miércoles, 27 de abril de 2011

(Deus) Ex Machina


Después de los fatídicos sucesos de 2005, el ex-alcalde Mitchell Hundred se dispone a contarnos cómo fue su legislatura al frente de la ciudad de Nueva York, los conflictos a los que tuvo que plantar cara, el porqué de las decisiones más polémicas y los complicados entresijos de la red de poder que creó a su alrededor... además de la influencia que ejerció sobre él su anterior vida como el superhéroe La Gran Máquina, el celebrado campeón de la ciudad que nunca duerme capaz de comunicarse con los aparatos electrónicos.


Gracias a Yota he podido disfrutar del comienzo de este atrevido y absorbente cómic, mezcla ideal de las convenciones del género superheroico (accidente que otorga poderes al protagonista, las responsabilidades que esto conlleva y la aparición de archienemigos incluidos) con la negociación política propia de la serie El Ala Oeste de la Casa Blanca.


Su co-creador, Brian K. Vaughan (guionista del cómic Y, el último hombre y de algunos episodios de Perdidos) realizó una notable labor de investigación y documentación con tal de dotar a la serie de cierta verosimilitud, al mismo tiempo que desarrolla arcos argumentales encadenados con un ritmo trepidante, empleando la narración no lineal (toda la serie es un gran flashback) y los diálogos ágiles y naturales que marcan su estilo. Vaughan no se lo pondrá nada fácil al protagonista, quien tratará temas tan diversos como la lucha antiterrorista, el matrimonio gay o la guerra de Irak al mismo tiempo que debe hacer frente a las retorcidas sombras e incógnitas de su pasado como superhéroe.

El apartado gráfico corre a cargo del dibujante Tony Harris, quien despliega un estilo fotorrealista muy cuidado. Resulta curioso su proceso de trabajo, cómo reúne a un grupo de amigos a los que fotografía en las poses en que luego dibujará a los personajes con tal de aportar mayor realismo al acabado final. Lo único que tal vez se le pueda reprochar a este proceso es el poco dinamismo que aporta a las escenas de acción, con un aspecto un tanto estático.


Limitada a 50 números por cubrir el mandato del protagonista como alcalde, los secundarios carismáticos, las decisiones complicadas y las tramas enrevesadas ayudan a incrementar el interés de los lectores por este singular e indispensable cómic.

lunes, 25 de abril de 2011

The Talking Horse and the Sad Girl and the Village Under the Sea


Después del éxito cosechado con la novela El curioso incidente del perro a medianoche, el escritor británico Mark Haddon decidió recopilar una serie de poemas publicados anteriormente en diversas revistas en un breve volumen cuyo título es bastante revelador respecto a su contenido.

Los distintos poemas de Haddon se sustentan en imágenes surrealistas y un lenguaje sencillo con tal de huir de cualquier convención formal o temática, rozando lo absurdo tanto en composiciones propias como en versiones de las Odas de Horacio o de una novela de John Buchan que dejan bastante que desear. Incluso la falta de musicalidad en el verso libre de Haddon ha sido duramente criticada por lo vacía que puede parecer en ciertas ocasiones.

Aun así, el volumen puede resultar entretenido en general por su brevedad, y aunque no sea brillante ofrece pasajes curiosos, como la calificación por edades propuesta para la poesía en This Poem is Certificate 18.

lunes, 18 de abril de 2011

Código Fuente: Viaje de ocho minutos


Completamente desconcertado, el capitán Colter Stevens despierta en un tren de cercanías rumbo a Chicago suplantando a otra persona. Poco después, descubre que gracias a la aplicación militar conocida como "código fuente" puede viajar en el tiempo ocho minutos antes de que se produjera un atentado terrorista en el tren, tiempo que deberá emplear para identificar al culpable y evitar que continúe sembrando el caos en el futuro.

A finales de 2009, el debutante director Duncan Jones, hijo de David Bowie, nos sorprendió a muchos con Moon: largometraje de ciencia ficción que aprovechaba al máximo sus recursos y actor principal para narrarnos una historia heredera de los títulos emblemáticos del género. Tal fue su impacto que el actor Jake Gyllenhaal no dudó en confiar en el director para hacerse cargo del proyecto en el que se hallaba inmerso, Código Fuente, película en la que Jones ha tenido ocasión de  desarrollar elementos ya presentes en su anterior trabajo.


