viernes, 29 de agosto de 2014

Crisis en los precios infinitos

Durante el mes de agosto de 2014, el amigo Moisés Oneyros ha celebrado un ciclo de charlas patrocinadas por fnac dedicadas al mundo de los cómics. Una de ellas fue una mesa redonda titulada ¿Cuál es el público del cómic?, en la que el editor de Marvel en España, Julián Clemente, y el dibujante y animador Víctor Gómez pusieron sobre la mesa varios aspectos relativos al punto en que se encuentra el noveno arte a nivel nacional. Uno de los temas más interesantes tratados, y que sin duda seguirá generando debate en el futuro cercano, fue el modo en que los niños se acercan a los cómics en la actualidad. En la charla se mencionó que las nuevas generaciones conocerán los cómics gracias al formato digital, a través de las tablets en particular, y se señaló que el motivo por el cual permanecerán alejados del papel tradicional será principalmente económico: la crisis económica ha borrado cerca de 10.000 kioscos de España, mientras que las editoriales apuestan por formatos de lujo, accesibles para pocos. Este último punto está estrechamente relacionado con la política editorial que siguen casas como Panini, quienes han protagonizado polémicas declaraciones las últimas semanas al defender su aumento de precios escudándose en las mencionadas lujosas ediciones.


Cuando empecé a coleccionar cómics como afición, fue gracias a los coleccionables semanales. Antes de su llegada, que coincidió con el comienzo de la ola de superpoducciones basadas en superhéroes, atesoraba las grapas y tomos desordenados que iba rescatando de los kioscos, pero el poder leer una etapa clásica en orden cronológico con cierta periodicidad cambió el modo en que veía los cómics, y aquello sucedió gracias a un formato asequible y popular. Leer la etapa de Chris Claremont, John Byrne y John Romita Jr. al frente de La Patrulla X fue una experiencia fascinante que atesoro. A este cómic mutante le siguieron las colecciones dedicadas a Los 4 Fantásticos de John Byrne, Spider-man de Roger Stern, Hulk de Byrne y Peter David, Daredevil de Frank Miller (otro de los cómics que te cambia para siempre) y los orígenes de la serie propia de El Castigador, todas ellas publicadas en tomos semanales de 80 páginas que no superaban los 3 €. Alrededor de esta época, Planeta DeAgostini y Fórum también pusieron en marcha la Biblioteca Marvel, pequeños tomos que recogían los orígenes de la Marvel dorada, en blanco y negro, eso sí. Gracias a ellos redescubrimos maravillas como Los 4 Fantásticos de Stan Lee y Jack Kirby, un cómic fundacional de todo un universo de ficción, Los Vengadores, Dr. Extraño, X-Men, Thor, y posteriormente a Spider-man y Daredevil. Además, este asequible y manejable formato se expandió a otros clásicos del cómic, como las historias de terror de EC y al Drácula de Marv Wolfman y Gene Colan, una delicia para los amantes de la novela original de Bram Stoker.


Alrededor de 2005, cuando Panini adquirió los derechos de Marvel, Planeta siguió apostando por los coleccionables, ahora dedicados a los personajes de DC con los que acababa de hacerse. De este modo, consiguió que muchos lectores recuperásemos etapas fundamentales, ya sin el dominio de Norma y sus tomos exclusivos (ediciones que todavía mantienen hoy en día, véase el universo de Hellboy). Los precios experimentaron cierto aumento, pues los cómics semanales de Batman llegaban a 3.50€; y los de Superman de John Byrne, a 4.50€ (y además presumían de una escandalosa resolución gráfica), pero se seguía apostando por dicho formato. Por otra parte, en sus comienzos, Panini optó por mantener esta política editorial, siguió recuperando clásicos con la Biblioteca Marvel, y con colecciones como Spider-man de John Romita (que cada vez echo más de menos); lanzó un coleccionable dedicado a los X-Men que continuaba justo donde terminó el de Planeta, y otro dedicado al Ultimate Spider-man de Bendis, recogiendo en esta ocasión material mucho más reciente. 


