martes, 26 de febrero de 2013

Oscars 2012: Reparto de premios

La noche del 24 de febrero tuvo lugar la entrega de los Premios de la Academia de Cine de Hollywood en el Teatro Dolby de Los Ángeles. Al contrario que en la bochornosa ceremonia anterior, en esta edición de los Oscar el nivel estaba muy alto en todas las categorías, y entre las nominadas a Mejor Película nos encontrábamos con títulos tan recomendables, cada uno en su estilo, como la recuperación del thriller clásico de Argo, la reinvención del cine de espías de La noche más oscura, el western pop de Django desencadenado o la perfecta mezcla de drama y comedia de El lado bueno de las cosas.


La gala comenzó bien y mantuvo un ritmo fluido que no la hizo demasiado repetitiva. Seth MacFarlane, creador de Padre de familia, empezó la noche con buen pie, pero pronto sus bromas, herederas del humor que puebla sus creaciones, pusieron de manifiesto que no estábamos ante un presentador con el carisma de Hugh Jackman, si bien cumplió con corrección hasta el final. Los homenajes al género musical se sucedieron a lo largo de la noche, destacando la reunión sobre el escenario de las estrellas de la irregular Los Miserables. También se rindió tributo a los 50 años de la saga Bond, con la interpretación del mítico tema de Goldfinger, e incluso parte de Los Vengadores hicieron acto de presencia, aunque para mí lo mejor fue volver a ver sobre el escenario a leyendas de la interpretación como Dustin Hoffman y Jack Nicholson.

En cuanto a los premios, esta edición se caracterizo por lo repartidos que estuvieron y la ausencia de una clara favorita. Hubo varias sorpresas, como el empate de Skyfall y La noche más oscura en Edición de Sonido, el inmerecido triunfo de Brave como Mejor Película de Animación ante Frankenweenie o ¡Rompe Ralph!, y el éxito de La vida de Pi en Mejor Banda Sonora, fotografía (pobre Roger Deakins, una vez más se va de vacío), así como el de su director, Ang Lee. La categoría de Mejor Actor de Reparto era una de las más reñidas, y al final fue Christoph Waltz quien se hizo con el galardón gracias al parlanchín Dr. Schultz (papel un tanto similar al que ya hizo en Malditos bastardos, pero bueno). Anne Hathaway triunfó como Mejor Actriz de Reparto (yo prefería a Amy Adams) mientras que Jennifer Lawrence se llevó el merecido premio a la Mejor Actriz Principal por su gran trabajo en El lado bueno de las cosas (esperemos que Jessica Chastain sea premiada pronto también). Hubiese preferido que el esfuerzo de su compañero, Bradley Cooper, se hubiese visto recompensado en la categoría de Mejor Actor Principal, en la que el vencedor fue Daniel Day-Lewis por su interpretación de Lincoln, convirtiéndose en el mejor actor de la historia de la Academia con sus tres galardones acumulados hasta la fecha (Jack Nicholson también tiene tres, pero uno es de Mejor Actor de Reparto). Además, Quentin Tarantino y Chris Terrio fueron reconocidos como los mejores guionistas gracias a su labor en Django desencadenado y Argo, respectivamente.

Hasta Walter White estuvo presente en el discurso de Ben Affleck
Con este reparto de premios, queda claro que en la Academia no tienen en mucha estima a Steven Spielberg, que no arrasó como prometía con Lincoln, ni tampoco al nuevo trabajo de Kathryn Bigelow, que se merecía más repercusión. Tampoco parecía que fuesen a premiar el trabajo de Ben Affleck, que quedó absurdamente excluido de la categoría de Mejor Director, pero finalmente se hizo justicia y su trabajo se vio recompensado cuando Grant Heslov, George Clooney y el propio Affleck recogieron el premio a Mejor Película por Argo, consagrándose este último como el gran director que ha demostrado ser después de tres excelentes trabajos tras la cámara. Para terminar, me quedo con las palabras finales del emotivo discurso de Affleck: "It doesn't matter how you get knocked down in life, 'cause that's gonna happen, all that matters is that you gotta get up."

Para consultar el listado completo de los gandores, click aquí.

¿Y a vosotros? ¿Qué os han parecido la gala y el reparto de premios?

sábado, 23 de febrero de 2013

Django desencadenado: Érase una vez en el Oeste


En 1858, el Dr. King Schultz, un cazarrecompensas alemán, libera a un esclavo negro conocido como Django para que le ayude a recorrer el Oeste de Estados Unidos, al borde de la Guerra Civil, en busca de forajidos que llevar ante la ley. En agradecimiento, Schultz acompañará a Django a rescatar a su amada Broomhilda de la plantación de Mississippi donde el despiadado terrateniente Calvin Candie la tiene como esclava.

