martes, 29 de junio de 2010

El retrato de Dorian Gray: Una versión más


Con nueve meses de retraso nos llega la nueva versión británica de la novela del célebre e ingenioso escritor irlandés Oscar Wilde, El retrato de Dorian Gray. Su argumento, prácticamente conocido por todos hoy en día, se centra en un joven aristócrata de finales del siglo XIX que sacrifica su alma a cambio de la juventud eterna, envejeciendo en su lugar el retrato que le regaló un buen amigo.

En líneas generales, la adaptación del director Oliver Parker sigue el esquema básico de la novela, introduciendo la crítica a la sociedad del momento presente en el original (que también puede aplicarse a nuestros días). Sin embargo, no son pocas las discrepancias de la nueva versión, sobre todo en el tramo final, que pierden gran parte del encanto y sutileza de la novela para mostrar en lugar de sugerir; tal vez intentando resultar más acorde a las demandas de los espectadores. Esto, sumado a ciertos efectos de terror facilones, hacen que la película no termine de funcionar como tal y resulte tediosa, sobre todo las escenas que reflejan la decadencia moral del protagonista de forma explícita.


El reparto es en su totalidad británico y está encabezado por Ben Barnes (más conocido como el Príncipe Caspian de Las Crónicas de Narnia), que si bien cumple con un papel tan complejo como el de Dorian, no es que destaque especialmente. Sí lo hace Colin Firth como Lord Henry Wotton, encarnación del cinismo y cuyas ingeniosas enseñanzas siguen vigentes en la actualidad; y tal vez del resto de secundarios merezca la pena mencionar a Ben Chaplin como Basil Hallward o la breve intervención de Rebecca Hall.

En resumen, una adaptación innecesaria que poco aporta (tal vez la cuidada ambientación) y que se pierde con ciertas licencias y efectismos, lo cual hace más recomendable acercarse a las versiones anteriores de esta historia única o mejor aún, a la novela original.

miércoles, 23 de junio de 2010

¿Quiénes son los Muertos Vivientes?

Una vez más debo agradecer a Yota haber podido disfrutar de una de las colecciones más aclamadas en la actualidad por el público y la crítica, Los Muertos Vivientes, que sorprendentemente ha terminado convirtiéndose en uno de mis cómics preferidos. ¿Cuáles son los motivos del éxito de esta serie?



Creada hace siete años por el guionista Robert Kirkman y el dibujante Tony Moore, su planteamiento es idéntico al de un buen número de películas y libros con zombis presentes: el día más insospechado los muertos vivientes terminan con la civilización tal y como la conocemos. Como era de esperar, el origen de la epidemia que transforma a la gente en seres descerebrados hambrientos de carne humana es totalmente desconocido en un primer momento. Además, la historia se centra en un grupo de supervivientes en este escenario post-apocalíptico, por lo que en principio la colección no dista mucho de ciertos filmes de George A. Romero e incluso reúne elementos de novelas pertenecientes al género como The Road o Cell.

Sin embargo, el gran acierto de Robert Kirkman ha sido centrar el cómic en los personajes, cómo sus relaciones, valores y distintas personalidades se verán afectadas por una situación tan desoladora, hasta el punto de que la presencia de los zombis puede llegar a ser considerada como el ambiente en que se desarrolla la trama, pues ésta no gira en torno a descubrir la mejor forma de acabar con ellos. El grupo de supervivientes sufrirá numerosos conflictos y sobre todo desgracias en semejante panorama, pero termina siendo un personaje el que resalta sobre el resto: Rick Grimes. Aunque parezca una historia coral, el verdadero motor de Los Muertos Vivientes es su protagonista, un sencillo cabeza de familia que se enfrentará a todo tipo de situaciones espantosas de las cuales extraerá dolorosas experiencias que cambiarán para siempre sus valores morales. En pocas palabras, un protagonista en toda regla.