En este punto podemos empezar a hablar del fin de los coleccionables semanales tal y como los conocíamos, pues sencillamente dejaron de editarse. Planeta pasó a publicar tomos de 10 € dedicados primero al Batman post-Cataclismo, y después retapados del primer y del segundo coleccionable que curiosamente dejaban las sagas a medias, jamás autocontenidas en un mismo volumen, para que tuvieras que picar con el siguiente. En septiembre de 2010, Panini sorprendió con la puesta en marcha de Marvel Héroes, tomos quincenales que recogían diversas etapas populares de distintos personajes. Se distribuían en kioscos, costaban 10 € y revivían parte del espíritu del coleccionable al acercar conocidas sagas al gran público, como Asalto a la mansión de Los Vengadores, El Capitán América de John Byrne, o La Segunda Guerra de las armaduras de Iron Man. En mi caso particular, pude hacerme con parte del Daredevil de Ann Nocenti, interesante etapa de denuncia social que es imposible de encontrar en su edición original, y con el Spider-man de J.M. Straczynski y John Romita Jr., que había leído de prestado y considero la última gran etapa del arácnido. 


En la última década, gracias a la enorme influencia de las películas dedicadas a superhéroes y basadas en cómics en general, el tebeo ha pasado de ser una afición marginal a convertirse en un objeto de lujo presente en las grandes superficies, que ahora le reservan secciones cada vez más amplias (si bien la lectura de cómics todavía no se ha extendido ni aceptado socialmente tanto como nos gustaría a algunos). Las editoriales arriba mencionadas, a las que hay que sumar ECC, que ostenta los derechos de DC, han elegido recuperar etapas clásicas, tanto del cómic de superhéroes como de otros géneros, en formatos abusivos: tomos recopilatorios de alto número de páginas y de precios ridículos que pocos podemos permitirnos, sobre todo dadas las circunstancias económicas que seguimos atravesando. Las ediciones populares han caído en el olvido, y el público objetivo de los cómics clásicos se ha convertido en selectos coleccionistas, apartando por supuesto a los niños que mencionábamos al comienzo de este artículo. Una prueba de este fenómeno son los temibles Omni Gold de Panini, abominables volúmenes que recogen las primigenias etapas de X-Men, Thor o Spider-man y no bajan de 40€ por tomo. Algo similar ha pasado con la mencionada Marvel Héroes, línea cuyo concepto se ha tergiversado al transformarla en recopilatorios que tampoco bajan de los dos billetes azules, e incluso ascienden a 60 €, como Alpha Flight de John Byrne, de próxima publicación. 

El tochal de la discordia
El anuncio de esta absurdez ha levantado las críticas de los lectores más veteranos del lugar, y Panini ha respondido escudándose en el incremento proporcional de páginas y de precio. Puede que estén en lo cierto y que sea un precio "razonable" para el número de páginas que incluye el monstruoso volumen, pero, ¿por qué no pueden convivir las ediciones de lujo con las populares? Con semejantes tochos, ¿cómo vamos a conseguir que nuevas generaciones de lectores se acerquen a clásicos como Los relatos de Asgard, La saga de las drogas de Spider-man o Superman de John Byrne y descubran la satisfacción de leer cómics por afición? Y, volviendo al punto de partida, ¿qué niños van a convencer a sus padres o se van a sentir atraídos por las criticadas ediciones mastodónticas?


Al comentado estado de los cómics clásicos habría que sumar el precio de las novedades editoriales, cuyos volúmenes estándar no bajan del rango de los 15-20€. Además, si echamos un vistazo al mundo del cómic independiente, que ahora mismo ofrece el panorama más rompedor e interesante en Estados Unidos con la editorial Image a la cabeza, observamos el caos en que se ha convertido la publicación de estas series en España. Con la excepción del éxito de ventas de Los muertos vivientes, nunca sabemos con certeza si determinadas colecciones llegarán a publicarse, en qué formato o bajo qué editorial. 


Para terminar, me gustaría rescatar uno de los puntos comentados en la charla con la que abríamos este artículo. Probablemente, los niños que se convertirán en futuros lectores de cómics, y los nuevos lectores en general, se acercarán al medio gracias a las plataformas digitales. Aplicaciones como ComiXology ofrecen rebajas dedicadas a determinados autores o personajes, algo similar a lo que hace Marvel Infinity. Iniciativas como Thrillbent, capitaneada por Mark Waid, propone a los lectores pagar una suscripción de 4$ mensuales, el precio de una grapa americana, para acceder al creciente catálogo de sus nuevas series, que además experimentan con las posibilidades narrativas que ofrece el medio digital. ¿Habrá futuro para el cómic clásico en el panorama digital? Desde luego, se está terminando con el suyo en las ediciones impresas.

jueves, 21 de agosto de 2014

Guardianes de la galaxia: Epopeya cósmica

El terrícola Peter Quill sobrevive como cazarrecompensas bajo el nombre de Starlord, hasta que se topa con un misterioso orbe codiciado por entidades cósmicas como Ronan el Acusador y Thanos. A punto de desatar una guerra galáctica, Peter huye de sus perseguidores y une fuerzas con un grupo de granujas formado por Drax el Destructor, Gamora, Groot y Mapache Cohete. Han nacido los Guardianes de la galaxia.