Cada nuevo trabajo del director y guionista Quentin Tarantino se recibe con gran expectación, pues cuenta con casi tantos detractores como admiradores. Su cine, plagado de referencias cinéfilas, muestra una gran influencia de las convenciones formales del spaghetti western, subgénero popularizado por Sergio Leone (El bueno, el feo y el malo) al que Tarantino ha homenajeado en películas como Kill Bill o Malditos Bastardos, por lo que su nuevo trabajo, un western por derecho propio, tenía especial importancia dentro de la carrera de este peculiar director. Si bien me ha convencido más que sus películas más recientes, Death Proof y Malditos Bastardos, Django me ha parecido un filme muy divertido pero también bastante repetitivo dentro del universo de Tarantino que desde luego no llega a altura de sus dos obras maestras, Reservoir Dogs y Pulp Fiction


La trama de Django usa el contexto de la esclavitud en el sur de Estados Unidos como un mero marco en el que ambientar la película, pues, como ya sucedía con la Segunda Guerra Mundial en su anterior trabajo, el rigor histórico brilla por su ausencia y el espíritu crítico se queda en una burla sarcástica que cuenta con momentos bastante divertidos. Durante las casi tres horas de película, acompañaremos a la pareja protagonista mientras "cazan" forajidos en el Oeste y, posteriormente, veremos cómo se ven superados por Calvin Candie en el segundo tramo, desarrollado en la plantación sureña donde la esposa de Django es una esclava. Las convenciones del western pronto se diluyen, sobre todo en la segunda mitad, y nos encontramos ante la ya clásica historia de venganza tarantiniana, con prolongados diálogos entre los personajes que suelen acabar en una rápida explosión de violencia, lo cual termina restando profundidad a la historia.


Eso sí, a pesar de su duración, Django desencadenado consigue entretener en todo momento, funciona mejor que la historia fragmentada de Malditos Bastardos, y entre sus virtudes puede presumir de la fuerza visual de algunas de sus secuencias, de una buena fotografía y de la siempre curiosa selección musical del amigo Quentin, que incluye canciones muy apropiadas para la ocasión como I Got a Name Trinity (no tanto las canciones de rap, que no pegan demasiado con las imágenes que acompañan) y homenajes a Ennio Morricone y los temas que compuso para Dos mulas y una mujer, el clásico de Don Siegel protagonizado por Clint Eastwood y Shirley MacLaine. Sin embargo, varios elementos, posiblemente en busca de lo cool y lo retro, rompen con la atmósfera de western polvoriento y repercuten en el acabado final, de una ambientación un tanto descompensada.


Al frente del reparto tenemos a Jamie Foxx, correcto sin más dando vida al personaje del título. Los que roban escenas son los secundarios, entre los que se encuentra Christoph Waltz con un personaje similar al que interpretó en Malditos Bastardos, dando vida a un cazarrecompensas parlanchín y carismático. Una de las mejores sorpresas del filme viene con los personajes que interpretan Leonardo DiCaprio y Samuel L. Jackson (toda una alegría verle trabajar de nuevo con Tarantino) como Calvin Candie y su criado, pues ambos han hecho un gran trabajo a la hora de construir a dos personajes crueles que llenan la pantalla en cada aparición. Kerry Washinton no aporta nada como Broomhilda, una simple damisela en apuros, pero para compensar destacan también los cameos de Franco Nero (el Django original), Don Johnson, Jonah Hill y de habituales de Tarantino como Zoe Bell, Tom Savini, Michael Parks o el propio Quentin, todos ellos muy divertidos.


Aunque prefiero la recuperación del western más clásico que proponen películas recientes como Valor de ley o El tren de las 3:10, Django desencadenado consigue entretener en todo momento, cuenta con grandes secundarios y destila el sello personal de un cineasta tan peculiar como Quentin Tarantino.

miércoles, 20 de febrero de 2013

Draper es Gatsby (Mad Men y Scott Fitzgerald), de Jesus (of Suburbia)


Como invitado por la celebración del quinto aniversario del blog, hoy contamos con la presencia de Jesus (of Suburbia), autor del blog Yo no maté al cine, en el que nos ofrece incisivas críticas de películas y series de actualidad además de retrospectivas acerca de ciertos autores cuando una nueva película suya llega a las carteleras. En el artículo de hoy, Jesús nos explica la curiosa relación que existe entre El gran Gatsby de Francis Scott Fitzgerald, una de mis novelas preferidas que pronto contará con una nueva versión cinematográfica, y Mad Men, una de las series de culto actuales.¡Disfrutadlo!

A Don Draper le vemos temporada tras temporada, y en principio hasta dentro de dos años. A Jay Gatsby lo veremos este verano reencarnado en Leonardo Di Caprio en una nueva versión de El Gran Gatsby (siempre Robert Redford para nosotros). ¿Es momento de la comparación? ¿Es una buena comparación?

Los dos son ambiciosos, poderosos, influyentes. De esos tipos a los que admiras y desprecias a la vez. Los admiras porque quieres ser como ellos, pero los desprecias porque no lo consigues. 



Los dos esconden secretos tras una guerra: La I Guerra Mundial supuso una nueva y misteriosa fortuna para Gatsby. La II Guerra Mundial supuso una nueva oportunidad/identidad para Draper.

Y el amor. Gatsby ha logrado todo lo que tiene sólo por un único objetivo: Daisy, casada con Tom Buchanan. Ahora sí, después de todo lo que ha luchado y todo lo que ha tenido que hacer, Daisy debe ser suya. 


Don no cree en el amor (“es algo que inventamos gente como yo para vender medias”) pero quiere a las mujeres, o las utiliza, o las detesta. Es una extraña relación, porque tiene la esposa perfecta (Betty, interpretada por January Jones, una Daisy perfecta) pero necesita a las demás.

Una curiosidad nada casual. Las menciones en Mad Men sobre Scott Fitzgerald son constantes. En unos de los capítulos Betty lee a Fitzgerald. En concreto Babylon Revisited and Other Stories.


