martes, 27 de septiembre de 2011

El árbol de la vida, de Terrence Malick

Debido las circunstancias que envuelven su obra y carrera, Terrence Malick es considerado uno de los cineastas estadounidenses actuales más peculiares. Alcanzó el éxito como director y guionista en 1973, en pleno auge del Nuevo Hollywood, con Malas Tierras, película protagonizada por Sissy Spacek y el gran Martin Sheen centrada en una pareja de jóvenes enamorados que dejan un reguero de sangre y asesinatos en su fuga por los parajes de Montana. Con su mezcla de violencia cruda e imágenes líricas, no tardaría en convertirse en un referente para muchos, influyendo en títulos posteriores como Amor a quemarropa, de Tony Scott, o Asesinos natos, de Oliver Stone.

La siguiente película de Terrence Malick, Días de cielo, tardó cinco años en ver la luz, durante los cuales el director experimentó con la fotografía del mencionado filme, en el que su toque personal se hace notar en la combinación de imágenes líricas, énfasis en la naturaleza y personajes simbólicos. Después de su estreno en 1978, Malick desapareció misteriosamente. Según los rumores, se había trasladado a Francia a trabajar como profesor; y no fue hasta 1998 cuando regresó al cine con unas condiciones de trabajo muy estrictas (entre las que se incluía la prohibición de aparecer en fotografías y distintas imágenes del rodaje). La delgada línea roja, su largometraje sobre la batalla de Guadalcanal en la Segunda Guerra Mundial protagonizado por un reparto estelar, supuso un considerable éxito de crítica, con ciertos cambios en su narrativa que volverían a estar presentes en sus próximos trabajos: El Nuevo Mundo, película centrada en el romance entre Pocahontas (cuyo nombre no se pronuncia en todo el filme) y John Smith que recibió una templada acogida; y el que hoy nos ocupa, El árbol de la vida, que sufrió un rodaje largo y accidentado (de hecho, en un primer momento el protagonista iba a ser interpretado por Heath Ledger) y una postproducción en la que se redujeron las más de seis horas filmadas al montaje final de dos horas veinte minutos.


Ganadora de la Palma de Oro en el Festival de Cannes, El árbol de la vida nos narra la saga familiar de los O'Brien desde el punto de vista de su primogénito, Jack, a quien asaltan multitud de dudas mientras repasa los años que vivió en un área residencial de Texas con su padres y hermanos en la década de 1950. Nos encontramos ante una película inusual por el modo en que está filmada, y sobre todo densa por su contenido y la forma en que lo aborda. Terrence Malick despliega una narración impresionista, en la que una sucesión de imágenes cósmicas da paso a pinceladas de la vida de Jack. La película lanza preguntas acerca de temas tan complejos como la vida, la muerte, o la existencia de una deidad superior a los humanos (en la que se perfilan rasgos propios de las religiones judeocristianas, si bien la película termina optando por un modelo panteísta que defiende la naturaleza como manifestación de la divinidad, al igual que sucede en las anteriores películas de Malick); y para ello emplea una serie de metáforas visuales recurrentes a lo largo de todo el filme (muchas de ellas tomadas de la literatura modernista, como por ejemplo del poema La tierra baldía, de T. S. Eliot): el árbol como símbolo de vida, el agua como fuerza vital y destructora al mismo tiempo, el sufrimiento y belleza presentes en la naturaleza...

Al mismo tiempo, El árbol de la vida propone a los espectadores un viaje lírico a la infancia en el tramo central del filme (para mí el más destacable), de modo que presenciaremos las distintas etapas del crecimiento del joven Jack: cómo aprende a hablar y caminar, su relación con una madre idealizada y un padre duro y represivo (con un fuerte conflicto edípico), su vínculo con sus dos hermanos, sus primeros actos de rebeldía y transgresión... Todo esto es narrado de un modo poco habitual en el que los diálogos y narración secuencial dan paso a imágenes evocadoras, frases sueltas y enseñanzas que quedaron grabadas en la memoria de Jack.


De acuerdo con esta historia impresionista,  en la dirección está muy presente el uso de la steadycam, con planos contrapicados que ensalzan a los personajes y los perfilan en distintos momentos de modo no lineal. Resalta especialmente la cuidada fotografía de Emmanuel Lubezki (quien ya colaboró con Malick en El Nuevo Mundo), con un retrato luminoso de los protagonistas y el mundo natural que los rodea; y en menor medida los efectos especiales supervisados por Douglas Trumbull (2001: Una odisea del espacio), que aunque consiguen imágenes impactantes terminan resultando un tanto cargantes.