Los aficionados al Universo Marvel cinematográfico nos quedamos perplejos cuando anunciaron en 2012 la puesta en marcha de una película dedicada a los Guardianes de la galaxia, un grupo de tercera división que protagonizaba irregulares aventuras futuristas. Además, la película se dedicaría a la última encarnación del grupo, que protagonizó una serie regular de culto escrita por Dan Abnett y Andy Lanning y publicada entre 2008 y 2011 en la que no faltaban el humor ni el espíritu de la aventura. La perplejidad ante semejante propuesta estaba también justificada por el estrepitoso fracaso de recientes películas cósmicas como los bodrios Green Lantern y John Carter. Los primeros avances fueron bastante alentadores, y su estreno en Estados Unidos convirtió a la película en un éxito instantáneo de publico y crítica. Por fin podemos disfrutar de ella en España, y me alegra poder reafirmar que estamos ante un nuevo triunfo de la fórmula de Marvel Studios, una película trepidante, divertida, en la que prima el entretenimiento respetuoso con los espectadores y fiel al espíritu de los personajes que adapta. Todo un logro en la era de las adaptaciones de cómics a la gran pantalla que refuerza el cambio y la aceptación que va experimentando el noveno arte. Si hace unos años le hubieran dicho al niño que leía cómics de Spider-man y X-Men a escondidas que un día oiría hablar de las Gemas del Infinito y de los Celestiales en una película, sinceramente no lo habría creído.


Los responsables de Marvel Studios, Joss Whedon y sobre todo Kevin Feige, han confiado en James Gunn para llevar a los Guardianes al cine. Gunn proviene del mundo de la serie B y es el responsable de los guiones de Amanecer de los muertos y de las horripilantes películas de Scooby Doo. Como director, debutó con la divertida pero cutre Slither, y después parodió a los superhéroes con Super, una versión de Kick-Ass más pasada de rosca. Con Guardianes de la galaxia, Gunn ha demostrado desenvolverse con soltura en el mundo de las superproducciones, de los grandes efectos especiales y del croma verde. Su puesta en escena y sentido de la aventura y del espectáculo se aproxima más al de George Lucas y Steven Spielberg, a quienes homenajea constantemente, que al de Michael Bay y sus horrorosos Transformers. De este modo, los Guardianes se suman al camino seguido por Los Vengadores de Whedon y Star Trek de JJ Abrams. Hay explosiones y batallas espaciales en la película, pero están rodadas con contención y dosificadas a lo largo de una historia dedicada a presentarnos a un nuevo grupo de personajes y el mundo que les rodea. 


Gunn ha escrito el guión junto a Nicole Perlman (Thor). Los dos han conseguido adaptar los cómics de Abnett y Lanning tomándose ciertas licencias como la identidad de Yondu y respetando el tono desenfadado, gamberro y aventurero de los Guardianes. La película conecta con los otros títulos de Marvel Studios gracias a las alusiones a Thanos y las gemas del Infinito, presenta elementos complejos del universo cósmico como Sapeincial, los Nova Corps y hasta los Celestiales, recupera la tecnología de El Señor de los Anillos para la animación de personajes digitales, y homenajea constantemente a Star Wars e Indiana Jones. Precisamente los guiños y referencias juegan un papel importante en esta película, que rinde tributo a la década de los 80 gracias a bromas relacionadas con Footloose y la banda sonora poblada de canciones de Blue Swede, Joan Jett e incluso los Jackson Five, ensombreciendo las partituras de Tyler Bates para la ocasión.