Desde el primer número, la serie presume de un vistoso blanco y negro, ideal para reflejar los múltiples contrastes presentes en la obra. El dibujante original y co-creador, Tony Moore, tardó poco en abandonar la serie; pero Charlie Adlard, su sustituto, estuvo a la altura e incluso elevó el nivel gráfico de la serie a cotas insospechadas, de modo que sus dibujos junto a los grises de Cliff Rathburn se han convertido en una seña de identidad irreemplazable en la colección.

Los Muertos Vivientes presenta una estructura similar a la de una serie televisiva, con golpes de efecto al final de cada número que dejan a los lectores con ganas de más. Puede que esto, unido a su popularidad, haya sido una de las causas de la adaptación a la pequeña pantalla que prepara en estos momentos el gran director Frank Darabont, en la que cuenta con algunos de sus actores predilectos y cuyo esperado estreno tendrá lugar a comienzos de la próxima temporada.



Posiblemente uno de los mejores cómics que se publican hoy en día, Los Muertos Vivientes es capaz de reflejar la fragilidad y decadencia humanas gracias a su atrevido enfoque, su narrativa directa y dibujo basado en tonos grises, convirtiéndose en una serie única en todos los aspectos.

domingo, 20 de junio de 2010

Manifiesto Musical

El panorama de la música pop actual roza lo desalentador: incluso en los lugares más insospechados nos vemos invadidos por las últimas sandeces de Lady Gaga y todo el séquito de supuestas "artistas" que tratan de imitarse unas a otras como Christina Aguilera, Kesha, Katy Perry, Madonna y hasta la reciclada Miley Cyrus, por no mencionar al conjunto de ídolos adolescentes recién salidos de Disney Channel, cadena de televisión en la que canta hasta el apuntador.

Por fortuna, las alternativas son diversas y abundantes, permitiendo que cada uno pueda acceder a distintos estilos de música y artistas según sus propios intereses. Por mi parte, me gustaría recomendar desde este blog a dos grupos actuales bien diferenciados como remedio frente a los ejemplos arriba citados.

El primero de ellos lo compone el británico Jamie Cullum, un auténtico virtuoso del piano en cuyos temas se funden jazz y pop a la perfección. Jamie ya es un artista consagrado con cinco discos y gracias a su popularidad y buen hacer participó componiendo y cantando el tema final de la película del maestro Clint Eastwood Gran Torino, por el cual recibió una nominación a los Globos de Oro. Su disco más reciente, The Pursuit, salió al mercado a finales de 2009 y goza de una frescura única como prueba el tema bajo estas líneas, Don't Stop the Music, versión que supera el original de Rhianna (lo cual, por otra parte, no era muy complicado).


El siguiente grupo subió a los escenarios londinenses por primera vez en 2007, pero no fue hasta finales de 2009 cuando alcanzaron el éxito con su primer disco Sigh No More. Se trata de Mumford & Sons, cuarteto que revive los sonidos del folk inglés con la presencia de instrumentos como el banjo o el dobro. He aquí uno de sus singles, The Cave.


Hasta aquí mis pequeñas recomendaciones, pero estoy seguro de que cada uno tendrá su propia forma de combatir las absurdeces de la "autora" de Bad Romance y demás productos de la industria musical actual.

viernes, 18 de junio de 2010

Superman: Un kryptoniano más

Después de los sorprendentes sucesos de la saga Nuevo Krypton, nada ha vuelto a ser lo mismo para el hombre de acero y los que le rodean. El hecho de que el último vestigio de la civilización kryptoniana haya adoptado una posición conflictiva frente a la Tierra ha desconcertado a la mayoría y sobre todo a Superman, quien se ha visto obligado a tomar una complicada decisión que le ha vinculado al nuevo orden que gobierna el renacido Krypton.

