Una vez más debo agradecer a
Yota haber podido disfrutar de una de las colecciones más aclamadas en la actualidad por el público y la crítica,
Los Muertos Vivientes, que sorprendentemente ha terminado convirtiéndose en uno de mis
cómics preferidos. ¿Cuáles son los motivos del éxito de esta serie?
Creada hace siete años por el
guionista Robert Kirkman y el dibujante
Tony Moore, su planteamiento es idéntico al de un buen número de películas y libros con
zombis presentes: el día más insospechado los muertos vivientes terminan con la
civilización tal y como la conocemos. Como era de esperar, el origen de la
epidemia que transforma a la gente en seres descerebrados hambrientos de carne humana es totalmente desconocido en un primer momento. Además, la historia se centra en un grupo de supervivientes en este escenario post-apocalíptico, por lo que en principio la colección no dista mucho de ciertos filmes de
George A. Romero e incluso
reúne elementos de novelas pertenecientes al género como
The Road o
Cell.
Sin embargo, el gran acierto de Robert Kirkman ha sido centrar el cómic en los personajes, cómo sus relaciones, valores y distintas personalidades se verán afectadas por una situación tan desoladora, hasta el punto de que la presencia de los zombis puede llegar a ser considerada como el ambiente en que se desarrolla la trama, pues ésta no gira en torno a descubrir la mejor forma de acabar con ellos. El grupo de supervivientes sufrirá numerosos conflictos y sobre todo desgracias en semejante panorama, pero termina siendo un personaje el que resalta sobre el resto: Rick Grimes. Aunque parezca una historia coral, el verdadero motor de Los Muertos Vivientes es su protagonista, un sencillo cabeza de familia que se enfrentará a todo tipo de situaciones espantosas de las cuales extraerá dolorosas experiencias que cambiarán para siempre sus valores morales. En pocas palabras, un protagonista en toda regla.
Desde el primer número, la serie presume de un vistoso blanco y negro, ideal para reflejar los múltiples contrastes presentes en la obra. El dibujante original y co-creador, Tony Moore, tardó poco en abandonar la serie; pero Charlie Adlard, su sustituto, estuvo a la altura e incluso elevó el nivel gráfico de la serie a cotas insospechadas, de modo que sus dibujos junto a los grises de Cliff Rathburn se han convertido en una seña de identidad irreemplazable en la colección.
Los Muertos Vivientes presenta una estructura similar a la de una serie televisiva, con golpes de efecto al final de cada número que dejan a los lectores con ganas de más. Puede que esto, unido a su popularidad, haya sido una de las causas de la adaptación a la pequeña pantalla que prepara en estos momentos el gran director Frank Darabont, en la que cuenta con algunos de sus actores predilectos y cuyo esperado estreno tendrá lugar a comienzos de la próxima temporada.
Posiblemente uno de los mejores cómics que se publican hoy en día, Los Muertos Vivientes es capaz de reflejar la fragilidad y decadencia humanas gracias a su atrevido enfoque, su narrativa directa y dibujo basado en tonos grises, convirtiéndose en una serie única en todos los aspectos.