Como es habitual en las producciones de Marvel Studios, el reparto es variado y cumple con corrección. El protagonismo recae en el cómico en alza Chris Pratt (Parks and Recreation, La Lego Película) y de Zoe Saldana en su tercera saga espacial (Avatar), acompañados por un sorprendente Dave Bautista como Drax y por el excelente trabajo de Bradley Cooper y Vin Diesel prestando sus voces a Mapache Cohete y Groot, respectivamente. Los secundarios son todavía más eclécticos, pues aparecen el siempre genial Michael Rooker (The Walking Dead), Benicio Del Toro, Djimon Hounsou, John C. Reilly, Glenn Close y hasta Josh Brolin tiene un cameo como Thanos, mientras que Lee Pace (El Hobbit) da vida a Ronan, convertido en un terrorista fanático . Hablando de cameos, hay que destacar el del legendario Stan Lee quien, a pesar de no haber creado el cómic del grupo en cuestión, cuenta con una breve y canalla aparición en la película. También es recomendable permanecer atentos a las fugaces apariciones de personajes como Cosmo, Adam Warlock y a la divertida escena final.


En definitiva, estamos ante un éxito inesperado de Marvel Studios, una película disfrutable, sumamente entretenida que respeta tanto a los espectadores como el material en que se basa. Una superproducción con espíritu propio que nos hará reír y emocionarnos con las aventuras espaciales de sus protagonistas siguiendo la senda de Iron Man y Los Vengadores.


Para terminar, me gustaría dar las gracias a los amigos de Sensacine por el evento organizado el pasado día 11 en los Cines Callao. Un preestreno dedicado a los años 80 en el que pudimos desenfundar nuestro viejo walkman y disfrutar del ambiente, los cosplay y la película.



martes, 12 de agosto de 2014

Tributo a Robin Williams

Ayer, lunes 11 de agosto, nos sacudió la noticia del fallecimiento del actor Robin Williams. Una noticia trágica y súbita que ha conmocionado al mundo del cine y a los espectadores que lo admirábamos y respetábamos por su trabajo.


Conocido por su faceta cómica y su asombrosa capacidad para improvisar y poner voces, Williams despuntó como actor a finales de la década de 1980 gracias a películas como Good Morning, Vietnam! y al inmortal canto generacional El club de los poetas muertos, que nos invitó a muchos a leer a Walt Whitman y a apreciar la literatura desde otra perspectiva. Posteriormente, Robin Williams se convirtió en el amo y señor de los 90 y en uno de los actores mejor pagados de la industria, protagonizando cine familiar y comedias como Hook, Señora Doubtfire y la gran aventura Jumanji. Aunque también trabajó en películas de dudosa reputación durante esta década, como Más allá de los sueños o El hombre bicentenario, Williams demostró su talento para el drama con interpretaciones únicas como las de Despertares (junto a un impagable Robert De Niro) y El indomable Will Hunting, por la que ganó uno de los dos Oscars que se llevó este clásico moderno. También prestó su voz al mítico genio de Aladdin, apareció en Friends junto a Billy Crystal y colaboró con pequeños papeles en las películas de su amigo Kenneth Branagh como Morir todavía y la magistral Hamlet. Con la llegada del nuevo milenio, participó en Insomnio junto a Al Pacino y pronto su estrella dejó de brillar con fuerza. Williams empezó a trabajar en comedias menores y en películas de escasa trascendencia como El hombre del año y El mayordomo. Recientemente pudimos ver su regreso a la televisión en la serie de la CBS The Crazy Ones, una comedia sencilla y correcta cancelada prematuramente.


Sus compañeros de trabajo sólo tenían elogios para él, como demuestran los recientes comentarios que le han dedicado personalidades como Steve Martin, Conan O'Brien, Michael J. Fox, Steven Spielberg y el mismísimo presidente Obama, pues no somos pocos quienes crecimos con sus películas. Cuentan que, durante el rodaje de La lista de Schindler, Spielberg se hallaba al borde de una profunda depresión, y que Williams le llamaba por teléfono para gastarle bromas y animarle. Cuando Christopher Reeve sufrió el terrible accidente, Williams fue de los primeros en visitar a su viejo amigo en el hospital, haciendo pasarse por un médico ruso que venía a examinarle el recto. Anécdotas de este tipo dicen mucho de su carácter.


En un año marcado por el fallecimiento prematuro de Philip Seymour Hoffman (uno de mis actores favoritos) y por la despedida de Eli Wallach, el legendario Tuco, la pérdida de Robin Williams ha supuesto un duro golpe para el mundo del cine. Dicen que sufría depresión, tenía problemas con las drogas y el alcohol y que puede haberse quitado la vida. Su trabajo siempre será recordado, y sus películas seguirán inspirándonos. Dondequiera que esté, ojalá pueda seguir bromeando con sus amigos Christopher Reeve y John Belushi. Hasta siempre, Robin Williams, y gracias por tus películas.

domingo, 10 de agosto de 2014

¿Quiénes son los Guardianes de la galaxia?

