El caso de Quentin Tarantino es, como poco, curioso: aficionado a todos los géneros del cine desde pequeño, las incontables horas de películas que pudo ver gracias a su trabajo en un videoclub le llevaron a realizar una cinta que por desgracia se quemó en un incendio del que poco se pudo rescatar. Algún tiempo después, Quentin deslumbró a público y crítica con las magistrales Reservoir Dogs y la posterior Pulp Fiction. En ambas películas Tarantino demostraba un estilo único, muchas veces imitado y pocas igualado, que le dio el reconocimiento mundial: diálogos coloquiales que humanizan a los criminales más diversos, violencia cruda que no desentona con la historia, complicadas digresiones y puntos de vista, buen gusto musical e innumerables referencias al mundo del cine. Tal fue el impacto que causó este director independiente que abrió el camino para unos cuantos "colegas", con los que luego tendría ocasión de colaborar, como Robert Rodríguez, Rob Zombie o Eli Roth.
A sus dos obras maestras les siguió Jackie Brown que, si bien en ella continuaba el buen hacer del director, no resultó tan llamativa por su extensa duración y la intervención de actores un tanto desaprovechados. Después llegaría Kill Bill, un nuevo acierto que combinaba sus rasgos propios con guiños al cine oriental y al western. Tras este filme dividido en dos partes se sucedieron colaboraciones en CSI o Sin City (por no mencionar sus múltiples labores como guionista y productor) y hace dos años sorprendió con el proyecto Grindhouse, con el que, junto a su amigo Robert Rodríguez, homenajeaba a las películas que tanto le habían influido. Sin embargo, la jugada le salió mejor al director texano, pues Death Proof, la cinta del amigo Quentin, contaba demasiado poco para la cantidad de elementos desatados que contenía (diálogos interminables, bailes y música; si bien la persecución final era impecable).
En el caso de Malditos Bastardos, Tarantino se queda a medio camino de lo que podría haber sido. Para tratarse de una película bélica ambientada en la Segunda Guerra Mundial, tiene contadas escenas de acción, ya que del excesivo metraje de dos horas y media la mayor parte lo constituyen largos diálogos, bien construidos, eso sí; que poco aportan al avance de la trama o evolución de los personajes. Respecto a estos últimos, la película está plagada de montones que entran y salen de escena sin cesar, por lo que muchas veces nos quedamos con las ganas de conocerlos un poco más (sobre todo a Aldo Raine y sus Bastardos) o simplemente no terminan de encajar (como la breve aparición del espía inglés). Hasta puede llegar un momento en que las referencias cinéfilas sean imposibles de contar, y eso que tras su presentación en el festival de Cannes Tarantino tuvo que eliminar parte del metraje, incluyendo la aparición de Maggie Cheung.
Este director siempre ha tenido buen ojo con el casting, llegando a relanzar las careras de actores con los que ha colaborado, como es el caso de John Travolta, David Carradine o Kurt Russel. Malditos Bastardos no supone ninguna excepción. En un reparto internacional destaca el alemán Cristoph Waltz como el excéntrico pero eficaz coronel nazi Hans Landa (cuya decisión final choca bastante con lo mostrado del personaje anteriormente). Además, la película cuenta con las notables apariciones de Brad Pitt en la piel del chulesco y arrogante teniente Aldo Raine (que bien podría haberse escapado de un cómic y cuya presencia en pantalla llega a echarse en falta), la francesa Mélanie Laurent y Diane Kruger interpretando a dos mujeres duras, el "pirado" de Eli Roth, un cameo de Mike Myers o la presencia de un Hitler histriónico y paródico, salido del corto en que el Pato Donald le daba unos cuantos mamporros. Se echa de menos más presencia de los Bastardos, y tal vez sacar más partido a Samuel L. Jackson como narrador.
Malditos Bastardos cuenta con unos cuantos puntos a su favor, en gran parte relacionados con los rasgos típicos de este director: la soprendente habilidad de Quentin tras la cámara, el tiroteo estilo Reservoir Dogs en que todos disparan a todos, la forma en que aparecen los nombres de ciertos personajes, el guiño a la Cenicienta, marcados momentos cómicos (especial atención a los "italianos"), las digresiones como la explicación de lo inflamables que son los rollos (Quentin lo sabe por experiencia con su primera película), el cine dentro del propio cine que nos presenta, la mezcla de idiomas o la división en capítulos al estilo de sus anteriores filmes; a parte de ser un director capaz de mantener la tensión en secuencias tan largas como la inicial o el descubrimiento de los Bastardos de incógnito en la taberna.
Debido a la apretada agenda del gran Ennio Morricone, Tarantino tuvo que hacer uso de nuevo de su melomanía y escoger la banda sonora más adecuada para su película. Compuesta en su gran mayoría por las composiciones de Morricone para los spaguetti westerns (con los que esta película comparte unos cuantos rasgos) y alguna otra pieza del género como la sintonía de El Álamo, la buena elección de la banda sonora vuelve a ser otro de los puntos fuertes de este director, capaz de aportar nuevas asociaciones a música ya conocida.