En el reparto nos encontraremos con la actriz del momento, Jessica Chastain, que a pesar de sus pocas líneas de diálogo consigue dotar de una presencia embaucadora a su personaje; y con un fantástico Brad Pitt capaz de reflejar en su comportamiento la dureza y cariño con que su personaje trata a sus hijos. Les acompañan los correctos actores debutantes que interpretan a Jack y sus hermanos, y un desaprovechadísimo Sean Penn que apenas cuenta con metraje en pantalla y líneas de diálogo (el protagonista de Mystic River manifestó un desconcierto monumental al descubrir que sus semanas de trabajo con el director habían quedado reducidas a escasos minutos en pantalla).


Ahora bien, el principal inconveniente de esta película puede residir en los sentimientos encontrados que está produciendo: algunos la reciben con abundantes elogios, otros la odian al instante y aplauden aliviados al terminar su proyección; incluso hay quien se ve obligado a abandonar la sala ante el tedio que le produce. Probablemente, su ritmo lento, escenas cósmicas, banda sonora apabullante, carácter lírico y estilo impresionista sean a la vez sus rasgos más distintivos y elementos que consigan a la película más detractores; si bien considero que merece la pena dar una oportunidad a una propuesta tan curiosa, cuyo tratamiento de la historia familiar en el tramo central resulta muy interesante. Además, da la impresión de que la película que Malick prepara para 2012 puede complementar a El árbol de la vida (dedicada a la infancia) al centrarse en la crisis de una joven pareja.

Compleja, densa, de imágenes evocadoras y narrativa impresionista, El árbol de la vida hace gala del estilo personal de un cineasta tan atípico y peculiar como es Terrence Malick para contarnos una historia que algunos detestarán y con la que otros se sentirán identificados.

sábado, 24 de septiembre de 2011

Comienzos de series

Esta semana ha comenzado oficilamente la nueva temporada para la ficción televisiva y, ante el aluvión de series que se avecina entre estrenos y continuaciones, ¿qué mejor que un repaso a algunas de las cabeceras más emblemáticas?

The Pacific: Vale que sea una miniserie y ya haya terminado, pero el canal HBO ha convertido el crear cabeceras para series en todo un arte, como prueban las evocadoras imágenes de The Pacific, acompañadas por la música de Hans Zimmer.


Juego de Tronos: Todavía falta bastante para que regrese su segunda y costosa temporada, aun así, una de las muchas curiosidades de esta serie era cómo cada capítulo nos presentaba los escenarios en que se desarrollaría la acción en la cabecera.


The Office: Una de las mayores incógnitas es qué sucederá tras la marcha de Steve Carell de esta brillante comedia. ¿Estará a la altura? ¿Mantendrá en el ingenio de las anteriores temporadas? Esperemos que la intro siga siendo parecida.


Bored to Death: Después de una segunda temporada en la que aumentaban la diversión y el humor absurdo, Jonathan Ames ha prometido ponérselo más difícil a este peculiar grupo de amigos en la tercera temporada, que contará con la participación de Sarah Silverman, entre otras estrellas invitadas.


Boardwalk Empire: Como demuestra la cabecera, Nucky Thompson verá cómo desafían su imperio en Atlantic City en la segunda temporada. ¿Logrará salir airoso de la tempestad como hizo antes?


¿Cuáles son vuestras favoritas?

martes, 20 de septiembre de 2011

El relanzamiento de DC Cómics

El universo en que se desarrollan las tramas y desenvuelven los personajes de DC Cómics resulta bastante complejo y confuso, en parte por la larga historia de la editorial, los cientos de personajes creados, y las innumerables aventuras que han vivido iconos como Superman, Batman, Wonder Woman, o Flash, a quienes les ha pasado prácticamente de todo.


La carga histórica dificulta a los guionistas la ya de por sí complicada tarea de respetar la continuidad y a la vez atraer a más lectores, obstáculo que los directivos de la editorial han intentado evitar con repetitivos eventos anuales que involucran a varias cabeceras y prometen que nada volverá a ser lo mismo para los superhéroes después de tales sagas (las famosas Crisis de DC). Acostumbrados a esta tendencia, a principios de 2011 la noticia del relanzamiento y reinicio del Universo DC sorprendió a los aficionados y lectores de cómics, quienes no tardaron en expresar su indignación y desconfianza ante esta situación.