Esta situación ha propiciado el arranque en los últimos meses de la colección World of New Krypton. Guionizada por los incombustibles Greg Rucka y James Robinson, aprovecha para mostrarnos los entresijos de la mencionada civilización alienígena tomando elementos del universo de Superman (ya sean los cómics o las películas) y de series como Star Trek para presentarnos una sociedad curiosamente basada en la clásica ideología trifuncional, es decir, aparece dividida en tres clases (aquí llamadas gremios) que se corresponden con las de La República platónica: científica, militar y artesana. Superman no lo tendrá nada fácil, además de no ser el único con poderes deberá ganarse una posición respetable, enfrentarse al general Zod en una lucha por el poder desarrollada brillantemente y conocer a sus compañeros, que ocultan unos cuantos secretos; por lo que aunque se trate de un ambiente chocante y poco superheroico sí que podremos apreciar los valores característicos del personaje.




Para ilustrar los distintos niveles de la sociedad kryptoniana nos encontramos a Pete Woods, dibujante habitual de Superman que está realizando una labor encomiable. Con un estilo en el que la influencia de los cómics clásicos se hace notar, Woods refleja a la perfección la atmósfera del planeta incluyendo los citados guiños a Star Trek o el mundo del hombre de acero, por no mencionar que entinta sus propios dibujos, lo cual no hace sino dar más mérito a su trabajo.



Como ya se intuía, este macroevento durará varios meses y sus distintos frentes se desarrollarán en varias colecciones para la desesperación de los lectores. Así, mientras Kal-El protagoniza la serie en que se centra este post, Mon-El protege Metrópolis de las maquinaciones de Lex Luthor y Supergirl, Nightwing y Flamebird se enfrentan a su manera al inquietante Nuevo Krypton en los tomos independientes publicados por Planeta.

Aun así, la colección protagonizada por Superman supone una serie fresca y entretenida que seguir cada mes al presentarnos al superhéroe por excelencia en una situación atípica a la que no se ha enfrentado antes. Kal-El ya no es el último hijo de Krypton, y esto le costará caro.

viernes, 11 de junio de 2010

Kick-Ass: El superhéroe actual

Dave Lizewski lleva una vida normal y corriente para un adolescente neoyorkino aficionado a los cómics. Movido por la pasividad de la sociedad, Dave decide enfundarse un traje de buzo que compra por Internet y enfrentarse al crimen: ha nacido el superhéroe enmascarado conocido como Kick-Ass. Su cruzada contra el mal no será nada fácil, encontrándose con peligrosos enemigos e inesperados aliados.

No hace mucho comenté en este blog el cómic Kick-Ass, éxito inesperado para sus creadores, quienes proponían una historia gamberra protagonizada por caricaturas de otros superhéroes que terminaba cayendo en la violencia desmesurada, sin mayores pretensiones y acompañada por expresiones malsonantes. Por suerte, mi sorpresa no pudo ser mayor al ver la película, que supera las dificultades del cómic al presentar una trama mejorada a base de pequeños detalles, los cuales profundizan en las motivaciones de los personajes y ayudan a construir una sátira más aguda que el festival de sangre propuesto en las viñetas.


El responsable de todo esto es Matthew Vaughn, amigo de Guy Ritchie que sorprendió gratamente con sus anteriores trabajos, Layer Cake y Stardust (estupendas cada una en sus respectivos géneros) y que ha luchado por la adaptación de Kick-Ass consiguiendo incluso que Brad Pitt figure entre los productores del filme. Junto a Jane Goldman ha desarrollado un guión que no deja respiro a los espectadores, a quienes sorprende por su frescura y mezcla de comedia adolescente con el mundo superheroico. Por si esto no fuera poco, Vaughn también se desenvuelve con una soltura insólita en la dirección, combinando elementos propios de su amigo Ritchie con los presentes en cintas como Scarface, Kill Bill, Matrix o en Spider-man y la reciente El Caballero Oscuro; eso sí, sin olvidar las referencias al cómic original (como prueban las secuencias animadas inspiradas en los dibujos de Romita Jr.).


La banda sonora juega un papel fundamental en Kick-Ass, pues aglutina desde El barbero de Sevilla a una canción compuesta por Mika para la ocasión; pasando por Elvis, La muerte tenía un precio, Joan Jett o The Prodigy, encajando cada tema perfectamente con la secuencia a la que acompaña. Mención especial merecen también los compositores británicos John Murphy y Henry Jackman por la parte instrumental, en la línea de otras piezas superheroicas.