Toda esa obsession y todo su secreto llevaron a Gatsby hasta el límite. ¿Ocurrirá lo mismo con Draper?

domingo, 17 de febrero de 2013

El vuelo: El regreso de Robert Zemeckis


Tras una noche de juerga, el piloto Whip Whitaker salva su avión y a la tripulación de lo que podría haberse convertido en un desastroso accidente. Sin embargo, la comisión encargada de investigar el suceso encuentra indicios de que el piloto se encontraba bajo la influencia del alcohol y de otras drogas mientras volaba, lo cual sitúa a Whitaker en una encrucijada moral que le llevará a replantearse quién es.

El vuelo (Flight) supone la vuelta de Robert Zemeckis, director de películas ya clásicas como la trilogía de Regreso al futuro o ¿Quién engañó a Roger Rabbit?, al cine de imagen real después de una década dedicado a experimentar con la animación basada en la captura de movimiento en películas irregulares como Polar Express, Beowulf y Cuento de Navidad. En su regreso, Zemeckis nos trae un drama centrado en el viaje interior que emprende su protagonista y que aborda temas similares a los que ya aparecían en dos de sus películas más destacadas, Forrest Gump y Náufrago.

El guión de El vuelo corre a cargo de John Gatins (Acero Puro) y nos presenta el conflicto moral que afronta un piloto que, aunque salvó su avión de un accidente, volaba ebrio. Con esta premisa se desarrolla una película centrada en las dudas de su protagonista, incapaz de asumir su alcoholismo por los traumas que arrastra de su pasado, y el efecto que esto causa en quienes les rodean. La historia de El vuelo resulta bastante interesante, sobre todo por el conflicto que rodea constantemente al protagonista y los secretos que guarda, si bien es cierto que hay algunas subtramas que no terminan de cerrarse (la participación de la adicta  a la heroína) y que su tono más amable y apaciguado no la convierte en una película tan impactante como otras de temática similar en las que la autodestrucción en la que se halla sumido el protagonista hace revolverse en sus butacas a los espectadores, como sucedía con las indispensables El Luchador, Crazy Heart o la perturbadora Shame.


Además, El vuelo se hace un poco larga (roza las dos horas y media), lo cual no impide que Zemeckis demuestre que se encuentra en forma como narrador. En este apartado destacan las escenas de cierta carga dramática alternadas con otras más cómicas, lo resultonas que quedan canciones míticas como Gimme Shelter, Sympathy for the Devil o With a Little Help from My Friends con ciertas escenas; y sobre todo la secuencia del accidente, que consigue transmitir angustia y tensión nada más empezar la película. Por otra parte, el ritmo decae en algunos tramos y el componente espiritual no termina de encajar con el tono más ambiguo y desenfadado que predomina en el comienzo de la película.


Para su regreso, Zemeckis ha contado con un gran actor que aguanta sobre sus hombros el peso de la película, como ya hiciera Tom Hanks en Náufrago. En esta ocasión, Denzel Washington se pone en la piel de Whitaker, derrochando carisma al plasmar con naturalidad las tribulaciones del protagonista y sus actos más canallas. Le acompañan dos secundarios de peso como Don Cheadle (Iron Man 2) y el siempre genial Bruce Greenwood (Star Trek), Kelly Reilly (Sherlock Holmes) se deja ver con un papel poco perfilado, y John Goodman se confirma como el actor secundario del momento con una breve pero antológica aparición. 


A pesar de sus altibajos, El vuelo es una película que consigue interesar a los espectadores por el destino de su protagonista y la encrucijada moral ante la que se encuentra. Puede cuestionarse su solución más convencional o la prácticamente inexistente banda sonora de Alan Silvestri para la ocasión, pero el regreso de Zemeckis y la interpretación de Washington merecen la pena.

Ficha de la película.

jueves, 14 de febrero de 2013

Sunset Limited, de Meg

Continuamos con la celebración del quinto aniversario, para la cual hoy contamos con una colaboración muy especial. Como firma invitada tenemos a Meg, una de las blogueras más activas que conozco, pues en su blog, Cazando Estrellas, nos recomienda con total sinceridad libros, películas, música y mucho más, se muestra dispuesta a leer novedades y recomendarlas y, por si esto fuera poco, siempre tiene un comentario amable para las entradas de los blogs que sigue. Meg ha tenido el detalle de dedicar su artículo a uno de los escritores por los que siento verdadera fascinación, Cormac McCarthy, en concreto a su obra The Sunset Limited. Voy corriendo a leerla según os dejo disfrutando de este artículo.

"La visión pesimista es siempre la correcta. Cuando leemos la historia de la humanidad estamos leyendo una saga de derramamiento de sangre, de codicia y de locura, cuyo alcance nadie puede ignorar. Aun así, imaginamos que el futuro será de alguna manera diferente. No tengo ni idea  de cómo estamos aquí todavía, pero lo que es seguro es que no vamos a durar mucho más".

Los que  hayan leído varias obras de este autor habrán reconocido en este párrafo su sello: la desesperanza y desilusión, la mísera y decepcionante naturaleza del ser humano y de la vida en sí propias de Cormac McCarthy. Sabiendo que se trata de un escritor que a Mike le gusta mucho, he decidido felicitarlo en su aniversario bloguero con esta reseña.