Con el guión de Ben Ripley como base, Código Fuente supone un trepidante thriller de ciencia ficción que, con un ajustado presupuesto, aprovecha los escenarios en que se desarrolla la acción mezclando cierto toque propio del cine de Hitchcock con referencias a la situación de Bill Murray en la mítica Atrapado en el tiempo. Al igual que en Moon, la trama plantea una serie de preguntas relativas a la manipulación del individuo para fines mayores que no dejarán indiferentes a los espectadores, todo ello condensado en hora y media de metraje durante la cual Jones hace gala de un estilo sobrio, sin excesivos artificios que emplea los rescursos a su disposición en beneficio de la historia y los personajes.

En el reducido reparto cobran especial importancia los secundarios Jeffrey Wright (Casino Royale) y sobre todo los personajes de las grandes actrices Vera Farmiga (Up in the Air) y Michelle Monaghan (Adiós, pequeña, adiós), quienes influirán en las decisiones que tomará el protagonista, interpretado por Jake Gyllenhaal. Este actor ha demostrado ser capaz de interpretar papeles de cierta profundidad y aguantar el peso de la película siempre que esté en las manos adecuadas, como en los casos de Donnie Darko, Brokeback Mountain o Zodiac, pero también de que sus personajes corran la misma fortuna que el bochornoso Prince of Persia. Por suerte, en Código Fuente está a la altura de las circunstancias y refleja las dudas del protagonista de modo que podamos identificarnos con él.


Cosechando buenas impresiones allá donde se estrena, Código Fuente supone la consolidación de Duncan Jones como director de ciencia ficción, ofreciendo a los espectadores una trepidante y rica historia en la que sumergirse. Gran película.

viernes, 15 de abril de 2011

Los pilares de la Tierra

A pesar de su éxito demoledor, la adaptación a la gran pantalla de la extensa novela de Ken Follet se consideró inviable durante años, hasta que en 2010 Los pilares de la Tierra vio la luz en forma de miniserie de 8 episodios que nos sumergían en las intrigas del turbulento siglo XII inglés y la construcción de la catedral de Kingsbridge.

Adaptación digna y fiel a la novela, cuenta con los hermanos Ridley y Tony Scott como productores ejecutivos,  además de con el sello del canal Starz, responsable de éxitos de audiencia como Spartacus o la recientemente estrenada Camelot. La intriga y las complicaciones a las que deben hacer frente los personajes no cesan a lo largo de los 8 episodios que componen la serie, en los cuales puede apreciarse una cuidada ambientación heredera de los filmes de Ridley enmarcados en esta época como El reino de los cielos o Robin Hood y una banda sonora a la altura como es la compuesta por Trevor Morris.

La galería completa de personajes
Sorprende el reparto, compuesto en su mayoría por actores canadienses, como Alison Pill (Kim en Scott Pilgrim vs. the World ) o el siempre cumplidor Donald Sutherland, y un buen número de reputados actores británicos entre los que destacan Matthew Macfayden, Rufus Sewell y sobre todo Ian McShane como Waleran, oscuro y manipulador personaje que habita en las sombras.

Debido a su éxito, ya se prepara la adaptación de la secuela del best-seller, Un mundo sin fin, pero de momento tanto aquellos que quedaron atrapados por la novela como los aficionados a las series de calidad pueden disfrutar de esta adaptación de Los pilares, sumamente entretenida y recomendable.

sábado, 9 de abril de 2011

Noticias adversas para el cine

Si hace una semana nos alegrábamos por un par de buenas noticias para el mundo del cine con el inicio de los rodajes de J. Edgar y El Hobbit, hoy nos enfrentamos a todo lo contrario.


Debemos decir adiós al director Sidney Lumet, veterano cineasta responsable de clásicos como 12 hombres sin piedad, quien además participó activamente en la década de los 70 en el movimiento conocido como Nuevo Hollywood con títulos como Serpico o Tarde de perros (uno de mis favoritos) y demostró que seguía en forma con su despedida del cine, la inquietante Antes que el diablo sepa que has muerto.