Este mes de septiembre, DC iniciaba su ambiciosa maniobra editorial con la publicación de los números uno de sus 52 series regulares. De momento, sólo me he acercado a las colecciones protagonizadas por Batman y Superman. He aquí mis primeras impresiones:

Detective Comics #1
Detective Comics no borra de un plumazo la historia de Batman y vuelve a contarnos sus orígenes, sino que opta por "olvidarse" de lo ocurrido en los últimos años y nos presenta una versión rejuvenecida de Bruce Wayne, quien lleva poco más de un lustro ocultando su rostro bajo el manto del caballero oscuro. De esta forma, volvemos a encontrarnos con situaciones ya narradas, como por ejemplo que la policía de Gotham vea en Batman una amenza (sólo la versión rejuvenecida de Jim Gordon confía en él) o que Bruce demuestre cierta inexperiencia al enfrentarse a villanos como el Joker. El peso de la colección recae por completo en Tony Daniel, quien imita el estilo gráfico de Jim Lee y la narrativa de Frank Miller para la ocasión, si bien consigue despertar un mínimo de interés por la historia a pesar de las circunstancias editoriales mencionadas.

Action Comics #1
En cuanto a Action Comics, resulta vergonzoso lo que Grant Morrison ha hecho con Superman: el guionista escocés ha convertido al hombre de acero en el Spider-man de DC. Los lectores nos encontramos con un jovencísimo Clark Kent que acaba de iniciar su carrera como periodista y vive en un piso alquilado en Metrópolis. Por supuesto, no hace mucho que conoció a Lois Lane y Jimmy Olsen, pero lo más chocante del nuevo Clark es su faceta como Superman: viste unos vaqueros, una camiseta ajustada con el símbolo de la S, y una pequeña capa, y se transforma en el defensor de los inocentes y más desfavorecidos de Metrópolis, una especie de Robin Hood a quien la policía persigue a balazos y el Daily Planet critica sin piedad. Una pena que los dibujos de corte clásico de Rags Morales sean desaprovechados en semejante historia.

Por ahora, las ventas no van nada mal y fortalecen esta artimaña editorial. Es cierto que su competidora, Marvel, también abusa de eventos anuales que alteran el panorama un rato, pero por lo menos "sólo" reiniciaron la historia de Spider-man (que ya es bastante), dejando a un lado lo sucedido en la última década para centrarse en la vertiente juvenil y aventurera del personaje; maniobra editorial que en DC han decidido aplicar a todas sus colecciones, en detrimento de los lectores, como es habitual.

viernes, 16 de septiembre de 2011

Falling Skies: Primera Temporada

Los alienígenas han invadido la Tierra. Sin que los humanos se dieran cuenta, lanzaron un ataque con una tecnología superior sobre las principales ciudades del mundo, que fueron devastadas sin piedad. Seis meses después, los supervivientes se han organizado en varios grupos de milicias que plantan cara a los invasores extraterrestres, averiguando cada vez más sobre ellos para debilitarlos. A una de estas comunidades pertenece Tom Mason, profesor de historia que se ve forzado a convertirse en líder militar para buscar a su hijo Ben, capturado por los alienígenas.

Estrenada por el canal TNT a finales de junio, Falling Skies ha sido una de las series que han gozado de mayor publicidad viral, lo que se ha traducido en un rotundo éxito de audiencia que asegura su segunda temporada. Ficción de diez episodios, fue creada por Robert Rodat (guionista de Salvar al soldado Ryan), quien pidió ayuda a su amigo Steven Spielberg para desarrollar la serie y colaborar en las tareas de producción. Así, Falling Skies mezcla el panorama de La Guerra de los Mundos con la organización de un ejército de resistencia por parte de los humanos al estilo Terminator, añadiendo también fuertes reminiscencias de la Guerra de la Independencia estadounidense.


A lo largo de su primera temporada, conoceremos a los personajes y un poco de lo sucedido tras la invasión alienígena, siempre centrándonos en el núcleo de la resistencia que intenta reconquistar Boston, al cual pertenecen los protagonistas. Entre los aciertos de la serie están su ambientación, el contraste entre el protagonista y el capitán del regimiento al que pertenece, y todos los misterios relacionados con los extraterrestres en cuestión, que generarán más incógnitas por cada pregunta resuelta y es donde reside el verdadero potencial de la serie. Sin embargo, debido a su ritmo inconstante, efectos especiales muy ajustados, y los capítulos que dejan de lado la trama principal para centrarse en la relación de Tom con sus hijos; la serie pierde bastante fuerza, sobre todo si se compara su tono de corte sencillo y simplista con las violentas y elaboradas producciones de canales como HBO (Juego de Tronos) y AMC (The Walking Dead).