En cuanto a la sinopsis, "El Sunset Limited" cuenta la historia que tiene lugar a partir de un encuentro fortuito de dos adultos en el metro de Nueva York. Estos dos extraños, de los que no llegamos a saber el nombre (refiriéndose a ellos el autor por el color de su piel),  entablan una conversación a vida o muerte. El blanco es un profesor universitario que, a pesar de disfrutar de una amplia cultura y de una posición acomodada, vive sumido en la desesperación. El negro, sin embargo, a pesar de haber llevado una vida marcada por la violencia y la adicción a las drogas, mantiene una férrea esperanza gracias a su fe.

Nos encontramos pues con una breve pero intensa novela que refleja a través de sus protagonistas dos actitudes radicalmente opuestas ante la vida. Dos personas muy fuertes: el blanco, por encarar la muerte y el negro, por encarar la vida. El blanco representa el pesimismo y la oscuridad, la ausencia de sentido alguno de la vida. Por contra, el negro representa la esperanza, el optimismo, la fe y creencia en un más allá que permite que ocurran las cosas con alguna finalidad aunque la desconozcamos.

Fotograma de la adaptación de The Sunset Limited dirigida por Tommy Lee Jones
Debo decir que me ha asombrado la profundidad que alcanzan los personajes siendo una historia tan corta y en la que, como comenté antes, no llegamos ni a saber sus nombres. En mi caso, me he sentido más identificada con la postura del hombre negro, quien por cierto expone sus argumentos con dosis de humor "negro"  en gran parte del diálogo que tiene lugar entre ellos, detalle que me ha gustado mucho. No obstante, creo que entre el blanco y el negro existe el gris (si se me permite este juego de palabras y colores), y siempre cabe una posición intermedia que no queda reflejada en la novela.

Se trata de un libro de estructura teatral, con ausencia de las descripciones que observé en otro de los títulos de McCarthy, La carretera.

En general me ha gustado mucho. Lo recomiendo.

Cormac McCarthy está considerado como uno de los cuatro mayores novelistas norteamericanos de su tiempo, junto a Thomas Pynchon, Don DeLillo y Philip Roth. Para saber más del él, pinchad aquí.

lunes, 11 de febrero de 2013

El cine, el tren y la vida, de Juan Roures

Como firma invitada, hoy contamos con la colaboración de Juan Roures, guionista y autor del refrescante  blog La estación del fotograma perdido, que irrumpió con fuerza en la blogosfera hace relativamente poco tiempo. En él, Juan nos propone un viaje a través de distintos aspectos del cine, desde el maquillaje a aproximaciones al trabajo de directores concretos, con lo que se trata de un espacio del que siempre saldremos con alguna nueva recomendación que ver, contagiados por la pasión por el cine que transmite su autor. En su artículo para el aniversario de este blog comprobaremos lo intenso que puede llegar a ser el vínculo entre el tren y el séptimo arte. ¡Disfrutadlo!


Un paisaje. Una locomotora. El humo. La cámara de cine. Desde sus inicios, el tren y el cine han estado ligados de un modo tan práctico como poético. Los trenes unen personas, unen lugares… unen personas a esos lugares. Y ¿no es eso lo que hace el cine? Ay, el cine; el cine nos une a lugares que nunca imaginamos explorar; nos adentra en la mente de personas a las que nunca esperamos comprender; nos hace soñar, a veces sin darnos cuenta.

Pocas creaciones del hombre han resistido el paso del tiempo como lo ha hecho el tren. La silueta de la primera locomotora, datada en 1814 como producto de la revolución industrial, impactó en su momento y sigue haciéndolo 200 años después. De todas las aportaciones del hombre a este mundo, el tren es la que mejor se integra con la naturaleza, la más bella y poética. Muchos me llevarán la contraria en esto, pero siento que el arte que mejor se integra con la vida, por su manera de reflejarla y transmitirla, es el cine.

Cuando en 1895 los hermanos Lumière presentaron la primera proyección cinematográfica de la historia, el público se asustó ante un tren que se acercaba a la pantalla; parecía que saldría de ella y arrollaría a los espectadores. Meteros en la mente de alguien que nunca ha visto una grabación de la realidad y dejará de parecer ridículo. Se trataba de Llegada del tren a la estación de la Ciotat, un cortometraje sin narrativa alguna de un minuto de duración que no mostraba más que lo anunciado por su título. Lo que empezó como una técnica abstracta, se convirtió en muy poco tiempo en un arte muy elaborado. En 1903, Edwin S. Porter demostró que el montaje es la auténtica esencia del cine, la forma de hacer encajar todas las piezas, con Asalto y robo de un tren. Sí, otro tren.

Desde sus inicios, ha habido una conexión especial entre el cine y el tren, convertido en el transporte más cinematográfico, quizá debido a que la vista desde un tren es muy similar a una panorámica de cine. “¡El paisaje pasa volando!”, exclama la criatura mitológica Coo al asomarse por la ventana de un tren por primera vez en su vida en El verano de Coo (Hara, 2007). Los raíles evitan movimientos bruscos y permiten disfrutar del paisaje en paz. Sobre raíles se coloca también el traveling, una de las técnicas cinematográficas más empleadas, que consiste en colocar la cámara sobre raíles para facilitar su movimiento y obtener planos imposibles.

