Esta más que claro que la saga Star Wars es una de las más rentables de la historia del cine no sólo por el dinero que las películas recaudaron en taquilla, reestrenos y DVD, sino por haber inventado el concepto de merchansising tal y como lo conocemos y haberlo explotado al máximo.
Así, tenemos centenares de figuras correspondientes a innumerables ediciones y series, libros que cuentan historias anteriores y posteriores y un sinfín de artilugios más, pero todo tiene un límite, que en este caso son las Guerras Clon, que parecen ser interminables. Ya en la trilogía original se las mencionaba al recordar Obi Wan como luchó al lado del padre de Luke en ellas, y con los Episodios II y III pudimos disfrutar de su inicio y conclusión con todas sus importantes consecuencias. Como complemento, Genndy Tartakovsky realizó una serie de animación con su peculiar estilo que contaba los hechos ocurridos entre estas dos películas y servía de unión entre ambas. Los dos volúmenes de la serie, si bien no eran imprescindibles para seguir la historia de las películas, resultaron bastante curiosos para ver detalles que sucedían entre ambos episodios como el nombramiento de Anakin como Caballero Jedi, la aparición del Conde Grievous o el por qué del comienzo del Episodio III.
Además, surgió una entretenida serie de cómics que contaba más batallas ocurridas en estas guerras y algún que otro videojuego muy logrado en el que podías manejar un comando clon de operaciones especiales. Hasta aquí bien, surgen una serie de complementos a la saga original entretenidos pero prescindibles, como es normal en estos casos. Lo que ya carece de sentido alguno es la aparición de la película de animación estrenada este verano sobre las Guerras Clon y la serie que continúa donde ésta lo dejó.
Como no podía ser de otra forma, la historia ocurre entre los Episodios II y III (¿cuánto tiempo transcurrió entre ellos que dio para tanto?) y en ella se narran más batallas que no aportan nada nuevo en absoluto, son todo situaciones ya vistas en las que los Jedis se enfrentan al Conde Dooku, el General Grievous y los separatistas. Estas historias resultan especialmente absurdas si al hecho de que ya sabemos cómo terminarán le sumamos algo tan contradictorio como que Anakin tenga una aprendiz llamada Ashoka, cuya presencia resulta molesta e incongruente a más no poder, pues se trata de un personaje creado para esta serie al que ni se menciona en las películas. Para colmo, la animación no es nada resultona sino más bien un tanto convencional, por lo que los atractivos que presenta la serie son más bien escasos.
En definitiva, podemos echarnos a temblar no sólo por esta desastrosa serie sino por los rumores sobre la intención de George Lucas de realizar otra serie para contar los inicios del Imperio y la Rebelión entre los Episodios III y IV y la supuesta Indiana Jones V. De verdad, Georgie, ¿por qué no te inventas otra saga innovadora y dejas de explotar las existentes?
Así, tenemos centenares de figuras correspondientes a innumerables ediciones y series, libros que cuentan historias anteriores y posteriores y un sinfín de artilugios más, pero todo tiene un límite, que en este caso son las Guerras Clon, que parecen ser interminables. Ya en la trilogía original se las mencionaba al recordar Obi Wan como luchó al lado del padre de Luke en ellas, y con los Episodios II y III pudimos disfrutar de su inicio y conclusión con todas sus importantes consecuencias. Como complemento, Genndy Tartakovsky realizó una serie de animación con su peculiar estilo que contaba los hechos ocurridos entre estas dos películas y servía de unión entre ambas. Los dos volúmenes de la serie, si bien no eran imprescindibles para seguir la historia de las películas, resultaron bastante curiosos para ver detalles que sucedían entre ambos episodios como el nombramiento de Anakin como Caballero Jedi, la aparición del Conde Grievous o el por qué del comienzo del Episodio III.
Además, surgió una entretenida serie de cómics que contaba más batallas ocurridas en estas guerras y algún que otro videojuego muy logrado en el que podías manejar un comando clon de operaciones especiales. Hasta aquí bien, surgen una serie de complementos a la saga original entretenidos pero prescindibles, como es normal en estos casos. Lo que ya carece de sentido alguno es la aparición de la película de animación estrenada este verano sobre las Guerras Clon y la serie que continúa donde ésta lo dejó.
Como no podía ser de otra forma, la historia ocurre entre los Episodios II y III (¿cuánto tiempo transcurrió entre ellos que dio para tanto?) y en ella se narran más batallas que no aportan nada nuevo en absoluto, son todo situaciones ya vistas en las que los Jedis se enfrentan al Conde Dooku, el General Grievous y los separatistas. Estas historias resultan especialmente absurdas si al hecho de que ya sabemos cómo terminarán le sumamos algo tan contradictorio como que Anakin tenga una aprendiz llamada Ashoka, cuya presencia resulta molesta e incongruente a más no poder, pues se trata de un personaje creado para esta serie al que ni se menciona en las películas. Para colmo, la animación no es nada resultona sino más bien un tanto convencional, por lo que los atractivos que presenta la serie son más bien escasos.
En definitiva, podemos echarnos a temblar no sólo por esta desastrosa serie sino por los rumores sobre la intención de George Lucas de realizar otra serie para contar los inicios del Imperio y la Rebelión entre los Episodios III y IV y la supuesta Indiana Jones V. De verdad, Georgie, ¿por qué no te inventas otra saga innovadora y dejas de explotar las existentes?
1 comentario:
Pienso lo mismo de Georgie. Si fue capaz de crear las seis peliculas de Star Wars... tiene que ser capaz de poder hacer algo totalmente nuevo y de calidad. Aunque no le reprocho la segunda trilogia, a mi me gusto.
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