Probablemente, muchos aficionados al Universo Marvel cinematográfico se estarán haciendo esta pregunta mientras esperan impacientes poder ver la nueva entrega del estudio responsable del éxito de Los Vengadores. Incluso puede que muchos lectores de cómics compartan también esta inquietud, pues estamos ante un grupo atípico y de trayectoria irregular. Para comenzar, reconozco no ser un gran entusiasta de las historias cósmicas, ni de Marvel ni de DC con Linterna Verde, sus guerras y múltiples anillos. Adoro las epopeyas espaciales por excelencia, como Star Wars y StarTrek, pero en cuanto a cómic de superhéroes se refiere, prefiero los ambientes urbanos y las batallas contra invasiones alienígenas a las guerras interplanetarias que se desarrollan en la otra punta de la galaxia y en las que intervienen personajes que poco tienen que ver con Spidey y compañía. Aun así, en el caso de Marvel he disfrutado de grandes sagas de fuertes componentes cósmicos, especialmente de las relacionadas con el imperio Shi'ar y el Fénix durante la legendaria etapa de Chris Claremont en X-Men, e incluso buena parte de las aventuras de Thor podrían considerarse cósmicas, dada su fusión de mitología con ciencia ficción.


Volviendo a los Guardianes de la galaxia, el grupo en cuestión nació en 1968. Fue creado por Arnold Drake y Gene Colan como un equipo de superseres capitaneado por el Mayor Vance Astro y Halcón Estelar que defendían la Tierra y sus proximidades en en el año 3007. Estos aventureros del siglo XXXI no gozaron de demasiado éxito y pronto pasaron a ser un grupo de personajes de tercera fila dentro de Marvel, aunque autores como Steve Gerber y el legendario Sal Buscema se encargaron de narrar sus intermitentes historias. Los Guardianes contaron con apariciones esporádicas, como por ejemplo su intervención en La saga de Korvac junto a los Vengadores, y finalmente desaparecieron por completo, sumidos en el olvido, durante la década de los 90.


Este aparente fin de la historia nos lleva hasta 2008. El tándem creativo formado por los guionistas Dan Abnett y Andy Lanning se propuso revitalizar el panorama cósmico de Marvel, lo cual consiguieron con la saga Aniquilación, en la que las hordas de pérfidos seres como Annihilus y Ultrón amenazaron con conquistar el universo. A su conclusión, un grupo de variopintos personajes se dieron cuenta de que el tejido mismo del espacio-tiempo corría el peligro inminente de desmoronarse, comenzando así el fin de nuestro universo, por lo que unieron fuerzas bajo el nombre de los Guardianes de la galaxia. El grupo estaba formado por personajes de distinta índole como Quasar, Adam Warlock, Cosmo (un perro espacial de la Unión Soviética), Bicho, Drax el destructor, Gamora (estos dos últimos creaciones de Jim Starlin, padre de Thanos, el titán loco), Mantis, Groot y Mapache Cohete (pintoresco personaje que nació en una miniserie de cuatro números de 1985 acerca de un mundo de animales parlantes dibujada por Mike Mignola), todos ellos capitaneados por el medio humano Peter Jason Quill, alias Starlord. Esta nueva encarnación de los Guardianes gozó de una serie propia en la que se enfrentaron a amenazas de distinta índole, siempre relacionadas con fisuras en el espacio-tiempo, como los fanáticos de la Iglesia Universal de la Verdad, los Skrull, una revuelta en la Zona Negativa, una guerra de reyes entre los Inhumanos y los Shi’ar, y finalmente lucharon contra Thanos. La serie siempre mantuvo un tono desenfadado, mezclando humor socarrón con ciencia ficción pura y aventura, y muchos consideramos que ésta es la etapa más recomendable para acercarse al grupo que hoy nos ocupa.


Al terminar su colección, algunos de los integrantes de los Guardianes murieron. A casi todos nos sorprendió Marvel cuando anunció en verano de 2011 la puesta en marcha de una película dedicada a estos personajes, a su última encarnación. En mayo de 2012, la Casa de las Ideas lanzó al mercado una nueva cabecera titulada Vengadores, ¡reuníos! en la que aprovechaba el éxito de la película y nos presentaba a un grupo con la misma formación, ahora dentro de continuidad. Escrito por Brian Michael Bendis y dibujado por Mark Bagley, este cómic nos presentó al Capitán América y los suyos enfrentándose a una nueva formación de Zodíaco, hazaña que les llevó a darse de tortas con Thanos y a conocer a unos recuperados de Guardianes de la galaxia, formados ahora por Drax, Gamora, Bicho, Groot, Mapache Cohete y un resucitado Starlord. Aunque intrascendente, esta saga de ocho números resultó sumamente entretenida y sentó las bases de la siguiente fase.