Un viaje en tren no es un simple desplazamiento de un lugar a otro, sino que suele convertirse en parte de la aventura. Un tren permite dormir, charlar y contemplar el paisaje. Lo importante no es la meta, sino lo que nos lleva a ella. Sencillos viajes en tren son la causa de toda la acción de míticos films como Extraños en un tren (Hitchcock, 1951), donde dos asesinos intercambian víctimas para evitar sospechas, u Olvídate de mí (Gondry, 2004), donde una extraña pareja se conoce por primera vez… ¿o se conocían de antes? En Kiseki (milagro) (Kore-eda, 2011) se dice que los sueños de quien contemple dos trenes cruzarse se harán realidad; y hay una serie de niños dispuesta a comprobarlo.

Marilyn Monroe y una decena de chicas en camisón se acumula en una única litera ante un inolvidable travestido Jack Lemmon en el tren de Con faldas y a lo loco (Wilder, 1959). Tiempo antes, los geniales Buster Keaton y los Hermanos Marx ya habían sacado partido cómico de este medio de transporte en sus respectivas El maquinista de la General (Keaton y Bruckman, 1926) y Los hermanos Marx en el oeste (Buzzell, 1940).


¿Qué mejor símbolo del viaje que el tren? El expreso de Shanghai (Sternberg, 1932), La vuelta al mundo en 80 días (Anderson, 1956), Pasaje a la India (Lean, 1982) y Viaje a Darjeeling (Anderson, 2007) nos adentran en lugares inexplorados llenos de misticismo. El tren incluso conecta la realidad y la fantasía: el expreso de Hogwarts une los dos mundos de Harry Potter y la piedra filosofal (Columbus, 2001): aburrido y gris el primero, emocionante y mágico el segundo, mientras que el Polar Express (Zemeckis, 2004) nos adentra en el mismísimo corazón de la Navidad. Con el cine podemos conectar nuestro aburrido mundo al que queramos y dejarnos llevar a través de nuevos horizontes.

Los trenes deben ser saboteados en El tren (Frankenheimer, 1964), El puente sobre el río Kwai (Lean, 1956) y Europa (Trier, 1991), en las que se convierten en un personaje más, pero suelen suponen la conexión de personas a lugares amados o que, sencillamente, despiertan un poderoso sentimiento de nostalgia, como en el caso de Volver a empezar (Cuerda, 1982). En Japón, donde la modernización hace peligrar la vida familiar tradicional, el tren supone a menudo el único modo de comunicación entre padres e hijos, entre lo viejo y lo nuevo, entre la tradición y la modernidad, como muestran las maravillosas Cuentos de Tokyo (Ozu, 1953), Café Lumière (Hou, 2004) y Still walking (Kore-eda, 2008). El tren es símbolo de la sociedad moderna, en la que las ajetreadas vidas de la gente no dejan fijarse en las de los demás; en la que cada uno viaja por su carril sin salirse de él.

El tren simboliza un viaje. ¿Y qué es el cine sino un viaje inolvidable al corazón de sus personajes y la emoción de sus historias? Cada estación supone el comienzo de viajes, de miles –millones– de historias. En la Estación central de Brasil (Salles, 1998), una mujer decide hacerse cargo de un huérfano que dará sentido a su vida; en otras estaciones, surgen historias de amor por pura casualidad, como muestran Breve encuentro (Lean, 1945) y Antes del amanecer (Linklater, 1995). Pero el andén más recordado será siempre el 9 ¾, al que sólo se puede acceder corriendo con decisión contra el muro situado entre los andenes 9 y 10, confiando, eso sí, en que la entrada no esté cerrada como les ocurrió a Harry y Ron en Harry Potter y la cámara de los secretos (Columbus, 2002).


Una estación de tren es compleja como la vida misma. Algunos trenes llegan antes de su hora y otros llegan demasiado tarde. Cada persona llega, espera y sube a un tren repleto de personas a las que únicamente une el trayecto a realizar; o eso es lo que creen. Quien lo toma por primera vez, deambula perdido en busca de alguna señal, pero para la mayoría ya es una rutina. Y, con la llegada de cada tren, nuevas vidas aparecen en la estación por primera vez y otras la abandonan para nunca regresar. La invención de Hugo (Scorsese, 2011) entrelaza la vida de un huérfano en una estación de tren con la del viejo cineasta George Méliès para unir una vez más el cine, el tren y la vida. La vida es un ir y venir de trenes. Nuestra es la decisión de cuáles tomar. O, lo que es más importante, de cuáles dejar pasar.

viernes, 8 de febrero de 2013

Vengadores, ¡reuníos!


Una nueva formación del renacido grupo terrorista conocido como Zodíaco consigue hacerse con distintos objetos de poder a lo largo del mundo, lo cual pone en alerta a los Vengadores. Una pintoresca alineación de los Héroes más poderosos de la Tierra compuesta por el Capitán América, Thor, Iron Man, Hulk, la Viuda Negra y Ojo de Halcón sigue la pista de los villanos, lo cual les lleva a un viaje interestelar e interdimensional en el que se las verán con un belicoso imperio alienígena, entidades cósmicas e incluso con el mismísimo Thanos. ¿Qué trama en esta ocasión el Titán Loco?

Coincidiendo con el estreno de la película de Los Vengadores, en Marvel decidieron aprovechar la ocasión para lanzar al mercado una nueva colección que contase con la misma formación que la versión fílmica del cómic para captar nuevos lectores y de paso aumentar las ventas. El encargado fue, cómo no, Brian Michael Bendis, el guionista estrella de la editorial y máximo responsable de este grupo de héroes en su etapa actual. Además, en el inicio de esta colección contaría con la ayuda de un viejo amigo, el dibujante Mark Bagley, con quien ya trabajó en Ultimate Spider-man durante más de cien números.