Se ha confirmado quiénes estarán al frente de la adaptación a la gran pantalla de la saga de Stephen King La Torre Oscura: Ron Howard como director y Javier Bardem en el papel principal de Roland Deschain. Ninguna de estas dos elecciones me hace gracia. Por mucho que me gusten Willow y Una mente maravillosa, Howard no me convence para trasladar al cine la novela épica de King, mezcla de western con ciencia ficción y hasta pasajes metaliterarios. La elección de Bardem frente a otros candidatos como Viggo Mortensen y Christian Bale tampoco me parece la adecuada para interpretar al protagonista, una especie de pistolero del lejano Oeste que recuerda por sus modales al hombre sin nombre encarnado por Clint Eastwood en la legendaria trilogía del dólar. De momento, confiemos en el complicado y ambicioso proceso de producción de este proyecto, que incluye una saga de películas, un par de miniseries y un videojuego inspirados en la saga de Stephen King.

martes, 5 de abril de 2011

Sucker Punch: Excesos y faltas

Debido a los malévolos planes de su padrastro, Baby Doll es encerrada en una institución psiquiátrica para jóvenes desequilibradas mentalmente en la que se esconde más de lo que parece a simple vista. Allí, entablará amistad con un grupo de auténticas guerreras y juntas se sumergirán en una serie de mundos imaginarios que las ayudarán a escapar del tenebroso manicomio.

Tras sus comienzos en el mundo de la publicidad, el realizador estadounidense Zack Snyder dio el salto al cine con el remake de la cinta de George A. Romero Amanecer de los muertos, una de las películas más entretenidas dentro del actual resurgimiento del subgénero zombi. El éxito le llegaría en forma de la adaptación del cómic de Frank Miller 300, que catapultó a la fama a Gerard Butler y al propio Snyder y  permitió al director desarrollar su estilo, caracterizado por numerosas escenas violentas a cámara lenta junto a un marcado uso de las imágenes generadas por ordenador y que ya ha creado escuela (véase la serie Spartacus). Después vino la arriesgada Watchmen, digna adaptación del icónico cómic de Alan Moore y Dave Gibbons cuyo notable éxito propició que los estudios Warner confiaran plenamente en él para sus próximos proyectos: la cinta de animación Ga'Hoole, la futura nueva versión de Superman apadrinada por los responsables del renacimiento de Batman y el despropósito que hoy nos ocupa, Sucker Punch.


Sucker Punch no nos cuenta prácticamente nada. Más que ante una película, estamos ante un cúmulo de influencias que Snyder mezclado al tener total libertad como guionista, director y productor  (es el segundo largometraje de su recién fundada compañía Cruel and Unusual Films). Mientras que la trama se desdibuja hasta casi brillar por su ausencia y los diálogos resultan penosos, encontramos una sucesión de secuencias con referencias al anime japonés, el mundo de los videojuegos (zombis con tecnología steampunk incluidos),  películas como El Señor de los Anillos, Shutter Island, Alguien voló sobre el nido del cuco y hasta Watchmen, todo ello protagonizado por un grupo de mujeres sacadas de Moulin Rouge y con un acabado hueco, lejos de "gamberradas" que entretenían y funcionaban como películas como las recientes Kick-Ass o Scott Pilgrim vs. the World.



Una vez más, Zack Snyder emplea las técnicas que caracterizaron sus anteriores películas, sólo que ahora abusa de ellas en detrimento de la narrativa del filme, con un uso exagerado del tiempo bala y escenas a cámara lenta que se recrean en detalles sin venir a cuento (de hecho, su estilo a la hora de dirigir podría resumirse en este reciente videoclip). Por si esto no fuera suficiente, la imagen de Sucker Punch se ve enturbiada por los excesivos efectos especiales, los cuales sirven hasta para trucar los movimientos de cámara y cuyo acabado no es de los más pulidos hasta la fecha (incluyendo fallos de raccord). A este rocambolesco apartado visual le acompaña la estridente banda sonora de Tyler Bates, de la que sólo se salvan las versiones de conocidas canciones como Sweet Dreams, Where is my mind?, White Rabbit o Love is the Drug.


Con semejante material, el reparto no tiene mucho espacio para lucirse. La prometedora Emily Browning se limita a mantener la misma cara de circunstancias toda la película, acompañada en los distintos niveles del videojuego en que se convierte la trama por Abbie Cornish, Jenna Malone, Vanessa Hudgens y Jamie Chung, siempre bajo la atenta mirada de una Carla Gugino fuera de lugar y un sobreactuado Óscar Isaac. Ni siquiera los cameos del veterano Scott Glenn y Jon Hamm consiguen elevar el nivel.


Aunque llegue a entretener en escasos momentos, Sucker Punch resulta una propuesta absurda y desmedida en la que el director se pierde entre la inmensidad de guiños, referencias y efectos especiales con que rellena cada plano.