A la cabeza del reparto tenemos a Noah Wyle (Urgencias), actor que consigue transmitir fuerza a su personaje, un tipo corriente sumido en una situación extraordinaria. Le acompañan Will Patton (Armageddon) como su contrapartida, un militar testarudo; la correcta Moon Bloodgood (Terminator Salvation) con un papel que gana importancia por momentos, y el joven Drew Roy, quien ofrece una patética y cansina interpretación como el hijo del protagonista, una especie de adolescente engreído que siempre pone las mismas caras, al estilo del hijo de Tom Cruise en La Guerra de los Mundos.


En resumen, Falling Skies es una serie de desarrollo plano y sencillo, sin demasiada fuerza, que basa su potencial en el misterio que envuelve a los alienigenas, de quienes esperamos averiguar más en su segunda temporada, con estreno previsto dentro de un año.

lunes, 12 de septiembre de 2011

Los Vengadores: Las Guerras Asgardianas

Después de los devastadores sucesos de Asedio, los tres Vengadores principales se ven transportados a lo que queda de los Nueve Reinos, ahora sumidos en el caos y sometidos al poder de la diosa Hela. Ante esta situación, Steve Rogers, Thor, y Tony Stark deberán hacer frente a las diferencias que los han distanciado en los últimos años si quieren restaurar la paz y el orden.

Con la intención devolver a los principales héroes de Marvel a su estatus superheroico tras los macroeventos que habían cambiado el panorama editorial, la Edad Heroica ha presentado nuevas alineaciones de autores y personajes en las distintas colecciones vengadoras, entre las que sobresale la miniserie de cinco números Avengers Prime (conocida aquí como Las Guerras Asgardianas, buscando las inexistentes similitudes con la saga homónima de los mutantes). En ella, el guionista Brian Michael Bendis ha tenido la ocasión de desarrollar un argumento necesario para la coherencia del Universo Marvel: lograr la reconciliación de los tres pilares de Los Vengadores. 

Con esta premisa, Bendis firma una colección breve y sumamente entretenida que supera con creces los alargados argumentos de los otros dos títulos que guioniza. En Las Guerras Asgardianas, los lectores encontraremos las dosis justas de humor, aventura, épica, y magia que necesitan Los Vengadores, a la vez que presenciaremos el reencuentro de tres grandes amigos de personalidades bien diferenciadas como son el Capitán América original, Iron Man, y Thor, quienes además se enfrentarán a otro punto clave en el panorama actual de Marvel: el caos imperante en los Nueve Reinos tras el asentamiento de Asgard en la Tierra.

Thor juega un papel fundamental en la saga
Esta historia no sería lo mismo sin los lápices de Alan Davis y las tintas de Mark Farmer, sin duda alguna el punto fuerte de la colección. Este tándem artístico demuestra estar en plena forma (por si a alguien le cabía la menor duda) y nos ofrecen unas páginas magníficas, dinámicas, en las que predomina el estilo clásico repleto de detalles que tanto les caracteriza.
Davis y Farmer en todo su esplendor
Ahora bien, Las Guerras Asgardianas posiblemente sea la única colección vengadora que verdaderamente merezca la pena dentro de la Edad Heroica (lo cual dice mucho de lo que supone este relanzamiento editorial), puesto que los otros dos títulos escritos por Bendis presentan un desarrollo lento de historias que bien podrían resolverse en un par de números (a lo que hay que sumar, en el caso de Los Vengadores, el descuidado apartado gráfico a cargo de John Romita Jr. y Klaus Janson), mientras que a Los Vengadores Secretos de Ed Brubaker les ha costado regresar al planteamiento inicial de grupo de operaciones encubiertas.

jueves, 8 de septiembre de 2011

Hawai 5.0

Nueva versión de la serie creada por Leonard Freeman en 1968, Hawai 5.0 se centra en los casos del cuerpo especial de policía dirigido por Steve McGarrett, antiguo oficial de la marina encargado de desmantelar las redes de crimen organizado que operan en Hawai mientras intenta reunir pistas acerca de las extrañas condiciones en que asesinaron a su padre.