A primera vista, Vengadores, ¡reuníos! puede parecer una colección realizada únicamente para aprovecharse del éxito de la película, totalmente innecesaria (será que no hay muchas que no lo son en Marvel). Sin embargo, la lectura de sus ocho primeros números demuestra que Bendis ha hecho un buen trabajo contando una historia épica y entretenida, a la altura de lo que estos héroes merecen. Libre de eventos editoriales que condicionen el desarrollo del cómic, Bendis recupera el concepto clásico de Vengadores, el de grandes héroes unidos frente a una amenaza común, y deja de lado las tramas urbanas de sus Nuevos Vengadores para contarnos una historia divertida en la que se respira el espíritu de la aventura a cada página y la espectacularidad y los fuegos de artificio priman por encima de lo demás. Sin embargo, hay que reconocer que el desarrollo de los personajes queda un poco de lado y que la influencia de la película se nota demasiado, sobre todo con la participación de Los Guardianes de la Galaxia y de Thanos como villano.

Podría decirse que el trabajo de Mark Bagley a los lápices es lo más destacable de este cómic. Bagley narra como pocos, con una fluidez y un dinamismo propios de los grandes autores del cómic de superhéroes. Sus caracterizaciones de personajes tan emblemáticos como Hulk, Iron Man o el Capitán América son sensacionales, y las batallas cuentan con todo lujo de detalles. El único punto negativo del apartado gráfico son las tintas de Danny Miki, un entintador bastante sucio que ya estropeó el trabajo de Carlos Pacheco en Ultimate Avengers y aquí hace lo mismo con el de Bagley.


En su arco argumental inicial, Vengadores, ¡reuníos! nos ofrece una historia sencilla, llena de acción y aventuras, fiel al espíritu clásico de los héroes más poderosos de Marvel que además supone la oportunidad ideal para acercar a los cómics a todos aquellos que quedaron encantados con la reciente película. Eso sí, dudo que merezca la pena seguirla, pues Bendis y Bagley abandonan la colección, que promete convertirse en un título más de los Vengadores en manos del nuevo equipo creativo.

martes, 5 de febrero de 2013

La promoción de las películas, de Néstor Company

Continuamos con la celebración del aniversario del blog, y hoy tenemos de invitado a Néstor Company, uno de los blogueros que más admiro. Néstor es el atuor de El Cine de Hollywood, bitácora en la que escribe desde 2006 acerca de las últimas novedades cinematográficas. No sólo eso, sino que además consigue sumergirnos de lleno en los entresijos de la industria cinematográfica, dando lugar a interesantes debates entre los comentaristas, y además ha viajado en varias ocasiones a la Meca del cine, por lo que no debñeis perderos sus artículos dedicados a la fascinante historia de Hollywood. En el artículo de hoy no habla de un fenómeno bastante preocupante para los espectadores y que puede llevarnos a perder el factor sorpresa en la sala de cine. ¡Que lo disfrutéis!


La promoción de las películas, en la era de las redes sociales, ha cambiado totalmente los esquemas tradicionales. El tráiler del film sigue siendo una parte importante de la promoción pero ha perdido exclusividad. Actualmente, los grandes blockbusters tienen que venderse también a través de las diferentes redes sociales con una campaña de informaciones diseminadas en los meses previos e incluso mediante  juegos que la audiencia de internet debe descifrar y que permiten el acceso a contenidos exclusivos y a novedades de última hora acerca de la película en cuestión. El marketing viral es ahora un elemento clave en la promoción de las grandes películas puesto que permite fidelizar a un importante sector del público muchos meses antes del estreno. Esto generará una grandísima afluencia los primeros fines de semana, con salas repletas de espectadores ávidos por presenciar algo que han seguido casi desde su gestación.

La industria cinematográfica está sacando partido de esta tendencia de marketing y es más que evidente que una buena parte de la recaudación en taquilla se ha labrado en los sites de internet a lo largo de los meses e incluso años previos.

Pero esta tendencia inevitablemente favorable puede, en ocasiones, atentar contra el secretismo que siempre debe reinar en un rodaje para que los detalles más relevantes de su argumento no salgan a la luz antes de tiempo. En este sentido, es muy factible actualmente ver fotos del rodaje de una película desde el día 1. Y eso, en muchas ocasiones, puede romper  la “inocencia” con la que el espectador debe llegar a la sala de proyección.  Casi podríamos decir que, en ocasiones, estamos sobre-informados. Ese exceso puede llegar a ser peligroso para una película y ya estamos viendo cómo, desde los propios estudios, tienen que realizarse campañas de desinformación organizadas para intentar desvirtuar filtraciones que amenazan con romper las sorpresas argumentales que los guionistas, con su denodado esfuerzo, han incluido en sus libretos.

Durante el pasado año, se han vivido dos situaciones muy claras que explicitan, de forma diáfana, lo que he tratado de explicar en el inicio de este artículo.  Dos de los grandes blockbusters del año, The Dark Knight Rises y Skyfall, son los protagonistas de las incidencias.

Empecemos con la épica conclusión de la saga que ha dirigido Christopher Nolan. El rodaje de The Dark Knight Rises fue absolutamente monitorizado desde su inicio en la India, durante el mes de mayo de 2011, y su finalización en las calles de Nueva York a finales de noviembre. Tras una fase de filmación importante en Inglaterra (quizá la mejor controlada a nivel de filtraciones), el equipo llegó a Pittsburgh en el mes de julio y, durante tres semanas, convirtió a la Steel City en la Gotham ocupada por los mercenarios de Bane.


