El joven Nick Carraway llega desde el Medio Oeste a la bulliciosa Nueva York de los felices años veinte. Allí se encuentra con su prima, Daisy Buchanan, y conoce a su misterioso vecino, Jay Gatsby, famoso por las multitudinarias fiestas que celebra en su mansión de Long Island y por las historias que se cuentan sobre su pasado. Inesperadamente, la fascinación que Nick siente por Gatsby dará paso a una profunda amistad, mientras que el enigmático personaje revela su amor por Daisy y su deseo por retomar su relación justo donde se vio interrumpida en el pasado.
El gran Gatsby, una de las mejores novelas estadounidenses del siglo XX y una de mis favoritas, regresa a la gran pantalla, y en esta ocasión el encargado de adaptar la obra de Francis Scott Fitzgerald ha sido Baz Luhrmann, director de títulos como Moulin Rouge o Australia. Las expectativas relacionados con esta película eran bastante elevadas, además del miedo a que la recargada puesta en escena de este director estropease una historia de semejantes proporciones. Finalmente, el resultado ha sido bastante satisfactorio, si bien varios elementos de la película no me terminaron de convencer.
En líneas generales nos encontramos ante una buena adaptación que funciona bien como película, la historia de Gatsby, su fe en el sueño americano y su lucha por conseguir el amor de Daisy fluyen durante poco más de dos horas de metraje que se hacen muy entretenidas. La fascinación que despierta el protagonista está presente en esta película, hay pasajes que reproducen las palabras de la novela con exactitud y el giro que se le da a la profesión de Nick Carraway para justificar su papel como narrador es bastante interesante, si bien me dio la sensación de que faltan dos escenas de la novela fundamentales en el desarrollo de la trama, como son el momento en que aparece la hija del matrimonio Buchanan (en la película sólo se la ve fugazmente) y el funeral del final, aquí omitido.
El trabajo de Luhmann como director me ha parecido bastante correcto, pues consigue respetar la intensidad de los personajes y la historia, si bien su recargada puesta en escena no ha terminado de convencerme. Los efectos especiales empleados en la recreación de la Nueva York de los años 20 resultan un tanto exagerados, demasiado coloridos, y sumados a la planificación de Luhrmann de ciertas escenas, especialmente las dedicadas a las fiestas o a los coches, dan a la película un tono surrealista que casi la acerca más a la reciente Oz: un mundo de fantasía, que a la persecución de la luz verde que obsesiona a Gatsby. A esto hay que sumarle una banda sonora repleta de canciones actuales que, junto al montaje, choca bastante con el tono de la historia y crea un ambiente enrarecido. Se salvan algunas canciones, como la de Lana Del Rey, pero el tema de Jay-Z ya es otra historia. Sinceramente, una recreación de los años 20 en la línea de lo visto en la serie Boardwalk Empire hubiera favorecido mucho más a la película, pero estamos hablando de Baz Luhrmann como director.
Una de las mayores sorpresas de esta nueva versión de El gran Gatsby es su reparto, capaz de reflejar la personalidad de sus protagonistas, convirtiéndose en los verdaderos motores de la historia. Destacan desde la semi-debutante Elizabeth Debicki como Jordan Baker a un recuperado Tobey Maguire, que hacía tiempo que no se dejaba ver por la gran pantalla. Los roles protagonistas caen en manos de Carey Mulligan (Drive), actriz en ascenso que compone a una Daisy algo más ingenua que la de la novela, mientras que Leonardo DiCaprio se confirma como la elección adecuada para el enigmático e idealista Jay Gatsby. Este actor demuestra de nuevo su implicación en los papeles que interpreta y su capacidad de ofrecer actuaciones intensas, de gran calidad, ya sea poniéndose en la piel del protagonista de Origen, de J. Edgar Hoover o de uno de los iconos de la literatura estadounidense como es Gatsby. Aparte de una nueva prueba del talento de DiCaprio, en el filme nos encontramos con Jason Clarke (Zero Dark Thirty) e Isla Fisher (Rango), que piden más tiempo en pantalla como el matrimonio Wilson, y con una brillante interpretación por parte de Joel Edgerton (también visto en Zero Dark Thirty), capaz de transmitir la fuerza que el personaje de Tom Buchanan requería.
Aparte de sus delirios visuales, la nueva película de Baz Luhrmann consigue captar la esencia de El gran Gatsby y deja que sean sus personajes, interpretados por un reparto entregado de jóvenes actores, quienes nos guíen en esta inmortal tragedia del sueño americano.
Ficha de la película.
Ficha de la película.