La esperada Malditos Bastardos podría haber dado mucho más de sí, aprovechando su metraje con más sobre los peculiares soldados a los que hace referencia el título en lugar de recrearse con largas conversaciones y presentar un par de resoluciones discutibles. Al fin y al cabo nos queda la versión libre sobre este conflicto de tan peculiar director, que esperemos que algún día vuelva con los crimnales que tan bien maneja y nos traiga a los hermanos Vega.
11 comentarios:
No sé porqué me da la sensación de que no te ha terminado de... a mi me pareció sensacional, y no creo que sea bueno para un director de la talla de Tarantino encerrarse en películas de criminales. Quizás salirse de lo típico para contar otro tipo de historias enriquezca su famosa carrera. Es un artista y salirse del género habitual le viene bien
puf!no puedo opinar aun no la veo pero hay una curiosidad con respecto a este film: las reseñas que vengo leyendo son realmente enlatecedoras de esta película, a casi todos les ha gustado; pero a nivel cotidiano y personal todas las amistades y parientes que la han visto me espetaron un tibio "se, está buena" dando la sensación un poco de lo que dices, que podría ser más pero no lo fue. ASique en cuanto la vea desempato! jajajaja.
Un abrazo.
A mí, la verdad, es que me gustó bastante cuando la vi, ni siquiera se me hizo larga (el tiempo se me pasó volando). Sin embargo, estoy de acuerdo contigo en que podría haberse aprovechado mejor el metraje y haberle dado mayor protagonismo a los bastardos de Aldo Raine (y a éste mismo)
Pues yo solo puedo decir cuánto la he disfrutado!
A los bastardos los podrías sacar y la historia seguiría siendo casi lo mismo en su producto. Igualmente me hubiese gustado verlos un poco más, a excepción del Eli Roth ese (la rabieta que hace después de batearle el coco al alemán me pareció realmente patética). Después hubo situaciones que me "sacaban" de la película, empezando por la aparición interminable de Roth en la que pretendiendo transmitir tensión transmitían lo contrario, o la escena de la bodega que me reslutó demasiado larga.
Lo mejor fue la escena inicial y Brad Pitt haciendo de italiano. Coincido con tus comentarios Mike Lee, aunque yo no veo la obra maestra de la que todos hablan, la hubico por encima de la tediosa Death Proof.
Saludos!
a ver si la puedo ver más pronto que tarde, que Tarantino siempre me mola (y diré que su Death Proof me moló más que la "peli" de Rodriguez :P)
saludos!
Decepcionante Los Bastardos y Pitt apenas salen. Es muy lentaaaaa y yo esperaba más tiros, aunque el final me gustó mucho.
A mí meeee encantó! Pero bien!
Me encanta esa forma que tiene Quentin de mantenerte en tensión durante una escena larguísima, en cualquier otra película la gente se aburriría, pero en una de QT el público no puede apartar los ojos de la pantalla.
Me gustó muchísimo Shosanna, Hans Landa, y el enorme Eli Roth. Qué decir de Brad Pitt. La BSO maravillosa: me quedo con Un Amico de Morricone y Cat People de Bowie.
Me encantó el vestuario también, y los dos temas de Kill Bill, y en los créditos principales utiliza el mismo tipo de letra que para Pulp Fiction y para Kill Bill vol. 2.
Los diálogos me encantaron. Todo me encantó. Pero hay que verla en VO obligatoriamente.
Saludos Mike!! Pedazo de foto de Shosanna! ;)
No cabe duda de la maestría de QT. Pero tened en cuenta que lo que él hace es un remix (o maximix) de lo que vió de pequeño: un batiburrillo de películas de guerra que mezcló aquí como en un collage y contando con los mejores actores que pudo encontrar. No la vi, lo confieso, pero me parece que está sobrevalorado, simplemente es muy listo y aprovecha lo que ya está hecho: el problema es que sus admiradores no conocen en qué se basa. Las pelis que lo influyeron ya nadie las ve ni las conoce y menos los adolescentes o jovencitos que lo adoran. Lo bueno que tiene es que rescata buenos actores y bunas bandas sonoras... Me gusta, que conste, pero no lo idolatro... Juana
Cotu: No me acabó de convencer, la verdad, y no le pido que se encasille, pero un regreso a los orígenes no sienta mal de vez en cuando.
Pablea: ¡Espero tu opinión!
Lucía & Ángel: Me alegro de que os haya gustado.
Mr. Shhh: ¡Coincidimos!
Pater: Bueno, Death Proof me pareció demasiado exagerada, en cambio Planet Terror no se toma en serio a sí misma y consigue ofrecer entretenimiento que sirve de homenaje.
Yota: Sí, hacían falta más Basterds y Aldo.
Lucy: Curioso el juego de idiomas de la versión original.
Juana: Buen punto de vista, y es cierto que tiene habilidad para rescatar actores y canciones.
¡Saludos a todos y muchas gracias por comentar!
Pues a mi me pareció sensacional la verdad, sigo recondándola con cariño que a veces una película te gusta y al poco en frío le sacas pegas. Pero a mi me sigue pareciéndo la bomba.
En cuanto a lo de volver alo orígenes el cine es algo que ha cambiado tanto desde que que Tarantino empezó a ahora, que es dificil mirar atrás, creo que a todo director mirar su pasado le da repelus, por la falta de medios con los que hacían cine.
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