Las filtraciones, interesadas o no, nos desvelaban que se estaba rodando una escena de masas en que la policía de Gotham y los mercenarios de la renacida Liga de las Sombras libraban una auténtica batalla campal ante las escaleras de un edificio gubernamental. Batman y Bane, liderando a los dos bandos, entablaban un combate cuerpo a cuerpo a plena luz del día. Existían videos de baja calidad que circulaban por internet mostrando gran parte de la secuencia desde un punto fijo. Se estaban revelando detalles importantes pero, en cualquier caso, no fue nada comparado con unas imágenes de Marion Cotillard, enfundada en un traje parecido al de los mercenarios, dirigiéndose hacia uno de los tumblers sustraídos a Bruce Wayne. La pose de la actriz era, indudablemente, de mando. Por lo que ya, en ese momento, se descubrió que los rumores que apuntaban hacia el hecho de que interpretaba a Thalia al Ghul, eran totalmente ciertos. A partir de entonces, asistimos a una campaña de negación de la verdad por parte de Warner Brothers, reafirmándose en que Cotillard interpretaba a una ejecutiva de Empresas Wayne llamada Miranda Tate. Las imágenes, según esta declaración oficial, estaban fuera de contexto y no debían tomarse como un indicio de que su personaje tuviera que ver con Thalia.

Hasta se llegó al punto de hacer que la propia actriz desmintiera nuevamente esos rumores de casting, en lo que suponía una mentira monumental que, tras el estreno del film, Cotillard reconoció que tuvo que asumir para mantener el suspense de aquellos seguidores más ingenuos. En resumen, una situación no pretendida que no perjudicó a la película pero que rompió una de las sorpresas más inquietantes de la cinta. Esa escena final entre ella, Batman y Bane, podría haber tenido más fuerza si se hubiera preservado la sorpresa.

El segundo caso reseñable ocurrió en Skyfall. Cuando en otoño de 2011 se anunció la contratación de Naomie Harris, ya hubo algunos medios digitales que advirtieron de que interpretaría a Moneypenny. ¿Hubo una filtración en Eon? ¿Fue interesada o desinteresada? Eso se puede dejar a la especulación pero lo que sabemos seguro es que Eon y Sony Pictures empezaron a desinformar, de forma urgente,  anunciando que el personaje de Harris era una agente de campo llamada Eve. Un papel “ni remotamente parecido al de la fiel secretaria de M”. Como en el caso anterior, la propia actriz tuvo que colaborar en la campaña de desvío de atención corroborando la versión oficial con las siguientes palabras: “Eve is not remotely office-bound”.



Hay que admitir que, en este segundo caso, los implicados fueron más hábiles y consiguieron que colara más la explicación, aduciendo al hecho de que determinados medios digitales se habían precipitado en sus informaciones. Pero algo quedó en las mentes de los aficionados y es evidente que la sorpresa final, en el despacho de M, podría haber sido algo más relevante de no haber salido aquella primera noticia.

En conclusión, queremos estar informados de las novedades cinéfilas y conocer muchos detalles pero debe haber un límite. Tenemos que seguir yendo al cine desconociendo elementos importantes de la trama y esta regla de oro está cada vez más en peligro por la abundancia de personas y medios que tienen la habilidad de filtrar datos que rebasan lo asumible. Las productoras y distribuidoras deben hacer una profunda reflexión sobre todo ello y, aprovechando los grandes beneficios de la sociedad en red, disponer también los recursos necesarios para que lo esencial no llegue al espectador antes de verlo en la sala. Lo ocurrido este año debería servir como toque de alerta.

viernes, 1 de febrero de 2013

La narrativa de la locura, de Emily Roberts

Empezamos con las colaboraciones de las firmas invitadas para celebrar el quinto aniversario de este blog. Hoy contamos con la distinguida presencia de mi amiga Emily Roberts, autora del blog de poesía Cold Mornings y de la emotiva novela Lila, que desde aquí os recomiendo. Como la gran experta en literatura que es, Emily nos trae un artículo sumamente interesante en el que nos hace reflexionar acerca del vínculo entre la mujer y la locura en numerosas obras literarias y fílmicas. ¡Disfrutadlo!



I am mad the way young girls are mad
(Anne Sexton)
I shut my eyes and all the world drops dead.
(I think I made you up inside my head.)
(Sylvia Plath)

En su ensayo “Estar enfermo” (“On Being Ill”), Virginia Woolf se extraña de lo común que es la enfermedad en el día a día y lo poco que aparece en la literatura. Aunque este texto casi siempre es interpretado en referencia a la enfermedad física, me gustaría tratar también el tema de la enfermedad mental en la literatura, más presente de lo que creemos. Me gustaría hacer un repaso de obras que, personalmente, me parece que reflejan bien el tema, pero esto no es sino una pequeña colección personal, por lo que todas las sugerencias serán bienvenidas en los comentarios. (He incluido entre paréntesis el título original de todos).


