peter Parker, un joven introvertido de Queens, da un giro inesperado cuando encuentra unos documentos que pertenecieron a su padre en el sótano de sus tíos. Intentando resolver la misteriosa desaparición de sus padres, las pistas llevan a Peter hasta Oscorp, empresa de bioingeniería dirigida por Norman Osborn, en la que por accidente sufre la picadura de una araña modificada genéticamente. Poco después, Peter descubre sus habilidades sobrehumanas, inicia una relación con su compañera Gwen Stacy y se ve obligado a convertirse en el asombroso Spider-man para proteger a la ciudad de Nueva York de la amenaza del álter ego del doctor Curt Connors, El Lagarto.

Hace diez años, el director Sam Raimi demostró con su versión de Spider-man protagonizada por Tobey Maguire que no era imposible rodar una película de superhéroes que entretuviese a la vez que respetaba el material original en que se basaba. Raimi volvió a repetir la fórmula con éxito en la segunda parte, con interesantes escenas que ahondaban en las motivaciones del protagonista; pero las presiones del estudio y de los productores hicieron que la historia de Spider-man 3 resultase demasiado forzada, recargada en exceso y hasta ridícula, con las consiguientes duras críticas. Aun así, las cifras en taquilla impulsaron a los responsables de Sony a llevar a cabo un lavado de cara a la franquicia, un reinicio o reboot que narrase de nuevo el origen del personaje para coincidir con su 50 aniversario.


Aunque nos la venden como "la historia jamás contada", The Amazing Spider-man no nos revela nada nuevo acerca del universo del arácnido, sino que resulta un remake/reinicio innecesario, sobre todo teniendo en cuenta lo cercana que está todavía la trilogía de Sam Raimi. Los guionistas James Vanderbilt (Zodiac), Steve Kloves (Harry Potter) y Alvin Sargent (Spider-man) se han basado en la versión Ultimate del personaje de Brian Michael Bendis y Mark Bagley más que en la original de Stan Lee y Steve Ditko para dar un tono más "actual" al mundo de Spider-man, como prueban la misteriosa desaparición de sus padres, su relación con Oscorp, toda la subtrama de la ingeniería genética y hasta la pelea en el instituto Midtown. Las comparaciones con la trilogía anterior son inevitables, y aunque el Peter Parker de The Amazing Spider-man se aleje del de cómics por su faceta de skater y sus aires demasiado "chulescos", el espíritu de esta versión no dista mucho del de las primeras (no como nos vendían) y sí que podemos disfrutar de una película entretenida en general.

El responsable de "re-imaginar" al hombre araña ha sido Marc Webb, realizador de videoclips que debutó con la comedia indie 500 Días juntos, ya considerada de culto. Webb no arriesga demasiado en la dirección, apuesta por un estilo correcto, nada artificioso, con escenas de acción no mucho más elaboradas que las de Raimi, y su innovación más llamativa son los planos en primera persona que parecen sacados del videojuego Mirror's Edge. En su conjunto, la película tiene buen ritmo, Webb combina momentos dramáticos (la muerte del tío Ben sigue resultando igual de emotiva medio siglo después de que fuera escrita) con las escenas de acción justas, algún que otro guiño a películas emblemáticas como La ventana indiscreta o Parque Jurásico y ciertos toques de humor, algunos con un aire indie que recuerdan a su mencionado debut, como las conversaciones entre Gwen y Peter.


El reparto hace un buen trabajo en general, otra cosa es que el carácter de sus personajes sea similar al de los cómics. Andrew Garfield (La red social) consigue que su Peter Parker congenie con los espectadores, si bien ciertos comportamientos (su actitud en clase o cuando vacila a Flash Thompson) lo alejan del personaje de las viñetas. Algo similar pasa con Gwen Stacy, interpretada por una Emma Stone que logra transmitir interesantes matices con su interpretación; mientras que el doctor Curt Connors de Rhys Ifans tiene mucha presencia en pantalla pero poca profundidad (tal vez la historia de su familia hubiese dado más consistencia al personaje, ¿y por qué su plan se parece tanto al de Loki en Los Vengadores?). El resto de secundarios también cumplen, desde la tía May de Sally Field al capitán Stacy de Denis Leary, incluyendo al gran Martin Sheen como el tío Ben; y por supuesto no podemos pasar por alto el cameo de Stan Lee, tan divertido como siempre.