En medio del relanzamiento de Marvel Now!, la editorial publicó una nueva serie dedicada en exclusiva a los Guardianes en 2013. Destinada a revitalizarlos y a preparar el camino para la película, contó con Brian Michael Bendis, uno de los arquitectos de Marvel, al frente del guión. Esta nueva etapa comienza justo donde terminó la mencionada saga de Vengadores, ¡reuníos! Nos presenta al núcleo básico de los Guardianes, a quienes se les van uniendo personajes invitados que comprenden a Iron Man, Ms. Marvel, Veneno y hasta Ángela, de Neil Gaiman, mientras detienen a los Badoon (amenaza en la sombra desde los tiempos de Abnett y Lanning) o colaboran con los X-Men del pasado traídos al presente. Gracias a la labor de Bendis y de dibujantes de primera línea como Steve McNiven (El viejo Logan), Sara Pichelli (Spider-men) o Nick Bradshaw (Lobezno y la Patrulla X), este cómic goza actualmente de un notable éxito de ventas (los cómics gratis de Marvel de 2014 han estado dedicados a ellos y a Mapache Cohete), si bien resulta una serie algo insípida e insustancial debido a los argumentos alargados de Bendis, que convierten a los Guardianes en una versión espacial de sus Vengadores, y a la sucesión constante de bromas entre los personajes.


Las aventuras espaciales y cósmicas están garantizadas gracias a las múltiples etapas que ha vivido este pequeño grupo de defensores espaciales. Mientras esperamos con ganas su película, no es mal momento en absoluto para acercase a los cómics donde nacieron.

lunes, 4 de agosto de 2014

Ronda de reseñas: De hoteles, alienígenas y vampiros

Continuamos reanimando el blog. Si la semana pasada recopilábamos las reseñas de algunas de las películas destinadas a convertirse en los rompetaquillas de 2014, hoy damos un repaso a algunas de las últimas novedades del panorama independiente.


Empezamos con el esperado regreso de Wes Anderson con la particular El gran hotel Budapest. A estas alturas considero casi indiscutible que Anderson es, por méritos propios, uno de los jóvenes maestros surgidos del cine americano durante los últimos veinte años. Posee una excelente carrera plagada de películas de inconfundible sello personal que nos ha dejado obras maestras como Los Tenenbaums o Fantastic Mr. Fox. No obstante, el éxito comercial y el reconocimiento del público no le acompañó hasta el estreno de la entrañable Moonrise Kingdom en 2012. Ya consagrado con legiones de fans, Anderson vuelve con una película sumamente entretenida en la que pueden apreciarse la mayoría de las características de su cine: la trama se desarrolla como una serie de historias dentro de otras, la obsesión por los planos simétricos roza lo enfermizo y el uso de dioramas es un verdadero lujo. La película nos traslada a un hotel del Este de Europa a principios del siglo XX, cuando el gerente y su nuevo botones se ven envueltos en una sucesión de enredos y crímenes desesperados que tienen que ver con la herencia de una huésped ricachona. Se echa en falta el transfondo de las dinámicas familiares que pueblan las películas de Anderson, si bien en esta ocasión la relación paterno-filial ha sido sustituida por una de mentor-alumno entre la pareja protagonista y por escenas de sexo y violencia nunca antes vistas en la filmografía del director. También sorprende la ausencia de canciones pop, aunque no casaban demasiado con la ambientación. Aun así, Alexandre Desplat firma una banda sonora delirante que iguala a su trabajo en Moonrise Kingdom. Muchos de los habituales de Anderson se dejan ver en un reparto coral formado por Willem Dafoe, Adrien Brody, Jeff Goldblum, Edward Norton, Tilda Swinton y por supuesto Owen Wilson, Jason Schwartzman y el gran Bill Murray, a quienes se les suman Saoirse Ronan, Jude Law, Léa Seydoux, el debutante Tony Revolori y un recuperado Ralph Fiennes. El gran hotel Budapest hará las delicias de los incondicionales de Anderson y encandilará al resto, pues posiblemente estemos ante la primera gran película de 2014.