            Si bien la obra por excelencia de locura, sobre todo femenina, es el roman à clef  de Sylvia Plath, La campana de cristal (The Bell Jar), crónica semi-autobiográfica de su primera depresión a los diecinueve años y el ingreso en una clínica psiquiátrica donde fue sometida a tratamiento de electrochoque. Pero quizá su más claro precedente sea el no tan conocido (fuera del ámbito filológico) relato “El papel de pared amarillo” (“The Yellow Wallpaper”) de Charlotte Perkins Gilman, que narra en primera persona, estilo diario como Plath, un síndrome de depresión post-parto mal tratado: la paciente es aislada del mundo, separada de su marido y su bebé y encerrada en una habitación hasta que se “normalice”. Y aquí es donde entra la cuestión de la normalidad y su definición. ¿Qué es normal? Normal es lo contrario a la locura. Normal es la razón. Es lo normal, ¿no? ¿Normal no significa que algo tiene el establishment, y por lo tanto, el poder? El poder es lo normal. No tener poder es lo normal. Sublevarse es lo que no es normal: la locura. La locura, en la mayoría de los casos, acaba consistiendo en ser distinto a los demás, y lo distinto es peligroso porque disipa a los agentes de poder y su eficacia. Un claro ejemplo son las Bröntes; la tormenta emocional en Cumbres borrascosas (Wuthering Heights) y sobre todo el personaje de Bertha Mason, la loca del ático (the madwoman in the attic) de Jane Eyre. ¿Qué pasaría si esa mujer no fuera sino alguien a quien se le hubiera arrebatado su propio destino, su voluntad de decidir por sí misma, que se declaró peligrosa por haber reclamado su poder? El personaje se convierte en protagonista en la precuela escrita por Jean Rhys, El ancho mar de los Sargazos (Wide Sargasso Sea). Otras historias de mujeres que se vuelven locas, o quizás son más lúcidas, en su lucha con la sociedad aparecen en el libro de cuentos de la americana de origen chino Maxine Hong Kingston, La mujer guerrera (The Woman Warrior), donde la escritura se convierte en una herramienta para revisar y corregir el pasado tal como no fue contado. Y es que la locura ¿nos acerca o nos aleja a nuestra lucidez? Autores como Shakespeare o Joseph Conrad parecían tener opiniones encontradas en su interior. El Corazón de las tinieblas (Heart of Darkness) de Conrad nos muestra el profundo mundo del salvajismo colonial que permite el lujo de la civilización occidental. Sin embargo, ¿quiénes son más salvajes, los incivilizados o los colonos? Y, ¿no estamos todos al final demasiado cerca? La aculturación o “asalvajamiento” de uno de los personajes principales es retratado como locura a pesar de poder ser visto como la vuelta al mundo natural, a las pasiones más bajas. Shakespeare presenta en Hamlet este debate entre la locura y la razón, donde esta última pierde. El Rey Lear de Shakespeare comprende más de cerca las pasiones humanas cuando ha perdido la razón y vaga desnudo por los bosques de Escocia, guiado por un ciego.


            Y si bien la lucidez de la ceguera puede guiar a la locura, la ceguera no lúcida de otros puede inducir a la locura verdadera, como al personaje de Pecola en Ojos azules (The Bluest Eye) de Toni Morrison, donde el único personaje capaz de sentir amor por los demás es maltratado por su aspecto físico hasta el punto de creer que si tiene los ojos azules la querrán más. Está claro: los que están locos son ellos, dice el protagonista de Matadero cinco (Slaughterhouse-Five), de Kurt Vonnegut, que sueña que viaja a un planeta extraterrestre donde los habitantes no se hacen daño, donde las cosas tienen más sentido. La narración inconexa de un idiota en El ruido y la furia (The Sound and the Fury) de Faulkner tiene más sentido que todo lo que sucede en el violento sur americano. ¿Y qué pasaría si estuviéramos todos locos ya, como en Alicia en el País de las Maravillas (Alice in Wonderland)? Si esa fuera la norma, se pregunta su autor, ¿el cuerdo sería el loco? ¿Pertenecemos cada uno a nuestra propia locura imposible de comunicar? Sobre autor, autoridad y hacerse daño escribe Jeffrey Eugenides en Las vírgenes suicidas (The Virgin Suicides), magníficamente llevada al cine por Sofia Coppola: ¿quién las condujo a hacerlo? ¿Fueron ellos? ¿Fuimos todos? ¿Está más cerca de la locura la violencia o el amor? ¿No están demasiado cerca? ¿Se puede ejercer un control sobre uno u otro? ¿Sobre cuál? ¿Y quién es la protagonista de La pianista (Die Klavierspielerin) de Elfriede Jelinek? (También con una estupenda adaptación al cine de Michael Haneke). ¿Somos todos esa mujer sometida y con deseos inconfesables que antes preferiría morir que ser descubierta? ¿Y si nos acercásemos a ella en lugar de evitarla? ¿Y si nos obligasen a estar junto a ella? Algo parecido le sucede a R.P. McMurphy, el protagonista de Alguien voló sobre el nido del cuco (One Flew Over the Cuckoo’s Nest) de Ken Kensey (adaptada al cine por Miloš Forman), ingresado en un hospital psiquiátrico más bien por error, que pasará del miedo a los enfermos al miedo a los médicos y a su control, y a tomar un cariño irracional a los enfermos, incluso a llegar a comprenderlos (algo así como lo que consigue Plath en su Campana de cristal). La narrativa de la locura no responde preguntas difíciles, las plantea. Nos acerca a un cotidiano desconocido, derrumbando fronteras propias y ajenas. Ahí está su riesgo. Ahí también su logro.