Los efectos especiales están perfectamente integrados en la película, impresiona bastante ver a un estilizado Spider-man balancearse por Nueva York y El Lagarto convence como criatura digital, si bien recuerda más al Killer Croc de Batman que a su homólogo de las viñetas. No se puede decir lo mismo de la banda sonora: las composiciones de James Horner (Avatar) quedan bien con las escenas a las que acompañan, si bien en general resultan bastante vacías y no tan heroicas como la banda sonora de Danny Elfman para la anterior trilogía.


Al terminar la película, llama la atención la ausencia de ciertos personajes claves en el universo del trepamuros como J. Jonah Jameson o Norman y Harry Osborn, y da la sensación de que si Marvel Studios hubiese estado al mando, tal vez el resultado hubiese sido más completo. Aunque no revele nada nuevo acerca del origen de los poderes de Peter Parker, The Amazing Spider-man resulta una digna película de superhéroes, entretenida desde el principio y con un sólido reparto.

miércoles, 11 de julio de 2012

Miedo encarnado: Caos en el Universo Marvel


Pecado, la hija de Cráneo Rojo, está dispuesta a triunfar allí donde fracasó su padre, por lo que localiza unas antiguas instalaciones de la orden de Thule y logra despertar a la Serpiente, una deidad nórdica a la que Odín desterró hace miles de años por el peligro que suponía para los Nueve Mundos. Una vez liberado, la Serpiente convoca los ocho martillos de los Dignos, quienes se apoderan de los cuerpos de Hulk, Juggernaut y la Cosa entre otros, y junto a Pecado se disponen a arrasar todo el Universo Marvel, llevándose por delante a los Vengadores.

La tendencia de los editores de Marvel de organizar un macroevento al año que afecte a la gran mayoría de las colecciones empezó a cansar hace tiempo, sobre todo porque impide que cada serie siga su curso y hace que los mencionados crossovers tengan poco impacto, puesto que casi ningún lector se cree ya eso de que "nada volverá a ser lo mismo". Aun así, en la Casa de las Ideas siguen convencidos de que cada año tiene que estar marcado por un evento de grandes dimensiones, ofreciéndonos sagas de resultados dispares, algunas con propuestas interesantes como Dinastía de M y Civil War, y otras bastante absurdas como Asedio o la que hoy nos ocupa, Miedo encarnado.

En esta ocasión, en Marvel han confiado plenamente en uno de sus guionistas de moda, Matt Fraction, autor de una etapa de la Patrulla X que dejó bastante que desear. La saga de Miedo encarnado no comienza nada mal, trazando un paralelismo con una situación de máxima actualidad como es la incertidumbre y la desconfianza que asolan el mundo en la crisis económica y trasladándola al terreno Marvel. Sin embargo, aquí es donde la saga se va al traste. Fraction decide sacarse de la manga la historia de la Serpiente, un dios nórdico del que nadie nos había hablado cuyo poder no conoce límites; pero lo peor es que el mencionado guionista muestra un preocupante desconocimiento de los personajes a lo largo de siete números: ni sabe cómo hablan, ni sabe cómo actúan personajes tan icónicos como Thor, el Capitán América o Spider-man, dando lugar a escenas realmente vergonzosas que rompen con los cánones de Marvel (cierta huida de Spider-man o el comportamiento temerario de Steve Rogers). Además, todo sucede demasiado rápido, Fraction no da tiempo a profundizar en ningún aspecto de la saga en concreto, y el final es bastante forzado y nada épico (al contrario que la miniserie Avengers Prime), con la consiguiente pérdida de dramatismo alguno y la sensación de no haber impactado a los lectores de ninguna manera.


En el extremo opuesto a la calidad de los guiones de Matt Fraction se encuentra el apartado gráfico. Gracias a su trabajo en cómics como Superman: Identidad Secreta, Ultimate Spider-man o Los Nuevos Vengadores, Stuart Immonen ha demostrado ser uno de los dibujantes más brillantes del panorama actual, con un estilo versátil que le permite amoldarse a lo que la historia requiera sin perder un ápice de calidad. En Miedo encarnado, Immonen deslumbra a cada página, ya sea por el dinamismo de sus lápices o por cómo respeta los cánones del género superheroico, además de que las tintas de su colaborador habitual, Wade von Grawbadger, demuestran ser las que más le favorecen. Una lástima que el guión no haya acompañado a semejante equipo artístico.