Bastante más desapercibida ha pasado Under the Skin, el nuevo trabajo del director británico Jonathan Glazer (Sexy Beast). Basada en la novela homónima de Michael Faber, la película nos cuenta la historia de una alienígena que se hace pasar por una atractiva mujer para atrapar hombres en Esocia y vender su carne a su raza extraterrestre (sí, es una versión más fina de Mal gusto, la ópera prima de Peter Jackson). Que nadie espere una película de grandes efectos especiales o un thriller tipo La invasión de los ladrones de cuerpos, pues estamos ante un filme abstracto en su ejecución. El ritmo de Under the Skin no es apto para todos los públicos, se recrea en los detalles y las repeticiones y en ocasiones puede llegar a aturdir y aburrir a los presentes. Por suerte, la historia presenta pinceladas interesantes acerca de una alienígena rebelde que descubre su propia humanidad mientras recorre los páramos escoceses. Acompañada de un reparto de desconocidos, Scarlett Johansson brilla con una interpretación contenida y sugerente.



Otra película que apenas ha gozado de distribución es Only Lovers Left Alive, el regreso de Jim Jarmusch. Todavía no he podido acercarme demasiado al trabajo de este autor, pero su nueva película supone un pequeño gran triunfo en su filmografía reciente. Nos narra la historia de una pareja de vampiros, curiosamente apodados Adán y Eva, al borde del hastío existencial debido a los siglos que llevan juntos y a la estupidez que observan en la raza humana del presente. Su anodina normalidad se altera con la llegada de la rebelde vampiresa Ava. Jarmusch compone una película interesante que recupera el concepto del vampiro clásico (nada de Crepúsculos baratos, por favor) en una trama que avanza a paso lento y está cargada de las más diversas referencias culturales (resultan impagables los nombres que adopta el médico que les proporciona sangre humana para su consumo). Puede hacerse demasiado larga, pues sobrepasa las dos horas y el tramo final se resiente. Aun así, merece la pena por recuperar a los vampiros como tal y por las divertidas interpretaciones de Anton Yelchin (Star Trek), Mia Wasikowska (Jane Eyre), Tilda Swinton y el cada vez más versátil Tom Hiddleston, alias Loki.



sábado, 2 de agosto de 2014

Ronda de reseñas: de capitanes, monstruos y mutantes

Estimados lectores, tras una larga espera, llega el momento de retomar el blog. Será una tarea complicada, después de un tiempo sin actualizar, pero se intentará mantener el ritmo y continuar hablando de cine, cómics y series de televisión con variedad, interés e ilusión. Tenemos pendientes celebrar los aniversarios de distintos personajes que se cumplen en 2014 y recomendar nuevos descubrimientos comiqueros, criticar las maniobras editoriales de Marvel o DC, y por supuesto comentar las últimas temporadas de nuestras series favoritas. Comenzaremos con calma, con una serie de breves reseñas dedicadas a algunas de las películas más sonadas de los últimos meses. Vamos allá.


Marvel Studios continúa con su segunda fase y cumple con las prometidas dos películas por año. La primera estrenada en 2014 también se ha convertido en la más acertada y compensada de la mencionada fase. Nos referimos, por supuesto, a Capitán América: El soldado de invierno. La dirección corre a cargo de los hermanos Russo, quienes han gozado de cierto éxito en el mundo de la televisión, pero en el cine han filmado bodrios como Tú, yo y ahora Dupree (ahí es nada). Para la ocasión, adaptan libremente el comienzo de la celebérrima etapa del guionista Ed Brubaker al frente del cómic del primer vengador, y lo hacen con éxito: consiguen retratar lo que le sucede a Steve Rogers cuando vuelven fantasmas de su pasado y acentúan su condición de hombre fuera de su tiempo, a la vez que inscriben la película dentro del cada vez más complejo universo cinematográfico de Marvel, con los ecos de Los Vengadores y la psicosis que gobierna SHIELD todavía presentes. Si Iron Man 3 seguía los patrones de las buddy movies como Arma Letal; y Thor 2, los de las pelis de invasiones alienígenas; El soldado de invierno abraza el género del espionaje, con agentes dobles y conspiraciones que harían sentirse orgulloso al Jason Bourne de Matt Damon. Mención especial merecen las escenas de acción por las calles de Washington DC, que beben del estilo pulcro de Heat, y por supuesto el reparto, cada vez más amplio. Está capitaneado por Chris Evans, natural en su rol, le acompañan los ya clásicos Samuel L. Jackson, Scarlett Johansson y Cobie Smulders y se les suman acertadas incorporaciones como Anthony Mackie haciendo del Halcón, los futuros Calavera y Sharon Carter, y el veterano Robert Redford. Una película muy completa y divertida, hasta sale Batroc el Saltarín reconvertido en terrorista. Espero que en la tercera entrega vuelva Cráneo Rojo de alguna forma.