Con este punto de partida, los guionistas y productores Roberto Orci y Alex Kurtzman (que trabajaron junto a J. J. Abrams en Misión Imposible III, Star Trek, y Fringe) desarrollan una serie de corte policíaco que pronto se sumerge de lleno en el terreno de la acción desenfrenada y el entretenimiento puro. En su primera temporada, este grupo de operaciones especiales no dudará en usar la fuerza y dejar de lado las órdenes judiciales para vérselas con la mafia filipina, traficantes de armas, tríadas, terroristas biológicos, crímenes pasionales, y hasta la yakuza; todo ello en un escenario tan alejado de las ciudades habituales en este tipo de series (Nueva York y Los Ángeles) como son las paradisíacas playas y junglas de Hawai, que ocultan más de lo que aparentan. Tampoco podían faltar las subtramas correspondientes al desarrollo de los personajes que articulen la serie, además de la relacionada con el misterio planteado en el primer episodio.


Llama la atención el acabado técnico de la serie, con una fotografía y una planificación de las secuencias de persecuciones y tiroteos más elaboradas que las de unas cuantas películas de acción actuales. Además, sorprende la caracterización de los cuatro protagonistas principales, interpretados por Alex O'Louglin (de la serie Moonlight) dando vida a Steve, un héroe de acción engreído que dispara primero y si acaso pregunta después; Daniel Dae Kim (Jin en Perdidos) como Chin, un policía honrado acusado de aceptar sobornos; Grace Park (Galáctica) en la piel de Kono, policía recién salida de la academia dispuesta a labrarse una reputación; y por Scott Caan (hijo de James Caan), quien puede presumir de tener el papel más divertido de la serie al dar vida a Danny Williams, un antiguo policía de Nueva Jersey bastante socarrón que aporta el contrapunto cómico a Steve y recuerda a John McClane en más de una ocasión.



Gracias a los buenos resultados obtenidos, Hawai 5.0 contará con una nueva temporada en la que los personajes lo tendrán bastante complicado tras el final de la primera. Eso sí, la acción y el entretenimiento están garantizados.

viernes, 2 de septiembre de 2011

Los Muertos Vivientes 13 & 14

*Este post puede revelar detalles del argumento.

Después del cambio de rumbo sucedido en el volumen anterior, nos encontramos con nuestros personajes justo donde los dejamos, en la casi utópica comuna a las afueras de Washington, un refugio demasiado bueno para ser cierto... o al menos eso le parece a Rick. 


Precisamente es en él en quien se centran los guiones de Robert Kirkman a lo largo de los doce números que componen estos dos tomos, de modo que los lectores seremos testigos de cómo los horrores presenciados hasta la fecha han pasado factura al protagonista, un sencillo policía del estado de Georgia que se vio forzado a liderar un grupo de supervivientes si quería proteger a su familia, de lo cual ni siquiera fue capaz. Semejantes sucesos han transformado al personaje a lo largo de la colección, llevándole a tomar decisiones controvertidas y nublando su juicio, lo cual explica su desconfianza ante la comunidad de Washington y sus impulsivas reacciones frente a una nueva situación de peligro que, una vez más, terminará en tragedia.

Aunque queden emsombrecidos por Rick, los demás personajes principales también hacen acto de presencia y se comportan de acuerdo con lo acontecido, por lo que podemos descubrir qué sucede con Michonne, Carl, Glenn, Maggie, Andrea, o Abraham en los nuevos conflictos que se les plantean.


En el apartado gráfico, Charlie Adlard y Cliff Rathburn demuestran que la colección no recibiría tantos elogios sin sus lápices, tintas, y tonos grises. Su trabajo consigue dotar al cómic de un acabado especial, con personajes expresivos y una narrativa clara y fluida que ya son características tan esenciales en Los Muertos Vivientes como los propios zombis o los crueles giros argumentales.

Eso sí, lo único que no me ha convencido ha sido el desenlace, que plantea una situación de difícil solución y deja entrever una posible conclusión para la serie, ¿quizás según nos aproximemos al número 100?


De momento, Los Muertos Vivientes continúa siendo un cómic que merece la pena seguir por cómo atrapa a los lectores con cada nueva entrega, nos hace sufrir con los personajes, y nos deja con la esperanza de que el próximo volumen no tarde mucho en ser publicado, y de que, tal vez, a Rick y los suyos les vaya mejor en él.