Por último, como decía en el segundo párrafo, eventos similares a Miedo encarnado interrumpen de forma abrupta las colecciones regulares y lo que en ellas esté sucediendo. Los tie-ins de las series vengadoras han sido sencillamente penosos, con Bendis intentando narrarnos las reacciones de distintos héroes ante los sucesos de la saga principal sin aportar nada en concreto, lo único que se salvaba eran los dibujos de John Romita Jr. y Chris Bachalo (y no siempre). El único cruce que ha resultado algo coherente ha sido el del Capitán América, en el que Ed Brubaker y Butch Guice aclaran ciertos malentendidos relacionados con Bucky (no iban a dejar que con lo que les había costado construir el mundo del personaje llegara Fraction para hacer lo que quisiera) y sientan las bases para futuras etapas.


Con Miedo encarnado, Marvel vuelve a paralizar sus series regulares para tirar la casa por la ventana con una saga intrascendente, vacía, que no respeta a los personajes ni les aporta nada, de la cual sólo se salva el apartado gráfico. Mientras las series vengadoras luchan por volver a la normalidad, en la editorial ya se vuelcan en el próximo macroevento: Avengers vs. X-Men

viernes, 6 de julio de 2012

Moonrise Kingdom: El regreso de Wes Anderson


Una mañana del verano de 1965, en la isla de New Penzance, en la costa de Nueva Inglaterra, el joven boy scout Sam desaparece del campamento Ivanhoe sin dejar rastro. Al mismo tiempo, en la otra punta de la isla, Suzy se fuga de su desequilibrado hogar. Acto seguido, sus padres acuden a las autoridades de la isla, pero lo que ningún adulto sospecha es que los dos jóvenes habían planeado fugarse en secreto, adentrándose en la naturaleza para buscar un lugar donde dejar atrás sus problemas y poder estar juntos.

Gracias al universo propio que ha ido desarrollando en cada una de sus más que recomendables películas, el estadounidense Wes Anderson es ampliamente reconocido como uno de los cineastas más personales que han debutado en el panorama cinematográfico de los últimos 20 años. Desde que escribiera Bottle Rocket junto a su amigo, el actor Owen Wilson, sus películas se han ganado poco a poco el favor del público, de la crítica e incluso de varios profesionales del medio, hasta el punto de que el mismísimo Martin Scorsese ha manifestado su admiración por el estilo tan particular de este cineasta. Su sello personal salta a la vista en cada una de sus películas, frecuentemente protagonizadas por personajes que se sienten solos, aislados, con dificultades para integrarse en un grupo social determinado y con ciertos problemas propios. Al drama de sus protagonistas se le suman la narrativa caracterísitca del director, muy ágil y rompedora; los golpes de humor absurdo, un cuidado aspecto visual, con un notable predominio de los tonos ocres y amarillentos en la fotografía; un ingenioso uso de la banda sonora y, por supuesto, la presencia de los actores fetiche del director: Bill Murray, Owen Wilson y Jason Schwartzman.


Después de dejarnos boquiabiertos a finales de 2009 con la sensacional Fantastic Mr. Fox, película de animación stop-motion, Wes Anderson vuelve a la acción real y filma todo un ejercicio de estilo con la igualmente recomendable Moonrise Kingdom, que nos cuenta la historia de dos jóvenes enamorados, cada uno incomprendido a su manera, que deciden desafiar las normas establecidas y fugarse juntos a la naturaleza. De este modo, el guión escrito por Roman Coppola y el propio Anderson presenta ciertas influencias de la comedia de enredos El sueño de una noche de verano, de William Shakespeare, y del viaje iniciático del Huckleberry Finn de Mark Twain para después adentrarse en una serie de situaciones que permitirán explorar los conflictos de un reparto coral, en los que queda patente que el mundo de los adultos suele ser mucho más surrealista y absurdo que el de los niños a los que persiguen a lo largo de la película. A su manera, cada personaje está aislado del resto por sus propios problemas (como ya pasaba en la genial Los Tenenbaums) y cuando colisionan unos con otros estalla el conflicto de una película tan llena de detalles como Moonrise Kingdom; en la que, además, Anderson tiene oportunidad de incluir una sutil crítica al mundo del ejército y sus sinsentidos a través del papel que juegan los boy scouts y su organización en la trama.


Por si esto fuera poco, el aspecto visual de Moonrise Kingdom es deslumbrante, la estética de la película es puro Wes Anderson: la cuidada fotografía de tonos amarillentos, el ambiente retro, el pintoresco vestuario de los personajes y los efectos visuales crean una atmósfera única en la que se nota el sello del director. La banda sonora también ayuda a sumergirnos en este entorno tan peculiar ya sea gracias a canciones populares como Kaw-Liga, piezas clásicas de Henry Purcell o las composiciones de Alexandre Desplat, quien parece haber encontrado lo que el director buscaba después de haber trabajado con él en Fantastic Mr. Fox.