Otro de los taquillazos más esperados de 2014 ha sido Godzilla, cuya nueva versión se ha estrenado coincidiendo con el 60º aniversario de la primera película dedicada al monstruo japonés de la era atómica. El guión del renacimiento de este titán llevada años recorriendo los estudios de Hollywood, hasta el punto de que nadie sabe cuántos guionistas retocaron escenas (se cuenta que incluso pasó por las manos de Frank Darabont, y eso que nadie sabe a qué se dedica ahora tras su salida de The Walking Dead). El encargado de dirigirla ha sido Gareth Edwards, director novel que debutó en 2010 con la interesante Monsters, historia de un amor imposible ambientada en una zona de cuarentena poblada por alienígenas en la frontera entre México y Estados Unidos. Ahí es nada. En el caso de Godzilla, Edwards ha contado con el respaldo de Legendary para filmar una película correcta y satisfactoria en líneas generales. La tarea era complicada, nadie sabía si esperar un nuevo y desenfadado Pacific Rim, una versión oscura alejada del material original, o un despropósito de proporciones cósmicas. Por fortuna, Godzilla renace en una película sencilla que da un giro interesante a su origen como protector de la humanidad frente a monstruos de tiempos olvidados. Edwards dosifica las apariciones del titán recurriendo a las técnicas de Spielberg y su Parque Jurásico, como ya hiciera Abrams en Super 8, nos presenta a una pandilla de militares ineptos, una puesta en escena solvente y una historia familiar simplona que no le importa a nadie. Posiblemente éste sea el aspecto más criticado de la película, protagonizada por unos descafeinados y poco creíbles Aaron Taylor-Johnson y Elizabeth Olsen, mientras que el gran Bryan Cranston apenas sale. En resumen, se esperaba más de ella, pero termina como una película entretenida, con apuntes interesantes y una representación decente del monstruo del título. Además hay un pequeño homenaje a Mothra, que será el villano de la confirmada secuela.




Terminamos con una grata sorpresa como ha sido X-Men: Días del futuro pasado. El universo mutante de los cómics es prácticamente imposible de comprender en su totalidad hoy en día, y pobre del lector neófito que lo intente abarcar. Este batiburrillo no tardó en desplazarse al cine, cuando la saga de Fox fue herida de muerte por los bodrios X-Men 3 y X-Men Orígenes: Lobezno. En 2011 llegó un destello de esperanza con X-Men: First Class, precuela sencilla pero divertida y respetuosa con los personajes. Ahora bien, la titánica tarea de conectar las dos etapas de la moribunda franquicia ha caído en manos de Bryan Singer, quien se ha alzado triunfante con la nueva entrega que hoy nos ocupa. Días del futuro pasado adapta la saga homónima de Chris Claremont y John Byrne, todo un hito mutante y del cómic americano en general. Lo hace con ciertas libertades, si bien se mantiene fiel al espíritu de la saga original. La película nos presenta a los mutantes al borde de la extinción, y sólo uno de ellos puede viajar al pasado, a los años 70, para cambiar la historia y salvar a Xavier y los suyos. De esta forma, la película homenajea a las ya clásicas dos primeras partes de Singer, que empezaron todo hace 14 años, y potencia las virtudes de la nueva generación capitaneada por unos brillantes James McAvoy, Michael Fassbender y Jennifer Lawrence, con Nicholas Hoult en menor medida. La combinación perfecta entre aventura, ciencia ficción, activismo mutante y nostalgia, Días del futuro pasado cierra de forma digna la era de Patrick Stewart e Ian McKellen , devuelve a los mutantes al lugar que les corresponde con una película sumamente entretenida y de paso abre la puerta a una nueva entrega: X-Men: Apocalipsis, que tiene pinta de incluir elementos de la celebrada etapa de Rick Remender al frente de X-Force.



En breve volveremos con más reseñas, en esa ocasión dedicadas al rico panorama independiente.