Otro de los aciertos de Kick-Ass es su reparto, encabezado por Aaron Johnson (el joven John Lennon de Nowhere Boy), quien soporta con brillantez el papel principal. Por suerte, está respaldado por unos correctos Christopher Mintz-Plasse y Mark Strong (una vez más interpretando a un villano, van tres este año) como Red Mist y el mafioso Frank D'Amico, mucho más perfilados que en el cómic; además de las jóvenes estrellas adolescentes Lindsey Fonseca y Clark Duke junto a un comedido Nicolas Cage. Aun así, la estrella de la función que llega a robar protagonismo al propio Kick-Ass es Chloë Moretz en el papel de la agresiva Hit Girl, todo un descubrimiento que ha llevado a muchos a comparar a la pequeña actriz con Dakota Fanning.

Fresca y gamberra como pocas, Kick-Ass supone una sorpresa divertida que agradará no sólo a los aficionados al cómic gracias al buen hacer demostrado por el director y el reparto. Llegó la hora de patear traseros.

domingo, 6 de junio de 2010

Prince of Persia: Las arenas del tiempo

Basada en la popular saga de videojuegos, la película nos traslada a la Persia medieval para presentarnos a Dastan, joven huérfano acogido por el rey que se verá envuelto en una conspiración para hacerse con el trono y los poderes mágicos de las misteriosas arenas del tiempo. Superado por los acontecimientos, en su camino necesitará la ayuda de la princesa Tamina y de otros inesperados aliados.

Después de la buena impresión causada por los primeros blockbusters de la temporada veraniega (Iron Man 2 y Robin Hood) llega Prince of Persia para recordarnos cómo no se debe filmar un producto de estas características. Con el conocido videojuego como base, los productores de Disney se han propuesto convertir la película en la sucesora de la franquicia Piratas del Caribe, a cuya divertida primera parte no hace ni la más tenue sombra.



Además de la avaricia de los productores, seguramente la elección del director haya influido en el pobre resultado final: Mike Newell, entre cuyos títulos más destacados se encuentran la comedia Cuatro bodas y un funeral, la cinta de gángsters Donnie Brasco y la cuarta entrega de Harry Potter. Carente de personalidad, la dirección de Prince of Persia abusa de la cámara lenta recreándose en los saltos y piruetas del personaje y perdiéndose en las escenas de acción; por no mencionar la desastrosa combinación de influencias en la trama, que mezcla elementos de la citada Piratas del Caribe con Indiana Jones, Aladdin, La Momia y hasta El Rey Escorpión o del videojego Assassin's Creed, sin llegar a encontrar su estilo propio en ningún momento. Poco puede hacer la banda sonora, que se apoya en un tema principal con supuestos tintes árabes que trata de acompañar las aventuras de los personajes.

El reparto tampoco aporta originalidad: desde unos desaprovechados Ben Kingsley y Alfred Molina (sus papeles son meros clichés) a Gemma Arterton (tal vez la que más se luzca interpretando a una princesa Leia del desierto), pero el principal inconveniente lo encontramos en el protagonista. Jake Gyllenhaal ha demostrado ser un actor con potencial en las geniales (cada una a su manera) Donnie Darko, Brokeback Mountain y Zodiac, pero en esta ocasión no posee el carisma necesario para llenar la pantalla y aguantar el peso de un película concebida para arrasar en taquilla (como sí lo hacen Robert Downey Jr., Will Smith o Johnny Depp, por citar unos ejemplos).



En fin, un blockbuster fallido a todas luces, que bien por la avaricia de los productores en busca de una nueva franquicia que explotar o bien por la poca personalidad de los implicados en él cae en lo anodino y lo absurdo. Por suerte, no ha sucedido lo mismo con la recién estrenada Kick Ass, de la que pronto hablaremos.