El reparto es otro de los puntos más llamativos de la pelicula. En esta ocasión, Wes Anderson ha sido capaz de reunir a actores tan dispares como Bruce Willis, Frances McDormand, Bill Murray y un recuperado Edward Norton (hacía tiempo que no se le veía en un papel a la altura de su talento), todos ellos perfectos a la hora de retratar a unos personajes un tanto anodinos por los conflictos personales que atraviesan. Les acompañan los debutantes y más que convincentes Jared Gilman y Kara Hayward dando vida a la joven pareja que desencadena la historia. Además, Moonrise Kingdom cuenta con las breves apariciones de Tilda Swinton, el gran Harvey Keitel y un hilarante Jason Schwartzman. Tal vez, como señalaba el amigo Oneyros, la única pega sea que con tantos personajes tan bien definidos no hay tiempo suficiente de entrar en profundidad en los problemas de muchos, y que también se echa en falta más tiempo en pantalla de Schwartzman y la presencia de Owen Wilson.


Ingeniosa, dramática, divertida, un tanto surrealista y protagonizada por unos personajes que dan mucho juego, Moonrise Kingdom supone un nuevo triunfo de Wes Anderson, uno de los pocos directores actuales capaces de imprimir su personalísimo toque propio a cada nuevo trabajo. Sin duda, una de las películas del año.

domingo, 1 de julio de 2012

Homeland: Nadie es quien dice ser


Después de permanecer ocho años preso en Irak, el sargento de los marines Nicholas Brody es rescatado por el ejército estadounidense y vuelve a casa para convertirse en un héroe nacional, un icono de la "guerra contra el terror". En medio de las celebraciones, la agente de la CIA Carrie Mathison tiene buenas razones para sospechar que Brody en realidad se ha unido a la red terrorista de Al Qaeda y que planea atentar en Washington D.C. Carrie hará todo lo que esté en su mano y más para demostrar quién es en realidad el sargento, mientras que él intentará recuperarse de las heridas de la guerra y reconciliarse con su familia.

Basándose en la serie israelí Prisoners of War, los guionistas Gideon Raff, Howard Gordon y Alex Gansa han construido las bases sobre las que han desarrollado Homeland, thriller televisivo con un acertado enfoque del drama que viven sus personajes que se ha convertido en una de las mayores sorpresas de la temporada televisiva de 2011-2012, haciéndose con los merecidos Globos de Oro a Mejor Serie Dramática y Mejor Actriz Dramática para su protagonista, Claire Danes.


Homeland se inscribe dentro de las propuestas de la nueva ficción televisiva con un punto de partida que atrapa a los espectadores desde el primer episodio gracias a una combinación perfecta de las tensiones y problemas a los que se enfrentan los personajes con la intriga y los giros de la trama principal, en la que nada es lo que parece y que sufre una nueva vuelta de tuerca con el final de cada capítulo. Además, la serie aborda de modo muy ingenioso conceptos de máxima actualiad relacionados con la situación de los Estados Unidos, los asuntos de seguridad nacional, las campañas por la presidencia y la "guerra contra el terror" después de la muerte de Bin Laden, mostrando un panorama en el que ninguno de los dos bandos juega limpio.

Las intrigas de la trama de Homeland no serían lo mismo sin un reparto tan entregado como el de esta serie. Todos los secundarios están correctos y aportan credibilidad a sus roles, desde Morena Baccarin (V) como la sufrida esposa de Brody hasta la joven Morgan Saylor interpretando a su hija y Mandy Patinkin (Íñigo Montoya en la mítica La princesa prometida) como el tenaz espía Saul Berenson. Destaca especialmente la pareja protagonista, formada por el siempre eficaz Damian Lewis y una brillante Claire Danes. Mientras que el primero cuenta con una larga trayectoria en televisión con series tan recomendables como Life o Hermanos de sangre, la actuación de Danes es sencillamente extraordinaria, construye un personaje lleno de dobleces, obsesionado con su trabajo por motivos que luego se desvelarán, fuerte y frágil al mismo tiempo como es su Carrie Mathison; con razón se llevó el Globo de Oro por un trabajo sensacional. 


A lo largo de sus doce episodios, Homeland consigue atrapar a los espectadores en una compleja red de intrigas relacionadas con el alto espionaje y temas de máxima actualidad, a la vez que explora las dificultades a las que se enfrentan sus protagonistas, unos personajes muy humanos. Altamente recomendable.